Jul 17_2020 Orad junto conMigo en esos momentos en que os digo que tengo sed y traedMe almas, tomad Mis dolores, tomad Mi Sangre Preciosa, Bendita, Divina y tocad con ella a todas las almas, ¡a todas las almas!

Rosario matutino – Mensaje ÚNICO.

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Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

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Primer Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.

(Lenguas…) Hijitos Míos, hermanos Míos, estoy aquí en el Huerto de los Olivos, estoy orando a Mi Padre para prepararMe para este momento crucial y doloroso de Mi Pasión. Les he pedido a Mis Apóstoles que Me acompañen a orar, pero se han quedado dormidos, no se imaginan los momentos dolorosos que se acercan para Mí y para ellos.

Vosotros, los que sí oráis, los que estáis conMigo ¡venid!, ¡acompañadMe, Mis pequeños! Estoy solo, ya el dolor es grande, muy grande. Repaso a todas las almas y de todos los tiempos, veo y siento sus pecados y voy a tomar todos ellos, pecados desde los pequeños, pero que Me duelen, hasta los aberrantes que ni siquiera quiero verlos, porque ya son pecados satánicos, de lo peor.

Mi Sensibilidad Divina hace que Yo sufra mucho más y, aunque Soy Dios, Soy hombre también y necesito apoyo de vosotros, hombres que quieren llegar a Mí al final de su existencia y vivir conMigo en el Reino de los Cielos eternamente.

Vosotros no entendéis, vosotros sabéis lo que he sufrido, pero no conocéis Mi interior, no conocéis ese dolor tan grande en este momento, al estar aquí orando y solo. Tengo el apoyo del Ángel que se acerca a Mí, pero no tengo apoyo humano, se han dormido, la humanidad está dormida, ellos representan a la humanidad que Me deja solo en estos momentos de gran tribulación y de muerte que voy a tener.

¡Oh, humanidad perversa! ¡Oh, humanidad que Me abandona! ¡Oh, humanidad que no le duele su corazón por todo lo que Me hicieron! Estoy solo, acompañadMe, Mis pequeños, aunque sea unos momentitos. Orad junto a Mí, ved Mi dolor, hasta gotas de sangre sudo, porque se Me ha presentado lo que voy a padecer, y le pido a Mi Padre que aparte ese cáliz, ese dolor tan grande que voy a sufrir por vosotros.

La parte humana rechaza el cáliz, pero Mi parte Divina lo bebe, porque con esto obedezco a Mi Padre y le voy a dar alegría con la salvación de muchas almas, que por Mi Sacrificio se salvarán y gozarán eternamente en el Reino de los Cielos, y así, como en este momento bebo el cáliz, después Me abrazaré a la Cruz también con alegría, a pesar de Mi gran sufrimiento, porque sé que habrá almas en el futuro que Me agradecerán con todo su corazón, con todo su amor, lo que Yo hice por ellas, pero son tan pocas, tan pocas las almas que lo harán, siendo que sois multitudes.

¡Qué ingratitud del ser humano! No sabe agradecerMe, no sabe acompañarMe, no sabe decirMe cosas bellas mientras estoy en el sufrimiento, mientras estoy muriendo paulatinamente por vosotros.

Son grandes dolores. Primero aquí en el Huerto de los Olivos, otro dolor grande cuando viene Judas y Me da ese beso de traición, un dolor inmenso que atravesó Mi Corazón. Otro gran dolor cuando la misma gente, que Me quería hacer su Rey, ahora vociferaba Mi muerte, y así es momento tras momento hasta llegar a la Cruz en que voy sufriendo, en que voy muriendo poco a poco por vosotros.

Ya desde la agonía en el Huerto se sigue aumentando dolorosamente hasta Mi final en la Cruz. Horas de dolor, horas de grandes sufrimientos, horas de traición de la misma gente a la que Yo ayudé, a la que he ayudado, la que ayudaré en lo futuro y vosotros, en ese momento, estabais en Mi Mente y en Mi Corazón y os ayudaba a poder vivir, abriéndoos las puertas del Reino.

