Nov 24_2020 Dejad que Mi Santo Espíritu, Mi Esposo, guíe vuestra existencia, os enseñe a orar debidamente, y dadLe más tiempo, porque el tiempo, vuestro tiempo, Le pertenece a Nuestro Dios, no a vosotros.

Mensaje ÚNICO – Rosario matutino

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Mensaje de la Santísima Virgen María a J. V.

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Segundo Misterio. Habla la Santísima Virgen María.

Hijitos Míos, Soy vuestra Madre, la Siempre Virgen María. Os quiero decir, Mis pequeños, que siempre es un deleite servir a Nuestro Dios y Señor. Yo, como Su Sierva, como Su Esclava, he vivido en éxtasis, he vivido una vida de un gran Amor sirviendo a Mi Señor. Los Santos también viven vida de Amor, de éxtasis, al servir a Nuestro Dios y Señor.

Vosotros os preguntaréis cómo es que se da esta vida, cómo es que llega a Nosotros, cómo podeMos lograrla y la respuesta sería: Llevar una vida en Pureza, buscando la Santidad y, sobre todo, buscando en vuestro interior la Presencia Viva de Nuestro Dios y Señor en Su Santísima Trinidad.

Recordad estas Palabras que se dan para Mí: “El Verbo se hizo Carne” y podría decir: “y habitó en Mí, Su Madre, la Siempre Virgen María”. A la Tierra vino a través Mío, fue un éxtasis Divino desde el Anuncio del Ángel, preguntándoMe si quería ser la Madre del Salvador y, aunque de pequeña ya tenía Yo una cercanía inmensa con Nuestro Dios, el tener al Verbo Encarnándose en Mí, creciendo en Mí, era en esos momentos un gozo indescriptible, era el Cielo en la Tierra, el Amor Divino creciendo en Mí. ¡Imaginad qué gozo, qué alegría!, y, sobre todo, el sentirMe no merecedora de tan grande Gracia. Ciertamente, fui preparada para eso, fui creada para llevar a cabo esa Misión tan grande, ya no es la Mujer que iba a tener al Mesías en Su Vientre, Soy la Mujer Creada para ser Puente entre el Cielo y la Tierra.

Ante las Palabras del Ángel quedaba Yo anonadada, quedaba totalmente a merced de Mi Señor, ¿qué podía Yo hacer sino agradecer infinitamente tal tarea, la única tarea tan grande que era la de ser la Madre del Salvador? ¡Y esa tarea y única tarea, Me tocaba a Mí! Es un gozo inmenso que os quiero compartir, Mis pequeños, y por eso os doy el secreto del Amor, que consiste en tener esa vida íntima y lo más continua posible por tener a Nuestro Dios en Nuestro interior, al aceptar con toda Humildad y Obediencia lo que Él quiera hacer en Nosotros. Ciertamente, Soy la Pura, Soy la Santa, Soy la Inmaculada y con esta Gracia, Soy la Corredentora. Títulos inmensos que solamente se le podían dar a una sola persona, y Me tocó a Mí, vuestra Madre, la Madre del Salvador, la Madre de Nuestro Dios.

Con esto os quiero decir, Mis pequeños, que todos vosotros tenéis una misión que cumplir, que cuando la cumplís en total obediencia a Nuestro Dios y sobre todo, con alegría, sabiendo que se está sirviendo a Nuestro Dios, a Nuestro Creador, a Nuestro Salvador. Mis pequeños, ¡dichosos debierais estar teniendo el don de la vida!, pero más dichosos si vosotros obedecierais lo que Mi Esposo, el Espíritu Santo, os indica por hacer para servir con prontitud los deseos de Nuestro Dios, para el bien de los hombres.

El tener el don de la vida, Mis pequeños, os confiere, ciertamente, un compromiso grande, pero no debéis de tomarlo con preocupación sino con gozo, sabiendo que, si estáis totalmente sueltos a la Voluntad de Nuestro Dios y Señor, será Mi Esposo, el Santo Espíritu de Amor, el que os guiará y os ayudará a que llevéis a cabo la misión que se os ha encomendado.

Sabéis, porque se os ha explicado ya, que vosotros no estáis solos aquí en la Tierra cumpliendo vuestra misión, tenéis la guía de la Santísima Trinidad, tenéis Mi Protección y la de Mi esposo en la Tierra, Señor San José; tenéis la protección de los Santos Ángeles Custodios y de todos los demás Ángeles, Arcángeles, que hay en el Cielo; tenéis la protección de las oraciones de las Ánimas del Purgatorio y las de vuestros hermanos en la Tierra, tenéis mucha protección, pero vosotros no tenéis mucha preocupación en cumplir con Nuestro Dios y Señor lo que se os pide, y eso va haciendo que sufráis como ahora estáis sufriendo, porque no hay suficiente oración de parte vuestra para contrarrestar la maldad de satanás y la de sus secuaces.

Si vosotros, en oración profunda, amorosa, obediente, os unierais al Cielo, fácilmente acabaríais con las potencias malignas, porque nunca van a ser más poderosas que el Amor y las Potencias de Nuestro Dios y Señor. Estáis sufriendo porque vosotros mismos no queréis servir debidamente a Nuestro Dios; Le dais solamente las migajas de vuestra vida, no os dais completamente a Él, no Le dais vuestra total preocupación y deseo de servirLe, simplemente, no ponéis a Nuestro Dios como lo primero en vuestra existencia.

Desgraciadamente, satanás os lleva a tener otras preocupaciones personales a las que les dais demasiada importancia y que no os van a ayudar a un crecimiento espiritual, y de esta forma, nuevamente, vuestra espiritualidad, vuestras oraciones, vuestra preocupación de servir a Nuestro Dios, decae en una forma dramática, entonces, ¿por qué os preocupáis?, o más bien, ¿por qué os enojáis con Nuestro Dios porque no os salen bien las cosas y por los dolores que padecéis, creyendo que es Él el que os manda toda esta maldad que os rodea y no os dais cuenta que es satanás el que está causando toda esta maldad? No os acabáis de dar cuenta que con la oración, con vuestra vida Sacramental, con vuestra pureza y santidad de vida, ponéis una barrera poderosísima frente a vosotros a las potencias de satanás y le impedís que él os ataque y que os lleve al sufrimiento, como el que estáis padeciendo en todo el mundo. Sois vosotros los causantes de vuestro propio dolor.

Enmendad vuestra vida, arrodillaos y pedid perdón, como Nuestro Dios y Señor os lo ha pedido, y empezaréis a ver un cambio dramático en vuestra vida, a vuestro alrededor, en la vida de vuestros hermanos, y en el decaimiento de la fuerza de satanás alrededor vuestro. Vosotros lo podéis vencer.

Actuad pues, Mis pequeños. Dejad que Mi Santo Espíritu, Mi Esposo, guíe vuestra existencia, os enseñe a orar debidamente, y dadLe más tiempo, porque el tiempo, vuestro tiempo, Le pertenece a Nuestro Dios, no a vosotros. DadLe a Él lo que es de Él, y veréis el cambio dentro de vosotros, en vuestra vida de relación con Nuestro Dios, en vuestra vida de relación con vuestros hermanos, e iréis encontrando la Paz a vuestro alrededor, con todos aquellos que os rodean, en vuestro hogar, en la sociedad, en el mundo. Sed como Yo, vuestra Madre, sencillos, humildes, siervos y esclavos en el Amor de Nuestro Dios y Señor.

Gracias, Mis pequeños.