Jul 15_2020 En las Sagradas Escrituras tenéis lo que es vuestra realidad: Yo vine a la Tierra con un propósito firme, no con ilusiones; toda Mi Misión fue basada en las antiguas profecías, no en ilusiones.

Rosario matutino – Mensajes.

================================

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

===============================

Primer Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.

Sobre: Así os pido pues, Mis pequeños, que cambiéis vuestra forma de actuar y de pensar, no viviendo en una vana ilusión, sino en un bien real entre vosotros.

Hijitos Míos, el hombre, una buena parte de su vida, vive de ilusiones. Desde que sois pequeñitos y empezáis a tener conocimiento de lo que hay a vuestro alrededor, empezáis a vivir de ilusiones, ciertamente no son malas, pero os alejan de la realidad; vais creciendo y seguís teniendo ilusiones de acuerdo a vuestra edad y quizá también de acuerdo a vuestras necesidades, lo que quisierais tener, pero siempre basado en las cosas del mundo.

Tenéis ilusiones por tener mayor cantidad de dinero, de bienes, quizá de ser famosos de una u otra forma, quizá queréis ser conquistadores, como hubo conquistadores en la antigüedad, quizá tener esto o aquello, pero son ilusiones, vanas ilusiones, que no permiten que vosotros os centréis en la realidad.

En las Sagradas Escrituras tenéis lo que es vuestra realidad: Yo vine a la Tierra con un propósito firme, no con ilusiones; toda Mi Misión fue basada en las antiguas profecías, no en ilusiones. Vine a obedecer a Mi Padre y no con ilusión de hacer solamente un bien momentáneo, temporal, sino con una finalidad eterna en la cual Yo os dejaría el Conocimiento Divino para que os basarais en él y esto hiciera a un lado las posibles ilusiones que vosotros pudierais tener en vuestra vida.

Ciertamente hubo grandes conquistadores, pero esas ilusiones se desvanecieron porque no estaban bien cimentadas, estaban cimentadas solamente en la persona misma, en ser famosos, en sobresalir ante los hombres, todo dejado en manos de los hombres y no puesto ni cimentado en Mí, vuestro Dios.

Cuando vosotros tenéis una ilusión, pero cimentada en Mí y con un fin bueno, todo saldrá bien. Ciertamente también, los que Me siguen, tienen ilusiones de querer hacer grandes cosas, pero para el bien de la humanidad, para agradarMe, para vivir en la Paz, en el Amor y en la Sabiduría que Yo os traigo.

El mundo es una ilusión vana, una ilusión pasajera que no os deja un gran bien. Como os repito, las ilusiones os van a dejar un bien cuando éstas persigan un bien real.

Vosotros debéis cimentar vuestra vida en Mí, vuestro Dios; vosotros no vinisteis a vivir para el mundo, ciertamente estáis viviendo en él y de ahí también nacen las ilusiones, pero debéis basar vuestra estancia en la Tierra en el servirMe y que vuestra real ilusión sea el hacerlo lo mejor posible para agradarMe, trayendo Mi Amor al mundo y salvando almas, Mis pequeños, y así la ilusión pasa a una realidad que es la que debéis vivir en todo momento, Mis pequeños, tener una realidad de vida, porque es lo que Yo viví entre vosotros, una realidad que Mi Padre, vuestro Padre, Me pidió para vuestro bien.

Así os pido pues, Mis pequeños, que cambiéis vuestra forma de actuar y de pensar, no viviendo en una vana ilusión, sino en un bien real entre vosotros.

Gracias, Mis pequeños.

—————————

Cuarto Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.

Sobre: Meditad más sobre esto, Mis pequeños, y así alcanzaréis un grado alto de santidad, porque os uniréis a Mí perfectamente y entenderéis lo que fue la Redención por todos vosotros.

