Abr 06_01 Una sola gota Mi Sangre sería capaz de salvar a mil mundos.

Mensaje.

 

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J.V.

 

Habla Nuestro Señor Jesucristo,
“Una sola gota Mi Sangre sería capaz de salvar a mil mundos”.
Yo Soy vuestro Dios, el Dios Encarnado, el Dios al que se refieren las Escrituras y a quién muchos profetas se refirieron y esperaron.

Mi Misericordia se dio, por fin, al Encarnarme y al realizarse todo lo que de Mí se dijo en la Antigüedad. Yo Me presenté al pueblo judío, al pueblo de Mi heredad y no Me respondió  como el hijo consentido debiera hacerlo, Me negó y Me crucificó, pero gracias a ello, Mi Promesa y Mi Liberación llegó a todos los pueblos de la Tierra y a todo tipo de hombres, no solo a los que pertenecían a Mi Pueblo escogido, sino a todos los que posteriormente  escogieron Mis Enseñanzas dadas por Mis Apóstoles.

La Sangre derramada fue la de vuestro Dios. Los dolores intensos fueron de vuestro Dios, y la Salvación se logró por Mí, vuestro Dios. Mis dolores, Mi Pasión, la traición de los Míos, fue real y muy dolorosa. Todo lo dí por amor a vosotros, por vuestra salvación, pero qué poco eco encuentro en vuestros corazones, cuánto menosprecio, cuánta infidelidad, cuánta falta de agradecimiento.

Sí, Hijitos Míos, la Sangre Preciosa de vuestro Dios Encarnado  se dio hasta Su última gota y con la finalidad de salvaros a TODOS vosotros. Cuánto dolor hay en Mi Corazón porque veo en muchos corazones que todo lo que Yo hice no sirvió para nada, Yo no existo en muchos corazones. El que Yo haya muerto por ellos no les afecta ni para bien ni para mal, simplemente no existo en su vida.

Cuanta falta de amor y de agradecimiento existen en la mayoría de los corazones.

No alcanzáis a comprender lo que es éste Misterio. Que vuestro Dios se haya encarnado y haya bajado a romper las ataduras del pecado con las que satanás os tenía inmóviles. 

Yo vine a daros vida, a daros un respiro, a cumplir las Escrituras que prometían al Salvador.

Me quise hacer hombre como vosotros, para que pudiera  acompañaros en vuestros dolores, en vuestra misión, en el dolor que causa el pecado por separarse de su Dios.

Yo, con Mi Vida y Enseñanzas os vine a dar la forma de vencer al mal, mal que todos vosotros padecéis, pero que los que Me pertenecen, al  tomarlas para sí, no permiten que el mal les venza y les evite gozar del Premio Eterno.

Mi Sangre Preciosa se dio por cada uno de vosotros. Bajé para que no pudiérais decir: Tenemos un Dios magnífico, pero estando allá arriba, nunca se  acuerda de nosotros. Ofrecí por vosotros Mis penas, dolores, persecuciones. Fui uno más entre vosotros, por amor, pero no Me manché con el pecado, a  pesar de que el mismo satanás me atacaba constantemente, al igual que a cada uno de vosotros ataca. ¡Yo los vencí y Os dejé Mis Enseñanzas para que vosotros también o vencierais!

Yo os di hasta Mi última gota de Sangre para que os alcanzara vuestra Salvación en todos los siglos, pasados y futuros. Yo no Soy un Dios de un momento, Mi Pasión, Mis Enseñanzas, Mi Resurrección es, fue y será para siempre. Mi Sangre Preciosa sigue derramándose a diario en todos los pueblos de la Tierra, a través de cada Misa y es tan valedera como aquellos que Me vieron en el Gólgota. Aunque ahora Mi Sacrificio es incruento, Yo, verdaderamente, estoy en cada Misa. ¡Yo aún estoy vivo entre vosotros!

