Jul 31_98 La Cruz (Explicación de La Crucifixión).

Mensaje.

 

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J.V.

 

Hijitos Míos, os voy a hablar hoy sobre la Cruz.
Muchos de Mís hijos y no sólo los de Mí Redil, sino de los apartados de el, no les gusta ver Mí Presencia en la Cruz. Prefieren y así lo dicen, recordar al Jesús haciendo milagros, al Jesús Victorioso, o al Jesús Niño, o al Jesús Vivo entre los hombres. Se espantan de Mí Presencia en la Cruz.

Vuestros Primeros Padres, al aceptar las proposiciones del enemigo y al ponerse en contra del Amor y Voluntad de Mí Padre, aceptan actuar para él, lo escuchan y caen en el principio del mal. De una sola vez caen hasta el fondo del pecado, porque todo lo tuvieron y lo obtenían de la Fuente Preciosa del Amor. Al aceptar lo que el maligno les proponía, caen en las tinieblas y a la obscuridad del pecado.

Es a través de ellos que el pecado entra al Mundo, es a través de ellos que se cierran las Puertas del Cielo, es a través de ellos que el mal se posesiona y ataca la Obra de Mí Padre en la Creación. Todas las fuerzas del bien quedan atadas por las del mal. El dolor entra en el Mundo. El sufrimiento y el hambre, las pestes y la guerra son consecuencia del Pecado Original.

Mí Padre no creó éstos yugos para el hombre y Su Creación, el demonio los impuso sobre los hombres a causa de la traición que realizaron vuestros primeros Padres a Dios Amor, Dios Creador. La maldad se adueñó de lo que era la Obra Santa de Mí Padre. El pecado había sido gravísimo, fue la aceptación total del mal, a la negación voluntaria del bien. ¡Pobres de Mís hijos que habían sido creados para el bien eterno!

Pero Mí Padre, siempre buscando vuestra salvación y vuestro bien, promete al incipiente género humano en la figura de Adán y Eva, que la salvación y restauración vendrá en un tiempo futuro. Promete, también a ellos, que la serpiente del mal será aplastada por La Mujer, Mí Madre.  

El hombre tiene que pagar su penitencia y así pasan muchos siglos en los que la Mano Amorosa de Mí Padre nunca se apartó de ellos ni de sus descendientes. Pero por causa del pecado y sus consecuencias, ellos mismos las sufrirán en carne propia a través de los siglos y vendrán guerras, hambre, muerte, destrucción, enfermedades y lo peor, injusticias contra los que Mí Padre enviaba para guiarlos en el camino de la Luz y la Verdad. Obviamente el que se había adueñado de éste mundo, reconocía en aquéllos profetas, las bondades de Mí Eterno Padre y moviendo las voluntades humanas tan apartadas de la virtud, conseguía deshacerse de los enviados del Cielo, pero aún así Sus Palabras, a través de Sus Profetas, lograban ir guiando a Su Pueblo por el buen camino.

Por fin llego Yo a la historia del hombre, Mí Presencia Viva anunciada por los Profetas por fin se realizaba y así llegaba Yo para guiar personalmente a Mí Pueblo a la Salvación Eterna. Pero, ¿qué sucede? Mi enemigo, percatándose de Mí Presencia sobre la Tierra, consigue deshacerse de Mí, a través de convencer a los mismo Míos, a los de Mí Pueblo, a que me claven en una cruz, muerte que se destinaba a los peores criminales de ése tiempo.

