Jun 07_00 Yo soy un Dios de Vida que no deja caído ni al muerto de cuerpo, ni al muerto espiritual.

Mensaje.

TEMA:

  • Si Jesucristo no hubiera Resucitado, vana sería nuestra Fe.

 

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J.V.

 

Habla Nuestro Señor Jesucristo,
Dicen las Escrituras: Si Jesucristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra Fé. Yo, con éste hecho os demostré, nuevamente y para siempre, el Poder de Dios.

Durante Mi Vida Pública hice innumerables milagros y de entre ellos, resucité a varios muertos, así, vencí a la muerte en varias ocasiones, y coroné Mi Triunfo Personal al volver a la vida al tercer día de Mi Muerte.

Yo Soy un Dios de Vida que bajé a servir a Mi Padre trayéndoos Su Plan de Vida, vida para el Mundo y para recordaros la forma de vida que se tiene en el Cielo.

Yo Soy un Dios de Vida que no deja caído ni al muerto de cuerpo, ni al muerto espiritual. Este hecho es mucho más importante y lo debéis reflexionar profundamente.

La muerte espiritual os va a producir muerte eterna, en cambio, la muerte física sólo os marca el fin del tiempo permitido por vuestro Dios para servirle en la Tierra.

La muerte espiritual puede existir, y de hecho existe, en personas físicamente vivas, pero los pecados graves causados contra el Amor de vuestro Dios, causan la muerte a vuestra alma. Os volvéis cadáveres nauseabundos caminando por el Mundo. Estas son palabras fuertes, pero si las meditáis, las comprenderéis mejor.

Un cadáver hiede a los pocos días de muerto el individuo y nadie se le acerca. Una persona que vive en pecado mortal, que sólo produce mal, que sus acciones son causa de problemas y de maldad hiede en vida, nadie se le quiere acercar, porque saben que al tener contacto con tal persona, sólo se puede recibir mal, ataque, calumnia o aún la muerte.

Por ellos, Yo también os dije: “Yo vine a rescatar al pecador, para que se convierta y viva”. Al rescatar al pecador le doy la oportunidad de enmendar el camino errado que tuvo y le doy la oportunidad de empezar una nueva vida en la Gracia, vida que en muchos casos va o producir, también, nueva vida a otros muchos que estaban como él, al volverse ejemplo de virtud y aliento para apoyar a otros de sus hermanos caídos en la lucha contra el mal.

Yo Soy vuestro Dios y no puedo dejar a un alma caída en la lucha. Os dije en un Mensaje anterior, que la Tierra es un campo de batalla en donde las almas, envueltas par un cuerpo, vienen a luchar por su Dios, para vencer, con Mi Amor, el odio, la maldad, la muerte que produce el pecado y que el maligno ha diseminado por toda el Mundo, para destruir a todos Mis hijos y a la Creación completa.

Un alma donada a su Dios, vale muchísimo, porque es parte de Mí y vosotros debéis aprender a ver en el alma caída, la ayuda real que necesita. Pero, como ni vosotros mismos habéis crecido mucho espiritualmente, sólo alcanzáis a ver el cuerpo caído, la envoltura que usáis en la Tierra para comunicaros unos a otros en forma física. Debéis aprender a comunicaros unos a otros a nivel espiritual, esto es, viendo por las necesidades espirituales de vuestros hermanos, intercediendo ante Mí para que se les concedan los Dones necesarios, para que puedan estar más preparados para poder vencer las fuerzas del mal y para que puedan dejar Mi Tesoro sobre la Tierra, Mi Amor, entre los vuestros.

Yo vine a vencer al mundo y, a pesar de los múltiples ataques que tuve de parte del maligno, a veces en forma directa, a veces a través de personas que se dejaron conducir por él, Yo la vencí.

Todos vosotros sois muy pequeños para poder vencer a las terribles fuerzas del mal por sí solos, por ello Yo os vine a mostrar el Camino que os iba a dar el Conocimiento y la Luz para poder vencer en la batalla y salir  victoriosos en vuestra misión por la Tierra.

Vosotros no pertenecéis al mundo, pero el mundo, como imán poderosísimo, os trata de atraer hacia él. Cuando no vivís vida de oración, que es alimento del alma, ésta se debilita, y sucumbe al alimento del cuerpo, que son los vicios y pasiones desordenadas y así os va venciendo el mal y os va atando fuertemente a las cosas inservibles para vuestra alma, para llevaros a la perdición eterna.

Yo vencí al mundo y os traje la Verdad, la Verdad de Mi Padre, la Verdad que se vive en el Cielo, la Verdad que os hace libres y llenos de Luz, a pesar de vivir rodeados de tinieblas y mentira. Aquellos que se acercan a Mí, encuentran la Verdad y con ella, no sólo vencen en forma personal al mundo y a sus asechanzas, sino que ayudan, como hermanos que sois, a los más necesitados a servirse de ésa Verdad y con ella ganar el Cielo, vuestro Hogar.