(Lenguas…) Hijitos Míos, Mi Pasión dolorosa sigue, no ha terminado. Llevo la Cruz cargando, la Cruz representa vuestros pecados, los pecados de toda la humanidad, ciertamente podríais decir que esa Cruz tan grande, tan pesada, no son todos los pecados que habéis cometido, que vuestros pecados no son de ese tamaño de la Cruz, y ciertamente es así, los pecados de cada uno de vosotros pudiera ser una pequeña astilla o una más grande, y que todas, todas ellas, de todos los pecados de la humanidad y de todos los tiempos, unidas han formado esta Cruz.

Pero el dolor, Mis pequeños, no lo llevo prácticamente en la espalda ni en Mis rodillas, que han caído con el peso de la Cruz y se han destrozado con ese peso, o con los azotes que Me han dado, las astillas, que representan a cada uno de vosotros y de vuestros pecados, las llevo clavadas en Mi Corazón, un órgano muy sensible, un órgano que representa el Amor, y el dolor en Mi Corazón es muy grande, tanto en lo humano como en la sensibilidad que producen los actos buenos y malos.

Una espina clavada directamente en el corazón duele mucho y ahí estáis cada uno de vosotros, Me claváis vuestra espina, la espina de vuestros pecados, y Me produce un gran dolor. Ciertamente, cuando vosotros Me pedís, a través del sacerdote, que vuestros pecados sean perdonados, ese dolor disminuye porque son muchas, muchas las espinas que tengo clavadas en Mi Corazón.

PedidLe a Mi Santo Espíritu que os haga meditar estos momentos de Mi Pasión, que os haga entender Mi Donación por vosotros, el Dolor que acepté para abriros nuevamente las puertas del Reino de los Cielos. Obedecí a Mi Padre sabiendo de todos estos dolores que iba a padecer por vosotros, pero vosotros no queréis profundizar en este Misterio de Amor.

La humanidad Me sigue martirizando, sus espinas, las astillas siguen atravesando Mi Corazón, por eso Me apoyo en almas buenas, en almas que van en vía de santidad, que toman también Mis dolores, que Me ofrecen su vida de dolor, sus preocupaciones, sus enfermedades, todo aquello que aqueja su cuerpo y su alma.

Vuestros dolores, unidos a los Míos, aliviarán en parte tanto dolor que llevo en Mi Corazón y así como Yo obedecí a Mi Padre para darMe por vosotros, obedecedMe a Mí, Mis pequeños, y quitadMe dolores.

Soy vuestro Dios y los dolores que tengo Yo, como Dios, son muchísimo mayores que los que vosotros como hombres podáis tener, porque la Sensibilidad Divina hace que duela más lo que vosotros causáis en Nosotros.

Cuando llegáis a un grado alto de espiritualidad, cuando ya sois tocados por Mi Amor, aun aquellos pecados que les llamáis veniales o leves se vuelven muy dolorosos a vuestro sentir también, porque empezáis a entender lo que verdaderamente produce en Nuestro Ser un pecado, que es una traición, que es una bofetada a Mí, vuestro Dios, estando en la Cruz. ¿Podríais vosotros, viéndoMe crucificado, sufriente, venir a Mí y abofetearMe? Ese es el dolor de un pecado venial, al que vosotros llamáis leve, el dolor es grave, es dolor sobre dolor. Me estoy dando por vosotros y vosotros venís a Mí a abofetearMe, a blasfemarMe, a arrojarMe alguna piedra que todavía Me causará más dolor, en cambio, cuando venís a Mí arrepentidos, cuando obráis en el bien, cuando tomáis vuestra cruz y Me aliviáis dolores, sois como una brisa suave, sois como un bálsamo que Me ponéis en Mis heridas y Me aliviáis dolores. Por eso, cuando os dais vosotros por Mí, os regalo grandes bendiciones, porque Me estáis quitando dolores a Mí, vuestro Dios, vuestro Salvador, vuestro Redentor.

Meditad más sobre esto, Mis pequeños, y así alcanzaréis un grado alto de santidad, porque os uniréis a Mí perfectamente y entenderéis lo que fue la Redención por todos vosotros.

Gracias, Mis pequeños.