Jun 26_00 Las Distracciones del Alma.

Mensaje.

 

Mensaje de Dios Pade a J.V.

Habla Dios Padre,
Hijitos Míos, hoy os quiero hablar, nuevamente, sobre las distracciones del alma. Mucho necesita el hombre para no desviarse con las cosas de la Tierra. Mucha prudencia debe haber en el alma humana para no caer en lo que Mi adversario os propone. Mucho amor debe cultivar el alma humana para no dañarse con lo que el mundo provee.

¡Cuánto mal os hacen las cosas del mundo cuando las hacéis ídolos! ¡Con cuánto mal son las almas envenenadas cuando os dejáis conducir por las mentiras del mundo! ¡Cuánta tibieza espiritual se apodera de vuestra alma cuando ponéis todo vuestro empeño en conseguir al mundo y no Mis intereses!

El alma se daña sobremanera cuando el hombre solo busca lo que la agrada a la carne y a sus vanidades. La carne, en su vanidad y en su soberbia, os lleva a buscar, a veces sin medir ni pensar en las consecuencias futuras, el sobresalir ante vuestros demás hermanos buscando el ser el máximo exponente en alguna modalidad física ó intelectual, en la cual os enfrascáis y perdéis vuestro vital tiempo espiritual en tratar de ser el número uno.

Se os enseña, erróneamente, que al vivir en el mundo debéis de tratar de sobresalir en todo. En vuestra temprana edad, ser el mejor en la escuela, ya sea en los estudios, ya sea en los deportes.

Vais creciendo y os vais dando cuenta de los dones que Yo os he concedido y les tratáis de sacar el máximo provecho, ya sea sólo para ser reconocidos ante los demás ó ya sea para aprovecharos de los demás, para fines económicos. Crecéis y seguís compitiendo por ser el mejor profesionista, para poder ser famoso, tanto en vuestro conocimiento, como en el dinero que obtendréis por “ser el mejor”.

¡Cuánta vaciedad! ¡Cuánta mentira! Sí, es verdad que Mi Hijo Jesucristo os dijo: “Sed perfectos, como mi Padre es Perfecto”. La perfección debéis buscarla pero para servir y no para ser servidos, no para que vuestros hermanos os tengan como ídolos ó que os hagáis ricos a expensas de su pobreza física ó intelectual en las que algunos de vosotros fuisteis más agraciados gratuitamente por Mí, vuestro Dios.

Meditad y observad a los que son vuestros guías, jefes de estado, jefes de empresas ó aún entre los mismos dirigentes de Mi Iglesia, ¿cuántos de ellos realmente usan de los bienes espirituales que Yo les concedí para ser servidores humildes de sus hermanos? Vosotros mismos, la gran mayoría de vosotros quienes no tenéis un puesto “importante”, ¿qué habéis hecho con los bienes espirituales con los que Yo os he dotado? ¿Cuántas veces os habéis puesto al servicio de vuestros hermanos compartiendo de los dones que concedí a cada uno de vosotros y que los demás no poseen?

Es fácil criticar a los que sobresalen, pero no veis que cada uno de vosotros, en menor grado estáis cayendo en el mismo error. También se los dijo Mi Hijo Jesucristo: “Al que más se le dio más se le pedirá, al que menos se le dio, menos se le pedirá”, pero nadie queda exento de la obligación de servir con los dones obtenidos.

Queréis ser el número uno en la Tierra apoyándoos en las cualidades temporales, cualidades que se irán disminuyendo así como el tiempo pase. Van a ser reconocimientos temporales que podrán durar 1, 3, 10, 100 ó 1000 años, pero se olvidarán tarde ó temprano. Desperdiciasteis vuestro tiempo, buscasteis una perfección en las cosas temporales para vuestro propio bien y cuando ahora ya no tenéis más ése bien, físico ó intelectual, os amargáis y os venís abajo porque os véis olvidados por el mundo.

¡Cuánta ceguera y cuánta necedad por parte del hombre! ¿Por qué no buscáis la perfección de los verdaderos bienes eternos? Cuando Mi Hijo os dijo: “Sed perfectos como Mi Padre es Perfecto”, se refería a los bienes eternos.

Yo Soy Espíritu y Vida y en lo que debéis perfeccionaros es en la espiritualidad de vuestra alma, ya que ella os dará la felicidad eterna, por el reconocimiento que Yo vuestro Dios, daré a cada alma, reconocimiento que vale infinitamente más que cualquiera que podáis obtener de vuestros hermanos en la Tierra.