Horas de gran dolor que padecía también Mi Madre, la Siempre Virgen María ¡Cuánto dolor! Momentos de grandes dolores y para muchas almas fue inútil Mi Donación, por eso os pido, Mis pequeños, que Me acompañéis desde este momento de agonía, y en todos los momentos que podáis, recordando algún detalle de Mi Pasión. AcompañadMe, aunque sea un momentito, dadMe vuestro corazón, dadMe palabras de aliento amorosas, dadMe vuestras lágrimas, dadMe vuestros agradecimientos. Recordad que en Mí todo es un eterno presente y, en el momento en que Me recordéis, lo estaréis viviendo en el momento en que sucedió y os lo agradeceré, Mis pequeños.

Mis dolores disminuirán por vuestra presencia ante Mí. Entre la muchedumbre os buscaré y os encontraré, una sonrisa de amor os  daré en agradecimiento a vuestro amor hacia Mí, vuestro Redentor, vuestro Salvador, vuestro Dios.

DadMe alegría en esos momentos de gran odio que se vivía, que se sentía; palabras dolorosas, palabras blasfemas, palabras obscenas y tenía Yo, vuestro Dios, que soportar todo esto por vuestra salvación. No dejéis que esas palabras lleguen a Mis oídos; acercaos a Mí, decidMe cosas bellas, cosas santas, cosas alegres para que no escuche lo que esa muchedumbre grita contra Mí.

Tengo sed, tengo sed y no hay quien Me traiga un sorbo de agua, pero lo que más busco es esa sed de almas. Orad junto conMigo en esos momentos en que os digo que tengo sed y traedMe almas, tomad Mis dolores, tomad Mi Sangre Preciosa, Bendita, Divina y tocad con ella a todas las almas, ¡a todas las almas! Ciertamente algunas reaccionarán y vendrán a Mí, y otras, con su corazón endurecido, no reaccionarán y Me seguirán dando un gran dolor.

Ciertamente es muy doloroso llegar a esas almas duras a las que uno quiere salvar, por quienes se está dando uno en totalidad, y esas almas impávidas quedan, a pesar de que ven Mi Cuerpo ensangrentado, a pesar de que Mis lágrimas caen sobre ellas, a pesar de que les hablo, les imploro, escuchan su nombre salido de Mis labios y no reaccionan. Son almas duras, duras como piedra, que no se conmueven ni ante el dolor, ni ante el amor. ¡Pobres almas! Pobres almas…

AcompañadMe, pues, Mis pequeños. AcompañadMe, estad conMigo, os lo agradeceré, Mis pequeños. Mis Apóstoles no Me quisieron acompañar, sois Mis apóstoles de este tiempo, dadMe alegría, dadMe esa fortaleza que Yo les enseñé a Mis Apóstoles, que luego tuvieron después de Pentecostés y que vosotros ahora tenéis.

AcompañadMe, no dejéis que el odio de satanás que está desatado a Mi alrededor, Me haga sufrir más. OfrecedMe Mi propia Sangre, Mi propio Sacrificio, Mi donación por vosotros, no hay nada más grande y de mayor provecho para vuestra salvación que Mi propia Persona, que Mi propio Dolor, que Mi misma Sangre Salvadora, que Mi acción redentora sobre vosotros. OfrecedMe al Padre por cada alma que en este momento vive en la Tierra y en el Universo entero, así Me daréis almas.

PedidMe que impregne a cada alma, que está misionando en este momento en todo el Universo, para que sea tocada; que se arrepienta y se mueva en compasión por lo que Yo hice por ella, para que la lleve al arrepentimiento y se pueda salvar.

Es mucho dolor, Mis pequeños, es mucho dolor el que tengo, pero Me dais alegría cuando Me acompañáis, cuando Me dais lo que os pedí. AcompañadMe, dadMe alegría y quitadMe un poco del dolor y tristeza que tengo por las almas.

Os amo, Mis pequeños, dejad que toque vuestro corazón para que vuestro corazón se hinche de Mi Amor y Me deis más amor a Mí, vuestro Dios.

Gracias, Mis pequeños.