Rosario – Mensaje ÚNICO
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Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.
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Habla Nuestro Señor Jesucristo
Hijitos Míos, ya os he hablado otras veces sobre la Santidad.
Mis pequeños, todos estáis obligados a alcanzar la Santidad de vida, eso lo lograréis con vuestros méritos aquí en la Tierra y, si vuestros méritos no alcanzan, cuando seáis juzgados a vuestro regreso y en Mi Presencia, acabaréis purgando por vuestras faltas y alcanzando vuestra Santidad, en base a la purificación que llevaréis en el Purgatorio.
Hay ministros de Mi Iglesia, que han llegado a hablar heréticamente, de que no hay almas en el Purgatorio y que no existe el Infierno, que muriendo, todo se termina o que todas las almas se salvan; y esto es una mentira, es una herejía, Mis pequeños.
Sería injusto que buenos y malos alcanzaran la Gloria, cuando no dieron el ejemplo que Yo os pedí, que fuerais como Yo, y que, además, cuando os dije: si queréis venir en pos de Mí, o sea, alcanzar el Reino de los Cielos, llevando a cabo las acciones que Yo os enseñé, y que Me vieron vivirlas Mis mismos Discípulos, Apóstoles, y la gente de ese tiempo, tendríais que tomar vuestra cruz, como la Mía y seguirMe.
Para ganar el Reino de los Cielos hay que luchar, primeramente, contra vosotros mismos. Hay tantas cosas que debéis quitar de vosotros, tantas cosas que os arraigan al Mundo, que os arraigan al pecado, especialmente, como los vicios, de los cuales hay diferentes tipos, que siempre os van a llevar hacia el error, hacia el pecado, hacia la maldad.
Debéis pedir por todos, por vuestros hermanos y por vosotros mismos. Satanás os va conociendo a lo largo de vuestra existencia, por vuestras faltas seguidas, continuas, en las que caéis en pecado grave, y al ir viendo vuestros errores, os va poniendo tentaciones a lo largo de vuestra vida, basado en vuestras caídas.
Mucho error, mucha maldad hay en el Mundo, satanás no quiere que vosotros regreséis al Reino de los Cielos, vosotros mismos no queréis reaccionar, no queréis buscar la Santidad de vida, porque eso presupone que deberéis luchar contra vosotros mismos, con aquellas cosas que os gustan, pero que son pecaminosas a Mis Ojos. La Santidad de vida implica mucho sacrificio, sacrificios como los que Yo llevé a lo largo de Mi Existencia aquí en la Tierra. No penséis solamente en Mi Pasión dolorosa, pensad, como ya os he explicado antes, en los treinta y tres años de Mi Vida, que por darMe por vosotros, sufría y sufría mucho por aquellos, sobre todo, los escribas y fariseos, que continuamente Me atacaban, porque los puse en evidencia ante el pueblo, de toda la maldad que ellos cometían.
Desgraciadamente ahora, en estos tiempos, Mi misma Iglesia está atacando a los fieles que están tratando de hacer el bien, que están tratando de buscar su Santidad. Me duele deciros todo esto, Mis pequeños, porque satanás, como ya os he explicado y estaba escrito ya en las Escrituras, ya se ha adentrado en la Iglesia y está en los puestos más altos de ella.
Vosotros debéis orar mucho, para que satanás no os desvíe, no os lleve por el camino del mal, para que no os impida cumplir correctamente la vida espiritual, los Mandamientos, la vida de oración. Muchos de Mis ministros ya no enseñan, lo que podría decirse, la Verdadera religión que Yo os dejé, y con ella os dejé un medio de vida para alcanzar la salvación personal y la de vuestros hermanos.
Los que Me seguís, sois discípulos Míos, y Yo les pedí a Mis discípulos y Apóstoles: id por todo el mundo y predicad Mi Evangelio, el Evangelio de Vida, el Evangelio del Amor.
Os he dicho antes, también, que nunca podréis separar el dolor del Amor. Me seguís porque Me amáis, y porque Me amáis, sois perseguidos por aquellos que están con satanás.
Es triste todo esto, Me di por vosotros para que pudierais tomar Agua del Pozo de la Vida, que Soy Yo, Mis pequeños, pero satanás no os lo permite y, vosotros mismos no lucháis por conseguir de esa Agua de Vida, viviendo los Evangelios, viviendo vida espiritual, protegiéndoos con sacrificios, penitencias, ayunos, oraciones. Tenéis todo para ser Santos, tenéis todo para ser discípulos Míos, pero os falta el valor, os falta la Fe, os falta el querer ser verdaderos Santos, y por eso, al final de vuestra existencia, la gran mayoría, van al Purgatorio, porque no alcanzaron esa vida espiritual, esa vida de Santidad que les iba a facilitar su entrada al Reino de los Cielos.
Difícilmente, un alma pasa directamente, de la vida humana a la vida del Cielo. Son tantas las faltas, tantos los pecados, tantos los errores, tantas las omisiones que cometéis, que difícilmente, podréis pasar directamente, al Reino de los Cielos, pero, ciertamente, vuestros méritos, vuestras oraciones, van disminuyendo la estancia en el Purgatorio. Tenéis las Promesas de Mi Madre, La Siempre Virgen María, al usar los Sacramentales que os ayudarán a entrar rápidamente, al Reino de los Cielos.
Buscad pues, Mis pequeños, todas las formas posibles para que lleguéis rápidamente a Mí, pero recordad una cosa importante: dejad huella, huella de Mi Presencia en la Tierra, huella que haga que muchos otros tomen su cruz y Me sigan.
Gracias, Mis pequeños.