Mi enemigo os conoce, les puso a vuestros Primeros Padres la tentación cuando les pedí no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. La Ciencia, el conocimiento humano, es una trampa mortal. Siempre queréis saber más, buscáis el conocer más pero, casi siempre, para ganar más dinero ó para sobresalir con vuestro conocimiento.

Ahora sois creaturas limitadas por causa del Pecado Original. Yo vuestro Dios y Creador, les había dado a vuestras Primeros Padres todo el conocimiento de todo lo creado y de todas las leyes que rigen a la vida y a los astros del Cielo. Tenían el conocimiento infuso dado con Mi Soplo Divino. Yo Soy el Conocimiento Eterno y Yo doy Mi Conocimiento a quién Yo quiero.

Vuestros Primeros Padres, por su pecado, por querer saber más, por soberbia, perdieron todo y ahora vosotros, sus descendientes, apenas vais empezando a crecer, con dolor, con mucho dolor, lo que antes Yo les había dado gratuitamente y con Amor Divino.

Actualmente apenas poseéis una íntima cantidad del conocimiento que di a vuestros Primeros Padres. Aún vuestros “grandes sabios actuales”, sólo poseen una mísera cantidad del conocimiento infuso que puse en vuestros Primeros Padres, pero su soberbia los hace sentirse grandes ante todo el género humano.

Yo doy Mi Conocimiento a los más pequeños para que “los sabios y entendidos” queden turbados. Los pequeños, porque así se estiman ante Mi Presencia, se confían plenamente en Mí, su Padre. Los “sabios y entendidos”, su soberbia los separa de Mí, porque se sienten tan grandes, envueltos en los honores humanos, que desprecian Mi Sabiduría y Mi Ciencia y se encierran en su pobreza intelectual.

Mis pequeños serán inmensamente grandes en el Reino de los Cielos, Reino eterno en donde sólo los humildes entran con facilidad, donde brillarán con luz propia, infundida por Mí, vuestro Creador y aún así se reconocerán pequeños, porque su valor radica en el amor y en la fidelidad que me tienen.

En cambio, los que ahora han buscado con tenacidad y con falta de sabiduría los bienes y los honores del mundo, recibirán olvido y privación de Mi Gracia si no recapacitan a tiempo.

Los honores del mundo son una trampa muy atractiva del mal. Casi todos habréis querido alguna vez ver vuestro nombre en algún libro, anuncio luminoso ó en alguna pantalla televisiva ó al menos ser nombrado por vuestros semejantes. Los que son Míos actúan en la sencillez, actúan en lo privado, actúan en el servicio desconocido por el resto de la humanidad. Estos serán Mis estrellas que alumbrarán con gran luz Mi Cielo.

Recordad lo que Mi Hijo os dijo: Aquél que ya fue reconocido ante sus hermanos, ya recibió su paga y aquél que obró en lo privado de Mi Corazón, recibirá su paga en el Reino de los Cielos.

Los reconocimientos del mundo, la gran mayoría de las veces, os llevarán al olvida eterno. Si no fuerais tan ciegos y soberbios, al daros cuenta de las maravillas que he creado para todos vosotros, deberíais postraros en agradecimiento, reconociendo Mi Poder y Mi Amor y no deberíais atribuir todo lo creado a la casualidad, como muchos de vosotros aún lo creéis.

Sed sabios y pequeños y encaminad vuestros pasos hacia lo que realmente vale para vuestra vida eterna.

Entended antes de que sea demasiado tarde. Se os ha concedido un tiempo y se os tomará cuenta de él, ya que se os concedió para servir y para dar presencia de vuestro Dios en la Tierra. No bajasteis para ser servidos y para que se os reconociera a vosotros mismos sin dar frutos espirituales de vuestro Dios a todos vuestros hermanos.

¡Recapacitad! Volved al buen camino, al camino humilde en el servicio, apoyados con los dones que he concedido a cada uno de vosotros para el crecimiento y salvación espiritual de vuestros hermanos.

“No sabéis ni el día ni la hora en que el que os pedirá cuentas vendrá por cada uno de vosotros”. Así que meditad y orad para que no os encuentre con las manos vacías y no os deje entrar al Reino Eterno de los Cielos.

Pedid Mi ayuda en Mi Santo Espíritu, llevados de la mano de Mi Hija, la Siempre Virgen María, quién os conducirá ante Mi Hijo Jesucristo, para que El pueda obtener de Mí todo lo que necesitáis para cumplir con vuestra misión lo mejor posible.

Yo os bendigo en Mi Santísimo Nombre, en el Nombre de Mi Hijo Jesucristo, en el Nombre de Mi Santo Espíritu y en Nombre de Mi Hija María, Madre del verdadero Dios por quién se vive.