Ago 14_98 La Renovación de la Iglesia y de la Humanidad.

Mensaje.

 

Mensaje de Dios Padre a JV

 

Habla Dios Padre,
Hijitos Míos, hoy os quiero dar uno de Mis Últimos Mensajes, la Renovación de la Iglesia y de la Humanidad.

Los acontecimientos que estáis viviendo no son nuevos, ya estaban anunciados en la Sagrada Biblia. El momento culminante de Mi Misericordia se acerca a pasos acelerados, vuestras oraciones para lograr el Advenimiento de Mi Reino han surtido efecto benéfico sobre ésta humanidad. Todo será renovado en Mi Amor.

Hijitos Míos, os lo he remarcado en Mis Mensajes y en los Evangelios, en el Amor no hay temor. Antes de hacer uso de Mi Santa Justicia, agotaré los recursos de Mi Santa Misericordia. Los que son Míos, los que han tomado Mis Mensajes como cambio y medio de vida, no deben temer a los acontecimientos, éstos se tienen que dar para protegeros contra la furia destructora que Mi enemigo quiere usar contra todo lo que es Mío, contra toda la Creación, contra todas las almas. Voltead a un lado y a otro y veréis cómo no ha respetado nada, os ha engañado, y si véis más en lo profundo, veréis que nada de Mi Creación, de Mis Leyes y preceptos, nada ha sido respetado, ni aún Mi Santa Iglesia, de la cuál se va a apropiar por un tiempo.

Todo lo que os digo no es nuevo. Mis Profetas se los preanunciaron y si os habéis acercado a estudiar con profundidad espiritual Mis Palabras y las Enseñanzas de Mi Hijo Jesucristo, ahí encontraréis todo lo que ahora os explico.

Vivan en la oración continuada, de día y de noche y velen, como os lo dijo Mi Hijo en los Evangelios, “Velen porque no sabéis cuando el ladrón llegará,” y os puedo asegurar que el ladrón ya está. Velad por lo más preciado que tenéis, que es vuestra alma y del estado de Gracia en el que la debéis mantener. Vivid en la alegría de corazón sabiendo que Me estáis sirviendo, que Me estáis ayudando, que Me estáis amando y que por tales motivos, la Gloria os está esperando para daros a unos el 30%, a otros el 50% y a otros el 100%, de acuerdo a lo que recibisteis y cómo lo trabajasteis.

Ofrecedme ya desde ahora vuestra vida y vuestra muerte, que no es otra cosa que el principio real de una nueva vida. Yo no Me separaré de vosotros en ningún momento, aunque todo se vuelva obscuro exteriormente. Voltead a vuestro interior y encontraréis Mi Luz, Mí Compañía, Mis Palabras de Aliento, Vuestro Sostén de Vida y Vuestra Compañía Protectora, en el momento del paso final de vuestras vidas, momento anhelado de Mi Corazón, momento en el cuál Me haréis feliz por poderos tener nuevamente a Mi lado y ahora, para toda la Eternidad, en donde, Yo, Vuestro Dios, Me derramaré en gozo, alegría y regalos hacia vuestra alma, ahora triunfante.

Mi Iglesia también será renovada. El humo del Infierno la ha nublado, su santidad está opacada, muchos de Mis Ministros Me han traicionado. Orad por ellos, porque su culpa tendrá que ser purificada y el dolor que han de sufrir, será mayor que lo que normalmente es para un alma mortal. La sangre de los mártires de estos últimos tiempos, logrará la purificación de Mi Iglesia y así se podrá nuevamente ofrecer el Sacrificio Santo y Sublime en toda su plenitud, en la Era del Amor por venir.

Os ha tocado vivir momentos de cambio muy importantes, os he escogido a todos vosotros para vivir éstos momentos. Entrad en oración profunda y dadme vuestra voluntad para que Yo, obrando en vosotros, Me acompañéis a renovar el Mundo entero y así se complete, por fin, Mi promesa del Padre Nuestro: “Venga a nosotros Tú Reino”. Podré nuevamente vivir con Mis creaturas y ellas reconocerán a Su creador y Me seguirán y se dejarán cuidar por el Supremo Pastor.

Hijitos Míos, espero con ansia eterna el gozo de Mi Triunfo. Compartidlo Conmigo ya desde ahora. No os fijéis en los sucesos intermedios de purificación, aunque sí, orad y ofreced sacrificios y penitencias, por la salvación propia y la de vuestros hermanos, sino ved el Nuevo Mundo que os espera y el gozo que Me daréis. Seréis un nuevo pueblo, Mi Pueblo escogido y Yo seré Vuestro Dios, el Único Dios, para todos los vivientes en ése tiempo.

¡Saltad de alegría! ¡Tocad los tambores y cítaras, porque el Triunfo se acerca! Vivid postrados en agradecimiento a Vuestro Dios y Señor porque ha tenido, nuevamente, Misericordia para con Su Pueblo.

Llevad ésta alegría santa a vuestros hermanos y hacedlos entrar en Mi Corazón con la ayuda de vuestro ejemplo de vida para Conmigo. Llevadme continuamente en Vuestro Corazón para que Yo os instruya sobre el proceder que deberéis tener en cada uno de vuestros momentos futuros. Dejaos llevar libremente por Mi Amor y Mi Voluntad. Yo os guiaré por senderos de Luz y no permitiré que tropecéis en las tinieblas. Yo, Vuestro Dios, os estaré acompañando en todo momento y os daré fortaleza y sabiduría para sobrellevar estos últimos momentos de ésta etapa de la Historia que terminará.

Vivid con la alegría del niño que espera la promesa del regalo que pronto se le dará. Vivid en la sencillez y en la confianza y no os preocupéis de lo material, eso pasará. El Nuevo Mundo traerá nuevas formas de vida, bellísimas, santificadas por Mi Corazón. Lo que es de ahora, lastre y basura será en lo futuro. Las nuevas riquezas del hombre, serán las verdaderas riquezas de Vuestro Dios, las que habéis olvidado, las que habéis hecho a un lado, las que no habéis cultivado. Un Mundo de Santidad y de Amor os espera, como no lo ha habido antes ni lo habrá jamás, hasta que entréis en el Reino de los Cielos.

Bellezas inimaginables os esperan, Cielos Nuevos, Tierras Nuevas, el Amor en Su Plenitud; vida de éxtasis tendréis, porque viviréis Conmigo en éste Nuevo Paraíso Terrenal.

Agradecedme ya desde ahora los contentos que os daré. Santa será vuestra alegría y vuestro gozo será colmado al vivir plenamente para Vuestro Dios y Señor.

¡Yo Soy Vuestro Dios y Señor, Creador de Todas las cosas visibles e invisibles y no hay otro dios fuera de Mí! ¡Yo Soy el Alfa y el Omega! ¡Yo Soy el AMOR!

Yo os bendigo en Mi Santo Nombre, en el de Mi Hijo Jesucristo y en el del Paráclito de Amor. Recibid las bendiciones de Mi Hija, la Siempre Virgen María y del Señor San José y de todo el Cielo.


 “Benditos sean los que escuchan la Voz del Pastor y la siguen, porque de ellos es el Reino de los Cielos”.