Nov 03_2020 Os pido, Mis pequeños, que Me acompañéis, aunque sea algunos momentos en el Huerto de los Olivos; que Me acompañéis, si queréis, durante el tiempo de Mi Pasión dolorosísima.

Rosario matutino – Mensaje ÚNICO

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Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

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Segundo Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.

Hijitos Míos, vedMe aquí, arrodillado en el Huerto de los Olivos, momentos previos al gran sufrimiento que voy a padecer por vosotros. Ciertamente, en estos momentos en los cuales quisiera que Me acompañarais todos vosotros, los que queráis acompañarMe a Mí en estos sufrimientos tan graves, en donde Yo veía los pecados de todas las generaciones, os pido que estéis Conmigo, que oréis Conmigo, que comprendáis Mi dolor, que sufráis, aunque sea en poco, lo mucho que Yo voy a tener que sufrir por este error que cometieron vuestros Primeros Padres.

Imaginad, Mis pequeños, los pecados de todas las generaciones, desde los pecados veniales hasta los grandes sacrilegios que se han dado por almas que se han satanizado. Yo veía todos esos pecados, los sentía, Me asqueaban, y los tomé todos por vuestra salvación. Sentía el sufrimiento que Yo iba a tener, ya que aquellos que Me iban a martirizar era gente pagada para ello, pero que, ciertamente, satanás los poseyó para desquitarse de su dolor de haber sido apartado del Reino de los Cielos.

Estáis viviendo y viviréis fuertemente algunos de esos dolores que Yo sufrí en ese momento en el Huerto de los Olivos. Muchos de vosotros no quisierais padecerlos y diríais lo mismo que le pedí a Mi Padre de no tomar ese Cáliz, Cáliz de dolor, porque no queréis sufrir, no queréis tomar responsabilidad de lo que no habéis hecho, pero eso es lo que Yo hice por vosotros: Tomé la responsabilidad de todos los pecados, de toda la Creación, de todo el Universo, porque ese es el dolor tan grande que Le produjeron vuestros Primeros Padres a Nuestra Santísima Trinidad. Son tan graves los pecados de este tiempo, pero tomé los de todos los tiempos, porque en cada época también tenían su gravedad, y todo lo hice por Amor y por obediencia a Mi Padre.

Lo que deseo con todo esto, Mis pequeños, es que os adentréis a Mi Corazón, Me acompañéis en esos dolores, que viváis esas penas tan graves que tuve, que ciertamente no las comprendéis todas, pero que dañaron inmensamente Mi Corazón y después Mis Carnes, por los verdugos que Me martirizaron como a ningún otro hombre lo habían martirizado.

Le pedí a Mis Apóstoles que oraran mientras Yo le pedía a Mi Padre fortaleza para soportar la prueba tan grande que tendría, y que Me diera ese valor tan fuerte que se necesitaba para ese momento, que ningún otro hombre podría haber soportado más que Yo, vuestro Dios-Hombre.

Sí, Soy Dios, y algunos diréis que por haber sido Dios Mis dolores no eran tan fuertes, y con eso queréis aminorar los momentos de Mi Pasión y estáis equivocados, Mis pequeños. Tomé condición de hombre para sufrir como cualquier otro podría haber sufrido esos momentos, pero, ciertamente, soporté más tiempo, lo que cualquier otro hombre no hubiera soportado y que hubiera muerto en manos de los verdugos antes de Mi Crucifixión.

Lo que os quiero decir es que Mis dolores fueron muchísimo más fuertes y el tiempo más alargado que si se lo hubieran propinado a otra persona que, como os dije, no los hubiera soportado. Fui Hombre en ese momento, sufriendo como Hombre, padeciendo terriblemente en Mi Cuerpo y en Mi Espíritu, sobre todo en Mi condición de Dios.

En Mi Pureza Divina, aceptar en Mí toda esa podredumbre de vuestros pecados era terrible. Yo, el Puro, el Santo, el Inmaculado, de repente estaba manchado con todos los pecados de todas las generaciones, por eso fue el grito en la Cruz: “Padre, ¿por qué Me has abandonado?”, porque Él no puede estar en un alma que está llena de pecado, y al Yo estar lleno de pecado, Mi Padre y el Espíritu Santo se apartaron de Mí, se podría decir que fue una ruptura de Nuestra Santísima Trinidad que no podéis comprender, pero así fue. Fue un gran dolor, como Dios y como Hombre, que Mi Padre, que lo es todo para Mí, que Soy todo para Él, se apartara de Mí por causa de vuestros pecados de todas las generaciones. ¡Quiero que entendáis esto!, que lo profundicéis: Mi Padre, también Puro y Santísimo, no podía estar junto a la porquería humana que en ese momento era Yo, hecho pecado.

Por eso sufrí tanto, pero el Amor por vosotros Me mantenía en Mi Sacrificio. Mi dolor era inmenso en Cuerpo y en Espíritu, y eso vosotros no lo meditáis. ¿Acaso alguno de vosotros soportaría que alguno de vuestros hijos le lanzara maldiciones, que lo golpeara, que os dijera tantas cosas terribles, cuando vosotros solamente le habéis dado amor a vuestro hijo? Pues eso es lo que Yo hice por vosotros: Salí a defenderos, tomé la responsabilidad, porque así Me lo pidió Mi Padre, de levantaros del pecado tan grave que cometieron vuestros Primeros Padres, un pecado gravísimo, tan grave que por su culpa se cerraron las Puertas del Cielo y nadie podía entrar, por eso existía el Limbo, porque nadie, ningún alma, aun muy justa, podía entrar al Reino de los Cielos porque el pecado de Adán y Eva fue gravísimo; Yo Me di por vosotros para levantaros otra vez a la dignidad de hijos de Dios y que Yo pudiera abrir las puertas del Reino del Cielo para vosotros.

Ciertamente, dentro de tanto dolor existía un gran Amor por vosotros, y eso tampoco lo comprendéis porque estáis acostumbrados a pagar el dolor con otro dolor, a pagar la maldad con más maldad, y Yo tomé todos vuestros pecados con Amor y con ello recibisteis la Bendición de Mi Padre Dios para perdonaros y poder abrir, nuevamente, el Reino de los Cielos para todas las almas justas, almas buenas, almas santas, almas que se unen a Mí, que Me comprenden, que Me acompañan, que se duelen con Mis dolores, pero que aman con Mi Amor.

Eso es lo que os pido, Mis pequeños, que Me acompañéis, aunque sea algunos momentos en el Huerto de los Olivos; que Me acompañéis, si queréis, durante el tiempo de Mi Pasión dolorosísima; que, ante la Cruz, os doláis también junto Conmigo, que Me digáis algunas palabras llenas de amor y de agradecimiento por Mi donación por vosotros. Quiero que seamos uno en esos momentos, porque eso os va a llevar a la santidad.

Tratad de comprender Mi Sacrificio de Amor por vosotros. Meditadlo seguido y, como para Mí todo eso es siempre un eterno presente, os lo agradeceré, Mis pequeños, y muchas almas salvaréis con ello, porque os estaréis uniendo a Mí, vuestro Salvador, y seréis corredentores al uniros a Mi oración por vosotros.

Gracias, Mis pequeños.