Jun 02_00 Las Comunidades Cristianas.

Mensaje.

Tema:

  • Cómo debe ser la unión de los Cristianos para vencer al mal.

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J.V.


Habla Nuestro Señor Jesucristo,

Y dicen las Escrituras: “Los cristianos se distinguían por su hermandad, estaban todos unidos, vendían sus propiedades y el dinero lo ponían a disposición de los apóstoles, quienes lo repartían según la necesitaran todos, vivían felices ayudándose mutuamente y se diferenciaban de la demás gente.

Estos fueron los frutos inmediatos de Mis Enseñanzas sobre la Tierra. Después de Mi Muerte y Resurrección, mandé a Mis Apóstoles y Discípulos a enseñar a todas las Naciones y así se lograron crear las primeras comunidades Cristianas, las cuáles vivían como lo que Yo deseo que seáis, como verdaderas hermanos.

La distinción ante los demás no sólo la daba el hecho de ser cristianos, sino el hecho de comportarse como las almas se comportan el Cielo, como hermanos, pero hermanos verdaderos, cuidando de los bienes que se tienen en común, que su Padre les ha permitido compartir, que es fruto de su trabajo.

Esta frase que os dí al principio, encierra todos los frutos de Mi Evangelización. Dice, además de vivir como hermanos, “estaban unidos”.

Os he explicado en uno de los últimos Mensajes lo que significa la unión. Esta os dará la fuerza para vencer todos los ataques del mal mientras estéis de misión sobre la Tierra, os dará alimento espiritual a través de la oración de comunidad y divinizará vuestros actos al realizarlos unidos a Mis Méritos con lo cuál viviréis Conmigo en Mi Santísima Trinidad.

En la unidad se encuentra la ayuda necesaria para sobrellevar y aún vencer, las dificultades que se os presenten. Las primeros cristianos lo sabían y aprovechaban ésta Gracia perfectamente. Cuando se les presentaba algún problema entre comunidades, se unían a orar para que el Espíritu Santo los guiara. Se unían en un solo corazón y en un solo deseo, ante Mi Presencia, pidiendo por Mi Intercesión, la ayuda del Espíritu Santo, para que los condujera por los caminos perfectos de la predicación y de la solución a !os problemas que se les presentaban, ¡confiaban perfectamente en su Jesús, en su Dios!, cosa que ahora muy raramente veo entre vosotros, Mis hijos actuales.

Si se os presenta algún “problema”, que realmente son situaciones en las que pongo a prueba al alma para probar su Fé en Mí, en vez de acudir a Mí primero, lo tratáis de resolver con vuestras propias fuerzas, si no podéis, pedís ayuda a algún amigo ó conocido vuestro de los que “todo lo pueden”, porque tienen algún puesto alto en alguna institución ó gobierno. Si por ahí tampoco podéis aún resolver vuestro problema, acudís a brujos o adivinadoras, haciendo cada vez más grave vuestro problema y como por ahí tampoco vais a resolver vuestro problema, algunos ya al final se acuerdan de Mí, de su Jesús, de su Dios.

Pero ved como en la gran mayoría de vosotros y aún de los que Me consideran su Dios, no vengo a ser el primero en quién confiáis, sino que acudís a Mí ya que agotasteis vuestros “recursos humanos” y os sentís desesperados, cuando todo se podía haber resuelto, como Me gusta que sea, a través de la confianza en Mí, vuestro Dios, a través de la oración y en la vivencia real y sincera de Mis Enseñanzas y de Mis Leyes.

Las comunidades actuales son pequeñas y aisladas, por eso vuestro Mundo ahora se revuelca en el lodo y vive en las tinieblas del mal, porque no hay suficiente oración. Si vosotros, todos, o en una gran mayoría, os unierais a orar, como en los principios de la cristiandad, ¡fácilmente venceríais al mal y a sus secuaces! Os atacan y se aprovechan de vosotros porque, a pesar de que os unís a orar, no lo hacéis de corazón y con la total confianza de que vuestra oración va a ser escuchada par Mí y mantenéis la duda sobre la posibilidad de que Yo sí pueda resolver vuestros problemas personales o de comunidad. ¡Cuánta Fe os hace falta, Mis pequeños!

