Abr 25_01 Os quiero explicar el porqué en Mis predicaciones hablé y preferí siempre al pobre.

Mensaje.

 

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

 

Habla Nuestro Señor Jesucristo,
Yo, vuestro Dios-Hombre, os quiero explicar el porqué en Mis Predicaciones hablé y preferí siempre al pobre.
El pobre al que Me refería no es el pobre en lo económico, sino al pobre que necesita de su Dios y también al que, por sentirse imperfecto, busca la ayuda de los demás.

La pobreza real va de la mano de la humildad, por e11o el pobre tiene siempre abiertas las puertas de Mi Corazón y de Mí puede obtener todo, ya que Me acepta como su Proveedor y Fuente de todo Bien.

El pobre y vuelvo a recordaros, no al que le faltan recursos económicos siempre está necesitado de Mí, Me busca, Me transmite, Me vive, sin Mí no puede hacer nada, porque Me pide constantemente Mi consejo y Mi guía para obrar correctamente en su vida. Se siente pobre espiritualmente, busca constantemente enriquecer su máximo tesoro, su alma. Este es el tipo de pobre al que Yo Me refería y al que amo mucho.

Las riquezas materiales muchas veces hacen despreciar a las riquezas espirituales. Recordad en el Antiguo Testamento al rey rico y poderoso que se enferma de lepra y en su desesperación va a visitar al profeta, aunque no era de su religión, quién no lo recibe personalmente por llegar con actitud soberbia, pero lo ayuda dándole un remedio sencillo, simple, pero que requería de mucha humildad y Fé ciega en el Dios al que pedía el favor. Se le pidió lavarse 7 veces en el Río Jordán, era algo sencillo, como lo son todas Mis cosas. El esperaba algo complicado, como complicado es el hombre. Su soberbia lo ciega arguyendo que en su país existían ríos mejores que el río judío y si no es por su siervo, quién le insiste en que se bañe ahí, no se hubiera curado.

Aquí podéis ver la figura del rey que es soberbia, porque se siente poderoso, prepotente, que siente que su dinero lo puede comprar todo y eso lo ciega a la realidad. En cambio, la actitud del sirviente es sencilla, acepta el remedio dado por alguien a quien se le debe respeto e insiste al soberbio que haga caso y así la humildad consigue el regalo ansiado.

Como otro ejemplo, recordad la actitud de la mujer no judía, no heredera de Mis Bienes, como se les hacía saber a los no judíos en ése tiempo y que a pesar de saber esto, ella se Me acerca pidiéndoMe por la salud de su  hija. Para probarla le digo que no es justo quitarle el pan a los que sí son hijos, los del pueblo escogido, para dárselo a los que no eran de los escogidos, a los que trataban como perritos, como gente sin valor. A pesar de lo fuerte de Mi respuesta, ella insiste, por ser buena madre, por ser humilde y no sólo pasa la prueba de humildad que le estoy poniendo sino que se anonada más y Me responde, “los perritos pueden comer de las sobras que caen del plato de sus dueños”. Con ésta respuesta Me está queriendo decir que Me sobra algo de Misericordia, que la utilice para salvar a su hija. Este tipo de humildad, complementada con una Fé absoluta es la que puede obtener de Mí hasta los Milagros más grandes.

El pobre de coraz6n, el pobre que necesita de Mí, hace todo lo necesario para obtener un bien, tanto para sí mismo, como para alguien más. Su persona desaparece, con tal de obtener la Gracia que Me pide.

En cambio el rico, el que siente que no necesita de nadie ni de nada, suele “comprar” los favores ó todo aquello que le guste. Su dinero lo ciega y le impide ver la realidad, la falta de amor verdadero en su corazón.

Al rico-soberbio, no le gusta servir, sino que le sirvan. No le gusta pedir, sino le gusta que le imploren. No le gusta ver la necesidad del hermano, sino que le gusta que lo alaben.

El “rico”, quién realmente es un pobre espiritual, pocas veces recibe algo grande de Mí. Este tipo de “ricos” existen entre la gente pobre y la gente rica económicamente hablando. Aunque su riqueza mundana es de diferente cuantía, se sienten satisfechos con ella y ésta “riqueza” los lleva a cometer atropellos, desvíos y pecados graves. Cuando éstos “ricos” se sienten poderosos, con sus riquezas compran todo tipo de placeres, vicios, etc., poniendo en riesgo a su familia y a su alma, ya que al sobrarles ése dinerito y por estar vacíos de Mí, se envician y mueren espiritualmente.

El rico-pobre es aquel que tiene muchos bienes materiales; pero se sabe
poca cosa espiritualmente. El sabe que lo que tiene se lo debe a Mi Divina Providencia, y que no le pertenece. Sabe que depende de Mi Sabiduría para manejar ésos bienes materiales y que con ellos, debe hacer el bien. Y, así como reparte de sus bienes, Yo los aumento, porque es un buen administrador.

Busca al necesitado, le da y como no vive para acrecentar sus bienes materiales, sino los espirituales, Yo le doy más, porque sé que no se va a perder su alma por sentirse “poderoso”, humanamente hablando, sino que se siente hijo de su Dios y administrador, sólo administrador, de los Bienes que se le han concedido. Este tipo de almas son las que amo y deseo se multipliquen grandemente.

Existe también el pobre-pobre y en ellos Me recreo, porque Yo Me presenté así en la Tierra. Son pobres en lo económico y se sienten pobres espiritualmente hablando, en el sentido de que dependen TOTALMENTE de su Dios.

Yo Me presenté así al Mundo, pobre en lo material y pobre espiritual, al vivir aceptando totalmente la Voluntad de Mi Padre. Este tipo de almas son las más deseadas de Mi Corazón, porque no se venden al mundo y se dan completamente a su Dios.

Al pobre-pobre no le importa humillarse con tal de obtener un trabajo, un favor, dar un servicio. El sabe que necesita de sus hermanos, del trabajo que ellos le puedan dar para poder vivir, para poder pagar lo necesario para su familia, para poder pagar las medicinas que le urgen, etc. El busca obtener lo necesario para comprar sólo lo más importante. Para él no existen las cosas superfluas. Se sabe administrar bien y no anda viendo en que malgastar su dinero. El Me vive y Me viven en su hogar. Existo perfectamente en su vida personal y familiar y Me he vuelto el Primero en sus vidas, ¡Me recreo en su hogar!

Si Yo, a veces, os quito de esas riquezas mundanas que sólo os están llevando a la soberbia y a una posible muerte espiritual y eterna, es para que recapacitéis y os pongáis a buscar la pobreza espiritual, para que aprendáis a reconocer que sin Mí no sois nada y que sin Mí no podréis ganar vuestra salvación eterna.

Con todo esto os quiero dar a entender como no es la pobreza espiritual, en sí misma, la que importa para que logréis entrar en el Reino de los Cielos, sino que es vuestra humildad, de corazón, la que abre Sus puertas para que entréis triunfantes.

Yo os amo y os bendigo en Nombre de Mi Padre, en Mi Nombre y en el del Santo Espíritu de Amor.