Yo vencí al mundo y a su pecado y les dí nueva vida aún a los más pecadores que se acercaron a Mí a pedir, con humildad, Mi ayuda y así poder volver a ver Mi Luz. Podréis recordar cómo Yo les decía a los “enfermos” que se acercaban a Mí a pedir por su salud física, Yo no les decía, tú mano, ó tú pié, ó tu cuerpo, etc. queden curados, Yo les decía, generalmente, “tus pecados te son perdonados”. Se extrañaban, pero es una realidad de cómo el pecado del alma puede afectar al cuerpo físico de vosotros. Entonces, al quedar el alma sin pecado, sin maldad, sin presiones del maligno, el cuerpo físico sufría una transformación favorable y, como el alma es una parte de Mi propio Ser, ella tiene la facultad, como os lo prometí, de producir milagros y el primer milagro que se realiza al estar en estado de gracia, o sea, en íntima unión Conmigo, es sobre su propio cuerpo. Yo le dije a Mis Apóstoles: Aquél que esté Conmigo, Me siga y lleve Mis Enseñanzas a sus hermanos, podrá hacer las mismas cosas que Me visteis hacer y las hará aún mayores.

El milagro es una fuerza divina que ayuda a restaurar lo que está dañado, tanta espiritualmente como físicamente. Todos vosotros, como hijos de un solo Dios, Nuestro Padre, tenéis el derecho de usar de éste Bien Divino, para ayudar a vuestros hermanos. No es exclusivo de algunas almas, es propiedad de todos vosotros, pero, para lograr llevar a cabo un milagro, se necesita saber hacerlo y para ello, primeramente se necesita vivir bajo Nuestra Divina Voluntad. Los dones que concedemos no son para juego o para que seáis alabados por vuestros hermanos, sino que se os conceden para servir, como Yo os serví cuando pasé Mi Tiempo sobre la Tierra. Al vivir bajo la Divina Voluntad de Mi Padre, os convertís en otros Cristos, hermanos Míos y así inmediatamente os ponéis al servicio de vuestros hermanos, para servirles con los regalos gratuitos que Mi Santo Espíritu os concede.

El milagro es una acción de amor puro, sale de vuestro corazón sincero y mueve a Mi Corazón para que salga de él la fuerza vivificante que lo producirá. Al ver la necesidad de vuestros hermanos, vosotros tomáis como propia ésa necesidad, Me la ponéis a Mis Pies y con sincero amor y con una Fé crecida en la confianza en vuestro Dios, sabiendo que lo que Le pidáis en Mi Nombre, nada se os negará, así obtendréis la bendición del milagro para vuestros hermanos.

El milagro, así visto, se vuelve una herramienta de amor entre vosotros.

Podéis y debéis hacer milagros para defender a vuestros hermanos contra el maligno durante vuestra lucha en la Tierra.

Deberéis usar del milagro para acrecentar la Fe perdida en el alma raquítica de vuestros hermanos que se han dejado llevar por los bienes del mundo. Deberéis usar del milagro para reforzar a los “gladiadores” que os están protegiendo, a todos vosotros, miembros de Mi Iglesia y que están  “dando la cara” a todo el Mundo, para proteger y mantener Mis Leyes y Mis Decretos inmutables, a pesar de los ataques fortísimos del maligno y sus secuaces.

Deberéis usar del milagro para salvar a las almas de las cadenas del maligno, librándolas de las ataduras que las denigran como hijas de Dios. Entre estas ataduras se encuentran los vicios, las pasiones desordenadas, vida de pecado y de corrupción, en sí mismos y contra otros. Deberéis usar del milagro contra las fuerzas del mal cuando se han posesionado de las almas. Deberéis usar del milagro para ayudar a las almas a regresar triunfantes al Reino de los Cielos.

Como véis, el milagro es un elemento esencial de Mis hijos, para restaurar Mi Reino. No seréis vosotros los autores de él, Yo seré el Autor y el Productor del milagro, pero vuestro sincero amor por vuestros hermanos, por verlos caídos en desgracia espiritual, es lo que va a moverMe a producirlo. Ya os he dicho muchas veces que la vida de oración es importantísima, porque al vivir según Yo viví sobre la Tierra entre vuestros hermanos, os vais  dando cuenta de sus necesidades y con la oración y el milagro podremos restaurar sus almas y así lograr el cambio tan necesario para la Redención definitiva de la Tierra.

El mayor gozo que podréis dar a un alma, es la de dejarla en posibilidad de alcanzar el premio eterno. Orad y ved por las necesidades de vuestros hermanos, necesidades espirituales, que cuando están afectadas puede alterar a su propio cuerpo y a las almas de otras muchísimas personas más.

Detened con la oración, el ayuno y el milagro, la acción de Satanás entre vosotros.

Yo vencí al mundo, Yo vencí a la muerte, Yo vencí a Satanás y, como hermanos Míos y Dios vuestro, al vivir unidos Conmigo, podremos seguir haciéndolo.

Creced en la Fé y en la confianza a través de la oración y de la Eucaristía y nada ni nadie os detendrán en la difusión de Mi Reino de Amor

Yo os bendigo en Nombre de Nuestro Padre, en Mi Nombre y en Nombre del Amor de Mi Santo Espíritu.