Ago 19_2022 Todavía os puedo ayudar ante el Juicio de Mi Señor y Mi Dios, haced todo lo que podáis, en estos últimos momentos, quizá, de vuestra existencia.

Rosario – Mensaje ÚNICO

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Mensaje de La Santísima Virgen María a J. V.

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Habla La Santísima Virgen María.

“He aquí la Esclava del Señor, hágase en Mí, según Tu Palabra”. Hijitos Míos, ¿qué más podía decir Yo, después de que Gabriel viene a Mí, trayéndoMe esas noticias de Mi Padre y Señor Mío?

“He aquí la Esclava del Señor”. ¿Qué soMos ante Nuestro Dios y Señor?, soMos nada, pequeñitos, ante todo el Poder Divino que derrama con Sus Bendiciones sobre cada uno de Nosotros. Me incluyo en vosotros, Mis pequeños.

Fui escogida para ser la Madre del Salvador, ciertamente, creada para tal Tarea, Tarea bellísima, Tarea Santísima. Vosotros, todos vosotros, hijos Míos, escogidos también, por el Poder del Padre, para venir a la Tierra a servirLe. Todos vosotros debierais, también, decir esa frase a Nuestro Dios y Señor, Nuestro Dios Creador, la Sublimidad del Amor: “he aquí vuestro esclavo, mi Señor y Mi Dios”. Todos vosotros debierais ser así, sentiros honrados por el Don de la vida, por haber sido escogidos para venir a servirLe a la Tierra.

Ciertamente, cada uno de vosotros lleváis una misión diferente a la Mía. La Mía sublime, inmensa, bellísima, y vosotros, también, servir a Nuestro Dios, al traer el Amor del Padre a la Tierra, compartir el Amor del Hijo entre los hombres, vivir íntimamente el Amor del Espíritu Santo, para que os guíe y os lleve siempre por caminos seguros, caminos de vida eterna. Esa frase, dicho en lo profundo, os lleva a una Humildad inmensa, ya que os dais cuenta de que nos sois nada ante los Ojos del Padre, pero sois mucho, también, ante Sus Ojos, cuando reconocéis que estáis para servirLe, porque Él se merece vuestra donación y vuestro trabajo para irradiar Su Amor entre los hombres, que eso es lo que hizo Mi Hijo, venir a enseñaros lo que es el Amor, las Potencias Divinas, de Nuestro Dios y Señor.

¿Qué sois vosotros, Mis pequeños? ¿Qué sois ante la inmensidad de Amor que Es Nuestro Padre y Creador Nuestro?

Lo que quiero, Mis pequeños, Yo, como Madre vuestra, es que os interioricéis en esta realidad Divina, el Don de la vida que se os ha dado, debiera ser, para todos vosotros, un estandarte de Amor, un agradecimiento continuo hacia Él y un deseo grande de servirLe continuamente, evitando toda maldad en vuestro ser, en vuestro pensamiento, en vuestro actuar, en vuestra palabra. Habéis sido escogidos por el Mismísimo Creador de todo cuanto existe, fuisteis almas escogidas, sois almas con una tarea Divina, pero, cuando vosotros no lleváis a cabo, en pensamientos, palabras y obras, lo que Nuestro Padre Dios pensó para vosotros, debierais llorar vuestras acciones, debieras llorar vuestra traición, pero, siempre, debéis agradecer, que Él os perdonará si volvéis a Él arrepentidos y debiera haber un propósito de enmienda sincero y con un deseo grande de que vuestro arrepentimiento os regresara a la acción Divina a la que pertenecéis, sois creaturas del Señor.

Yo Misma Soy Creatura del Señor, de la Santísima Trinidad, Soy Hechura Perfecta del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo, si Yo, siendo así, Perfecta para el servicio de la Santísima Trinidad, y Me siento Esclava, ¿dónde está, pues, vuestra sencillez, vuestra humildad, vuestro amor, vuestro agradecimiento por el Don de la vida? ¿No os dais cuenta que satanás ha ido destruyendo vuestra vida espiritual?, y eso, os ha llevado a una destrucción del amor fraterno, que tanto procuró Mi Hijo que llevarais, que os amarais los unos a los otros.

¿Qué habéis hecho de vuestra vida? ¿Qué habéis hecho con el Amor Divino que os dio vida? ¿Qué cuentas daréis al final de vuestra existencia? ¿Cómo regresaréis ante vuestro Juicio, al que no podréis evitar al final de vuestra existencia?, debierais preocuparos inmensamente por ese momento tan grave para vuestra existencia futura y eterna.

Preguntaos, ¿quién soy yo en estos momentos, ante los Ojos del Padre? ¿Quiénes sois vosotros?, vuestras acciones son las que os van a dar vuestro nombre en ese momento ¿Sois hijos del Padre o sois traidores a Su Amor?, lo que debiera ser un amor inmenso de vuestra parte y un agradecimiento infinito, por el Don de la vida si, realmente, habéis seguido Su Voluntad, ciertamente, gozaréis ese momento ante Su Presencia, que aún a pesar de que no entréis directamente al Reino de los Cielos, sabréis que después de una purificación, entraréis eternamente al Reino de los Cielos.

Pero, ¡ay! de aquellos que lleguen con las manos vacías o con las manos manchadas de sangre o llevando en vosotros cargas, cargas inútiles que pusisteis sobre vuestros hombros, porque deseasteis y buscasteis más las cosas del Mundo, y que, en esos momentos os daréis cuenta de que, no solamente no os sirvieron para vuestra vida eterna, sino que serán lastre y posible causa de vuestra condenación. No crecisteis en lo espiritual, no buscasteis la vida eterna mientras vivías, cuando debisteis haber trabajado para Mi Señor y Mi Dios, preferisteis la maldad, preferisteis seguir al enemigo, Mis pequeños.

Acercaos a Mí, a vuestra Madre, que todavía os puedo ayudar ante el Juicio de Mi Señor y Mi Dios, haced todo lo que podáis, en estos últimos momentos, quizá, de vuestra existencia. Haced todo lo que podáis para reparar el tiempo perdido a lo largo de vuestra existencia. Amad, lo que podáis, a vuestros hermanos, a vuestra misión, a todo aquello que Mi  Señor y Mi Dios creó para vuestro bien. Reparad cuanto podáis de todo el mal que hicisteis, para que no seáis juzgados por aquél que quiere vuestra condenación, cuando estéis ante el Justo Juez, Mi Hijo, vuestro Dios. Haced todo lo posible, para que vuestras faltas sean eliminadas y tratad de hacer todas las obras buenas que podáis, para eliminar la maldad que os puede condenar.

Ruego ante el Padre por vosotros, ruego ante Mi Hijo por vuestro bien, pido a Mi Esposo, el Santo Espíritu de Dios, que habita en vosotros, que os haga recapacitar, que os haga entender, ya, en estos últimos momentos de vuestra existencia, de la gran mayoría de vosotros, de los errores cometidos y que podáis reparar todo el mal que cometisteis ante las Leyes de Nuestro Dios y Señor.

Os amo, Mis pequeños, acudid a Mí, vuestra Madre Santísima, que Yo veré por vuestro bien eterno.

Gracias, Mis pequeños.