Por la falta de Fe y de Amor a vuestro Dios, no alcanzáis a ver ni agradecer este Misterio tan grande y tan bello, puesto que con él yo sigo estando entre vosotros, levantando muertos a la Vida, curando enfermos, enseñando a través de Mis Palabras, compartiendo con vosotros alegrías y tristezas. Yo no me aparto de los Míos, Yo velo por Mi pueblo y Yo sigo suscitando salvación entre las almas, que con humildad reconocen su pecado y se acercan a Mí, arrepentidos.

Llegaréis a comprender, en breve, lo que Mi Regalo fue para vosotros, el haberMe dado por vosotros, es algo que no comprenderéis bien sino hasta que Mi Santo espíritu os lo explique.

A pocos, muy pocos se les ha dado a comprender y sentir Mi Sufrimiento, y el gozo de Mi Pasión. Sí, realmente sufría como hombre, pero también gozaba como Dios, porque con ello Yo estaba rompiendo las ataduras del pecado que os agobiaba y os estaba dando la Luz a seguir.

Yo fui, para los que me aceptaron, Luz en su camino, Luz en su vida. Les di la dirección correcta a donde dirigirse, ya no iban a deambular en las sombras con las que el pecado los cubría. Yo vine a disipar esas tinieblas, ¡Mi Sangre poderosa lo logró! Con Mi Sangre sellé el pacto con vosotros para vuestra salvación. Ya no era una Promesa antigua, de palabra o sellada con sangre de animales, fue ahora con Mi propia Sangre, Sangre de un Dios que os ama como nadie os puede amar.

Yo os dije: “No hay mejor amigo que el que da su propia sangre por él”. El verdadero amigo puede llegar a dar su propia vida para salvarlo de un peligro. Yo os libré del peligro perenne que tenéis en la Tierra, satanás.  Mi Sangre Preciosa lo venció y lo sigue venciendo y lo sigue venciendo en todos aquellos que siguen a su Dios, a Mí, el Salvador. Aquellos que se protegen y se revisten con Mi Sangre Preciosa no pueden ser afectados por los poderes del infierno. El Poder de Mi Sangre puede vencer TODO LO MALO con lo que el demonio os pueda atacar y así, para no separarMe de vosotros, Me quise quedar entre vosotros, Os dejé la  Fuente de Vida para permitiros crecer, fortaleceros y protegeros de los ataques del mal.

Me sigo dando a diario en la Santa Eucaristía y quien a Ella acude, se llena de Mi Vida, de Mi gozo, de Mi Salvación. No hay mejor alimento ni medicina para el alma, que el recibirMe, en estado de Gracia, en la Sagrada Eucaristía.

Mi Presencia en un alma lo es todo. No hay nada en el Universo entero que pueda darle más gozo a un alma que el estar con su Dios. La gran mayoría de vosotros no le permitís al alma alcanzar este gozo entero, este gozo infinito,  por estar tan embebidos en las cosas del mundo.

Pronto sabréis el regalo que tuvisteis y cómo lo desperdiciasteis y no sólo con vuestra alma, sino también el bien que dejasteis de dar a vuestros hermanos. 

Las almas que están Conmigo y en Mí, al recibirMe, su gozo es tan grande que no pueden contener todo Mi Poder de Amor, e inmediatamente lo empiezan a transmitir, primeramente con el deseo, pidiendo por todos sus hermanos de la Tierra y del Purgatorio y posteriormente con el ejemplo de vida. Así, las almas que están Conmigo, se vuelven administradoras de Mis Bienes, se vuelven almas ricas, deseosas de compartir su riqueza. Cuando un alma actúa así, está haciendo que Mis Gracias y Bendiciones cubran a todas las almas del Cielo, del Purgatorio y de la Tierra completando Mi Obra de Redención.

¡Gracias, Mis almas agradecidas y compartidas, porque con vosotras muchas almas de hermanos vuestros están alcanzando su salvación, Gracias!

Yo os Bendigo y os amo con el Amor de Mi Padre, con el Amor de Mi Redención y con el Amor Purificador de Mi Santo Espíritu.