Ago 19_99 EL SANTO ROSARIO.

Mensaje de Dios Padre a J.V.

Habla Dios Padre,
Sobre: EL SANTO ROSARIO.

Hijitos Míos, hoy os quiero hablar sobre el grandísimo favor concedido a Mi Hija Santísima, la Siempre Virgen María, el Santo Rosario.

Todas las culturas, antiguas y modernas, tienen y han tenido la necesidad de alabar, agradecer, pedir, ofrecer holocaustos y, sobre todo, amar a un dios determinado. El alma tiene ésa necesidad intrínseca, la de buscar y tratar de hallar su espiritualidad, ya que ella tiende a lo eterno, a lo sublime, a lo que no es de la Tierra.

Toda alma encarnada sufre una transformación, está aprisionada por el cuerpo y sus debilidades y así, el alma, tiene necesidad de concentrarse más en las cosas espirituales para poder vencer los desvíos, pasiones, pecado, a donde el cuerpo la quiere arrastrar. El alma inteligente, el alma que discierne, el alma buena, va a tender a luchar por mantener ésa espiritualidad con la que bajó y así, el esfuerzo por mantenerse en ése estado, será grande, porque grandes son los ataques del maligno por conquistar las almas hacia el mal. Por lo tanto, el alma, después de discernir en la verdad, llega a la conclusión de que no hay otro camino para mantenerse en la salud espiritual, que a través del alimento espiritual, el cuál consiste en la oración y en la vida de amor.

Mi Hijo Jesucristo, antes de instituir la Sagrada Eucaristía, daba ejemplo grandísimo de lo que la oración significa y debe, también, significar para todos vosotros. Las Sagradas Escrituras os lo exponen y os dicen: “Y Jesús, después de predicar se apartaba para orar al Padre” y también dicen: “Y Jesús se retiró a solas a orar” y en otro pasaje dice: “Jesús pasó toda la noche orando”, etc. Muchos son los pasajes en los cuáles se os habla del valor de la oración, tanto como alimento espiritual, como ayuda a prepararse ante las pruebas fuertes y así os lo narran las Escrituras: Cuando iba a dar comienzo a Su Vida Pública, Jesús se apartó a orar y ayunar en el desierto durante 40 días. Cuando iba a ser apresado os dicen las Escrituras: Y Jesús se retiró, junto con Sus apóstoles, en el Huerto de los Olivos. Y así y en muchas otras ocasiones, tanto El cómo Mi Hija, la Virgen, Madre de Mi Hijo, os enseñan cómo orar a Mí, a Su Padre. Siempre Su oración iba dirigida a Mí y podía ser, oración de agradecimiento, oración de amor, oración de unión íntima, oración de petición, oración de intercesión, como la tenemos en las Bodas de Canaán. Mi Hija intercediendo por los novios ante Su Hijo-Dios, así como todos aquellos que intercedían por algún semejante para alcanzar sanación y vida, en cuerpos y almas.

Oración de Comunión Divina, la instituir la Sagrada Eucaristía. Su Vida era oración y así también vosotros debéis alimentar a vuestra alma, con la oración continuada a vuestro Dios, de Quién todo recibís.

Hijitos Míos, a través de la oración humilde, sencilla, confiada, podréis obtener todo de Mi, siempre y cuando sea para la obtención y crecimiento de vida espiritual y para el mejor cumplimiento de vuestra misión sobre la Tierra. Recordad que os he dicho que no desperdiciéis vuestro tiempo de oración pidiendo cosas materiales superfluas, Yo velo constantemente por vuestras necesidades básicas y de vez en cuando os doy “regalitos extras” para mantener vuestro cuerpo en el mejor estado para que podáis cumplir vuestra misión. Cuando bajáis a la Tierra a servirMe y cuando buscáis primero Mi Reino, Yo os doy la añadidura, la cuál es la que concierne a vuestro cuerpo y sus necesidades.

La oración en manos de un alma amorosa, olvidada de sí misma y que sólo vé por Mis necesidades para con vosotros, es poderosísima. Así lo han entendido los grandes santos, por eso os he dicho que no importa la posición humana que tengáis, son vuestros deseos y vuestros actos los que cuentan, porque son los deseos del alma, por servir a su Dios, los que valen. Ha habido, entre vosotros almas encarnadas en reyes, en gente sencilla y hasta en mendigos y la santidad, en altos niveles, se ha dado en todos ellos. No es el dinero, ni la posición social la que va a dar poder a la oración ni a la santidad del alma, son los actos amorosos del alma, para Conmigo y para con sus hermanos, lo que la va a santificar. Es la vida de oración la que le va dando al alma el triunfo y el premio final y así, ahora conocéis de almas que no salieron durante muchísimos años, de un pequeño cuarto, por estar postrados en cama y que son ahora grandes santos. Por el contrario, también conocéis de grandes guerreros, defensores de la Fé, que dieron su vida ó en batalla ó al misionar otras tierras llevando la Palabra de Mi Hijo a sus semejantes y que ahora son grandes santos.

Sin la oración, hijitos Míos, no sois nada. Tenéis lo más grande que os puedo dar, el alma, pero sin la oración ella no puede crecer y así existen adultos de cuerpo pero con alma desnutrida, que no ha crecido, porque no le han dado alimento espiritual, que sólo se han dedicado a buscar la añadidura, esto es, sólo lo material. En cambio, hay niños de cuerpo, con alma adulta, madura, robusta, porque han entendido el grandísimo valor de la oración, la viven, la han puesto en práctica y han dado fruto abundante.

