Oct 06_00 El Desear y el Hacer.

Mensaje.

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J.V.

Habla Nuestro Señor Jesucristo,
Hijitos Míos, hoy os quiero hacer reflexionar sobre dos palabras, sobre dos ideas, el desear y el hacer.

Estas dos palabras son válidas en la vida de una persona cuando las tomáis en forma positiva, como os lo quiero explicar, pero en la vida de un cristiano, en un hijo Mío, una de las dos palabras es la que vale más.

En el desear, pero desear de corazón, hay ya una moción de vuestro corazón a buscar un bien para alguien. En el desear de corazón, para interceder por alguien ó por algo, ya implica un sentimiento de compañerismo, de hermandad, de desear un bien para alguien necesitado. En el desear ya pusisteis atención en vuestra mente y en vuestro corazón, para buscar un bien por alguien. Al desear ya estudiasteis la necesidad del ó las personas y movéis vuestro corazón a pedirme por él ó ellas, para buscar el favor requerido.

Sí, realmente hay deseo y hay acción, pero éstas dos situaciones se quedan en vuestro corazón y aunque son válidas, muy válidas, sobre todo cuando no se puede llegar personalmente a las almas por las que se pide, lo que a Mí me gusta mucho más, es el hacer.

Yo os dí ejemplo de ése hacer. No sólo desee, sino vine a la Tierra e hice. Nosotros, en Mi Santísima Trinidad, deseamos vuestra Redención y ése Amor por Nosotros provocó el acto amoroso de Mi entrega total en Mi Misión de Redención en la Tierra.

Vuestros antepasados Me vieron, Me tocaron, Me escucharon y sobre todo, Me vieron actuar.

Un corazón se mueve más fácil al ejemplo sencillo vivido, que a las palabras bellas y muy adornadas dichas con gran elocuencia.

Nuestro deseo era salvaros y para ello tenía que venir Yo a enseñaros lo que Mi Padre deseaba. Reflexionad esto por un momento, ¿hubiera surtido el mismo efecto si la Redención la hubiera dado a través de enseñanzas por medio de profetas ó como Yo lo hice, dando y viviendo personalmente Mis Enseñanzas?

Ya en la antigüedad Mi Padre, a través de profetas de ése tiempo, os dio Su Pensamiento y ¿qué pasó con ellos?. No les creyeron y hasta los asesinaron, porque no les gustaba que se les reprendiera por su mal proceder.

Los profetas de ése tiempo llevaban vida común, vida de familia y no salían a evangelizar. Su evangelización se limitaba a dar el mensaje recibido a una persona determinada ó a toda la gente del pueblo, en donde pocos de ellos lo aceptaban debidamente.

Yo, vuestro Jesús, vine a enseñaros lo que se debía hacer con la Palabra de Mi Padre, no sólo la vivía y daba ejemplo de ella, sino que la llevaba a todos los pueblos que podía y luego envié a los Míos a que la llevaran a todos los pueblos de la Tierra, pero enseñándola a través de la propia vivencia.

 Al evangelizar no solo deseaba transmitir Mi Mensaje, sino que también obraba. Hacía milagros, convivía entre pecadores, ayudaba con Mis Manos a hacer lo que solía hacer como carpintero, daba limosnas de lo mismo que recibía. Caminé mucho y Me cansé mucho al llevar la Palabra de Mi Padre. Sufrí los rayos del sol que nos quemaba; sufrí las lluvias que nos caían cuando iba de pueblo en pueblo. Sufrí los fríos implacables del invierno. Sufrí los ataques del mal y gocé el triunfo al sacarlo de las almas de los afectados. Obré al máximo. Durante el día obraba de acción y durante la noche obraba en oración por todos vosotros y para todos los tiempos.

Si no se Me hubiera visto hacer todo lo que hice y decir todo lo que dije, no hubiera pasado de ser un profeta más, pero Me en cuerpo y espíritu por todos vosotros. El hacer, mueve más a las almas y deja un recuerdo imborrable. El desear es bello, pero, es más  frágil su acción y su duración.

Alguien puede desear querer a otra persona, pero sin la demostración de ése amor, no puede perdurar la relación. Entre dos novios, si sólo desearan amarse y no hubieran besos, caricias, apretones de mano, la relación no perduraría, ¡se necesita de la acción¡.

Lo mismo sucede con un bebé, si no tiene abrazos, besitos cariñosos de sus padres, cuidados amorosos, no podrá sentir seguridad ni un sincero afecto de parte de ellos. Un bebé, al que no se le hayan dado muestras de un amor verdadero desde su nacimiento, no tendrá un buen desarrollo, ni físico, ni emotivo, ni espiritual, porque, al no sentirse aceptado se sentirá rechazado, lo cuál afectará toda su vida, a todos niveles.

A un pobre, ya sea que le falte de lo económico ó de lo espiritual, que al pasar junto a él y al daros cuenta de su necesidad, sólo le deseéis que se mejore económicamente ó espiritualmente, con ello no le resolveréis su problema, deberéis actuar como Yo actuaría. Si os piden una moneda, dadla en Mi Nombre y si necesitan de vuestra ayuda espiritual, ya sea con un buen consejo ó con una enseñanza para aprender a orar, dadlo en Mi Nombre. Lo importante es que os deis, que se produzca amor en vuestro corazón.

Ya sea que os deis con oración profunda y de corazón por las almas de vuestros semejantes en el Purgatorio ó al otro lado del Mundo, a quienes no conocéis, también dad, de corazón y con amor, de lo que Mi Padre os ha dado gratuitamente en Su Providencia a cada uno de vosotros, a todos aquellos que se os acerquen a pedir una caridad.

Un amor sin obras se olvida muy pronto. Por eso Mi Padre Me envió a Mí, a Su Hijo, a evangelizar y ahora Yo le pido a los Míos de éste tiempo, hacer lo mismo y les digo lo que les dije a Mis apóstoles de aquél tiempo: “Id y predicad a todas las naciones”.

Todo lo que hagáis por vuestros semejantes, por todos vuestros hermanos, ya sea de deseo, ó mejor, de acción, Mi Padre os lo recompensará con creces.

Yo os bendigo en Nombre de Mi Padre, en Mi Nombre, vuestro hermano y en Nombre de Mi Espíritu de Amor, a quién deberéis acudir para que os cambie vuestro corazón de piedra, por un corazón como el Mío.