¡Con cuánto fervor y amor se reunían en las primeras comunidades! Se reunían sin que nadie ni nada los presionara. Se reunían porque el común Amor que los unía, el Mío, se manifestaba ahí, en cada corazón. Se reunían a tomar de Mi Alimento ávidamente. Alimento de Palabra y alimento Celestial, Mi Cuerpo y Sangre Divinos. En toda reunión Yo Me manifestaba a través de Mi Santo Espíritu y salían fortalecidos en cuerpo y alma. Posteriormente, si había algún enfermo de cuerpo ó de alma, Mis Apóstoles les imponían las manos para ayudarles a recuperar su salud. ¡Todo lo podéis cuando estáis en Mí!

La salud de vuestro Mundo, la salud de vuestra alma, la salud de vuestro cuerpo, todo está bajo Mi Poder y Yo lo puedo todo en aquellos que Me piden con verdadera confianza y con verdadera Fé.

Siguiendo con la frase del principio: “Y todos vendían sus propiedades y el dinero lo ponían a disposición de los Apóstoles”. Aquí, lo más bello a destacar, es el valor del desprendimiento de las cosas del Mundo, buscando las riquezas del Cielo. No hay riqueza más grande que tenerMe en vuestro corazón. Corazón que Me posee verdaderamente, ya no necesita buscar nada de éste Mundo, ya que ha encontrado, por fin, el verdadero bien.

Al poner el dinero para ser administrado por los Apóstoles, ellos lo hacían siempre bajo la guía del Espíritu Santo. Primero a las viudas desamparadas, luego, a los enfermos, a los que no podían trabajar por estar lisiados, etc.

En el mero principio, ellos llevaban, tanto el rito espiritual como la administración de los bienes económicos, pero pronto se dieron cuenta de que son dos cosas muy diferentes y muy opuestas por lo que, con la ayuda del Espíritu Santo, eligieron a hombres justos para llevar los dineros y a otros para llevar y propagar Mi Palabra. De aquí se formaron escalafones y se dieron los primeros pasos para establecer las reglas y leyes de Mi incipiente Iglesia.

Cuando doy el poder de mando a alguien, como en el caso de los Apóstoles, en un principio y posteriormente a otros, éste es siempre para servir a los demás y no para ser servido aprovechándose del liderazgo. Esto se los hice notar cuando Poncio Pilatos Me dijo: ¿Sabías que yo tengo el poder para dejarte en libertad? Y Yo le contesté: “No tendrías poder si no se te hubiera dado de lo alto”. Esto lo dije y lo digo actualmente para todos aquellos que se les ha permitido ser jefes ó autoridades sobre sus hermanos, el puesto que les concedo es para servir, para ver las necesidades de sus hermanos y para administrar los bienes y el dinero que pertenecen a todos.

Los bienes, tanto espirituales como materiales, os pertenecen a todos. Todos sois Mis hijos, porque Soy vuestro Dios y todos sois Mis hermanos al ser Yo, vuestro hermano mayor, Jesucristo.

Buscad el vivir siempre bajo la Verdad que sólo se puede dar al vivir bajo Mi Amparo y Mi Guía, bajo el Amparo de vuestro Dios en Su Santísima Trinidad.

“Y todos vivían Felices, ayudándose mutuamente”. La vida en Mi Vida, produce esta alegría sobrenatural. Es una alegría celestial, a pesar de aún estar viviendo sobre la Tierra.

Al actuar con caridad verdadera con todos vuestros hermanos, Me estáis dejando en cada corazón y ése es el mayor regalo que le podéis dar a un alma, dejarMe actuar y vivir en las otras almas.

Recordad el pasaje en el cual San Pedro le dice a un lisiado, que le pedía una monedita, a la entrada del Templo: “No tengo dinero que darte, pero te puedo dar lo que nos legó Jesucristo, el AMOR y con él se puede todo, y tomándolo de la mano, lo sanó”.

Con Fé y con Amor podréis salvar a todas las almas, podréis salvar al Mundo entero.

Yo os bendigo en el Nombre de Mi Padre, en Mi Nombre y en el Nombre de Mi Santo Espíritu.