Pero, ¿qué significa en el transfondo ésa cruz? Esa cruz, que para los habitantes de ése tiempo significaba la peor muerte, se vuelve vida para todos, se vuelve, nuevamente, Luz en el Camino, se vuelve Llave Sagrada que abre las Puertas del Cielo, se vuelve la Donación del Amor de Vuestro Dios para los hombres, ¿por qué?, os preguntaréis. Yo tenía que vencer al mal con sus mismas armas. Por él entra la muerte al mundo y Yo, con Mí Resurrección, vuelvo vida ése aparente crimen en la cruz. Se vuelve símbolo de Vida, al donar toda Mí Sangre para la Salvación del género humano, porque es gracias a Mí Sangre Preciosa derramada hasta la última gota, que se alcanza la sanación de las almas y de los cuerpos. Es a través de Mís Sufrimientos atroces, que restauro el sufrimiento infringido en el Paraíso, a Mí Padre Celestial. Es a través de la Humillación a todo un Dios, que destruyo la soberbia de Mí enemigo. Es a través de Mí Pobreza aparente y humana, que destruyo el poder y las riquezas de maldad con las que Mí enemigo había contaminado al Mundo. Es a través de Mí Sufrimiento en la Pasión en donde tomo cada paso pecador del hombre sobre el Mundo, para ir derramando Mí Sangre, gota a gota, sobre ésas huellas del mal y levantando al hombre y restaurando su alma ante la Presencia de Mí Padre.

Es, en sí, la Cruz la que marca Mí Triunfo sobre las fuerzas del mal, que se habían posesionado de cuerpos y almas y de la Creación de Mí Padre.

Al ser levantado, quedo Yo como el Triunfador sobre todo el mundo y sus pecados. Es Mí Triunfo Divino en donde las fuerzas del mal ya no podrán, en lo futuro, tener injerencia sobre los que serán Míos y para el Reino Eterno.

Es a través de Mí Presencia Sufriente en la Cruz en donde Yo voy a enjugar las lágrimas y sufrimientos de Mís Hijos. Es en la Cruz, Fuente de Mí Gracia y de Mí Amor hacia vosotros, a la que se acercarán todos aquellos que desearán en lo futuro, unirse a Mí Vida de Salvación, para todos sus hermanos.

Como véis, hijitos Míos, Mí Sufrimiento en la Cruz, se vuelve Vida y Alegría para Mí Padre y para vosotros. No es un Cristo Sufriente, es un Triunfo Alegre, Mí Corazón, por fín, lograba el anhelo de Mí Padre, por fin se restauraba el Reino sobre la Tierra, por fín podía, Vuestro Dios, vivir nuevamente entre vosotros. Mí Cuerpo sufría un Sufrimiento Divino y Restaurador, Mí Alma y Mí Espíritu os daban nueva Vida en el Amor.

No es la Cruz la representación de Mí fracaso, como así Me quisieran ver Mís enemigos, es y debe ser para los Míos, la representación de vuestro triunfo, del Amor Excelso de Vuestro Dios al darse a Sí Mismo en Mí Presencia Divina para restauraros la Vida Divina que vive en vosotros. Es Mí Cruz el símbolo excelso del Amor Donado y Triunfante sobre las fuerzas del mal.

En resumen, es Mí Cruz, la Puerta de Entrada al Paraíso. Ved, hijos Míos, es Mí Cruz vuestra salvación y el Amor de Mí Padre hacia vosotros. Ved el Triunfo de Vuestro Dios sobre las fuerzas del mal, a la cuál ya no podrá vencer jamás.

Unid vuestras vidas, vuestras alegrías y sufrimientos a Mís Alegrías y Sufrimientos que tuve en la Cruz y salvemos juntos muchas almas.

Devolvamos vida nueva a aquellos que han muerto por el pecado y sus pasiones. Devolvamos amor y confianza a aquellos que ven en Mí Cruz, sólo el fin de Mí Presencia sobre la Tierra y no el Principio del Reino Eterno.

Vivamos unidos a la Alegría de Mí Padre porque así, con Mí Cruz, le he devuelto a Sus hijos amantísimos, que sóis todos vosotros.

¡Regocíjanse Conmigo, con Mí Triunfo y Mí Alegría en Nuestro Padre Dios!

Yo os amo infinitamente y os bendigo, en el Nombre de Mí Padre Eterno, en Mí Nombre, Vuestro Salvador Glorioso y en el del Amor Derramado y Purificador del Espíritu Santo.