Sólo Yo puedo ver las almas y su desarrollo y, que sorpresas os llevaríais, si pudiérais vosotros también verlas y así veríais el alma, de los que consideráis entre vosotros “grandes hombres”, gente “importante” a ojos humanos, gente “popular” que conocéis por sus méritos artísticos, deportivos ó humanos, en los que su alma está raquítica ó prácticamente muerta, porque, además de no haberle dado vida viviendo y transmitiendo el amor limpio y sincero, le han matado a la Gracia por su vida en el pecado.

En cambio, podríais ver el alma de gente sencilla, “común y corriente” y aún mendiga o haciendo labores despreciables, para la gran mayoría de vosotros, que poseen almas bellas, almas grandes, almas heroicas en la virtud.

Esto os debe enseñar a no dejaros llevar pos las apariencias humanas que véis, sino que debéis respetar la vida real, verdadera, la que no alcanzáis a ver perfectamente, ya que, por lo general, las almas que viven en estado de Gracia y en oración, vosotros las notáis diferentes, raras, a ojos humanos. Debéis comprenderlas, agradecerlas y apoyarlas, porque gracias a ésas almas de oración, muchos males son detenidos y aún, anulados. Cuánto mal se podría detener y destruir si fuerais todos almas de oración, Viviríais el Cielo en la Tierra, porque el vivir en la oración, es vivir Conmigo y Yo Soy vuestro Cielo, Yo Soy vuestro Dios.

Mi grande Amor Me ha llevado a daros la Gracia, a través de vuestra Madre Santísima, de regalaros el Santo Rosario. Después de la Sagrada Eucaristía, el rezo del Santo Rosario ocupa un lugar grandísimo en Nuestro Corazón. Es a través del rezo del Santo Rosario y a la devoción de Mi Hija, la Siempre Virgen María, que una gran mayoría de los santos que conocéis, alcanzaron ésa santidad que poseen. Es a través del rezo del Santo Rosario que se han obtenido Gracias inmensas para pueblos enteros y aún para toda la humanidad. Es a través del rezo del Santo Rosario, que el Cielo se ha acercado a la Tierra y así, con la ayuda de su rezo, la Tierra se va a purificar.

No podéis apartar la devoción, el amor grandísimo que le tenéis a Mi Hija Santísima, con el rezo del Santo Rosario. Aquellos que han sido llamados a ser Mis hijos consentidos, Mis hijos en los cuáles Yo puedo confiar más íntimamente, han venido a través del Corazón de Mi Hija Santísima y por consiguiente, a través del rezo de Santo Rosario.

Es tan poderoso su rezo, que será a través de él, que el maligno será vencido y luego encadenado. Es a través del rezo del Santo Rosario, máximo exponente de la oración, el que muchos de los acontecimientos adversos a la humanidad, se van a aminorar ó a cancelar. Es a través del rezo y devoción al Santo Rosario, que una gran cantidad de las almas actuales sobre la Tierra, se van a santificar. Es a través del amor al Santo Rosario, que llegaréis a alcanzar al Sumo y Eterno Amor, para toda la Eternidad.

El rezo del Santo Rosario es la oración más completa que existe. Sacrificáis vuestro tiempo en su rezo, para dármeLo a Mí, a través de Mi Hija. Hacéis penitencia al rezarlo de rodillas y con toda delicadeza y amor. Ayunáis a vuestras bajas pasiones, al permitir que sea vuestra alma la que ore en vosotros y así detenéis y obstruís, con vuestra concentración amorosa, las acechanzas del enemigo. Ofrecéis holocausto divino, al nombrar varias veces, con amor y respeto, Mi Nombre y el de Mi Hija. Crecéis espiritualmente, con la ayuda de Mi Santo Espíritu, al meditar cada uno de los Misterios del Santo Rosario. Os volvéis corredentores con Mi Hijo, al acompañarLo y viviendo, cada uno de Sus Momentos, en los Misterios que rezáis. Me agradecéis profundamente las Gracias que recibís, al daros cuenta del regalo tan grande que habéis obtenido por la vida que os concedí y por todos los méritos de Mi Hijo Jesucristo y de Mi Hija, la Virgen María, para vuestra salvación y para vuestra Gloria Eterna.

Vivís momentos místicos durante su rezo, ya que cuando lo rezáis unidos al Cielo, al Purgatorio y con vuestros hermanos sobre la Tierra, Yo estoy en medio de todos vosotros y si Yo estoy con vosotros, Mi Vida está con vosotros y me manifiesto en vosotros y a vosotros en múltiples formas, como muchos lo habéis constatado.

El rezo del Santo Rosario os envuelve de Cielo aún en la Tierra.

Hijitos Míos, os he dado un gran poder que no debéis desperdiciar, un gran poder al alcance de todas las edades y de todas las condiciones sociales, un gran poder que os alcanzará el triunfo final, si lo usáis con respeto, amor y confianza, el poder de la oración y el del rezo del Santo Rosario.

Uníos fervientemente a Mi Hija, la Siempre Virgen María, para que apoyados en vuestra Madre, salvéis al Mundo, que ahora parece estar más en manos de Mi enemigo, que en Mis Manos.

Vuestra oración sincera, humilde, amorosa, hará arder Mi Corazón en Misericordia y sus frutos de protección y de Salvación para todas las almas, los podréis ver de inmediato.

Confiad en Mí, confiad en Mi Amor, confiad en Mi Misericordia, confiad en el poder de la oración.

Yo os bendigo en Mi Santísimo Nombre de Eterno Dios de Amor, en el de Mi Hijo Jesucristo, donación perfecta en el Amor, en el de Mi Santo Espíritu, Voz y Guía del Amor y en el de Mi Santísima Hija, la Siempre Virgen María, donación perfecta al Amor.