Jun 17_99 La Santa Alegría.

Mensaje de Dios Padre a J.V.

Habla Dios Padre,
Sobre: La Santa Alegría.

Hijitos Míos, hoy os quiero hablar sobre la santa alegría.

La alegría es un don que Yo he puesto en las almas y que a través de ella se reconforta el espíritu. Es, gracias a la alegría, el que vosotros podéis, más fácilmente, hacer amistades, levantar almas tristes, jugar y hacer vuestro paso por la Tierra, más placentero. La alegría, en un rostro, os dá confianza para entablar una relación con la persona que la muestra. La alegría, en una persona, denota un espíritu sencillo. Las almas que tienen problemas emocionales ó no están en paz Conmigo, pocas veces ó difícilmente sonríen. Las almas que no están cerca de Mí, que viven en el pecado, que viven para el maligno atacando con palabras y obras a sus semejantes, difícilmente sonríen, puesto que no pueden vivir ni sentirse alegres; quizá rían, con risa burlona ó diabólica, pero no tendrán nunca la alegría santa, la alegría que muestra paz y amor interno. La santa alegría nunca es burlona y si, por el contrario, respetuosa.

La alegría santa es una cualidad de todos aquellos que han permitido que Yo viva en ellos. La santa alegría se muestra en las almas que Me han buscado y Me han encontrado. La santa alegría se dá en todos aquellos que confían plenamente en Mí y no les afectan los cambios adversos en su vida, puesto que, al aceptar Mi Voluntad, están seguros que todo está guiado por Mí, que Soy vuestro Dios y saben que todo lo que Yo permito, siempre se traduce en un bien.

La santa alegría ha sido, el distintivo de todos los grandes santos, comenzando con Mi Hijo Jesucristo. A El nunca lo veían enojado ó abandonado a sus pesares, Su seriedad de momentos, era causada por un incremento en Su Oración para Conmigo, por vuestra salvación. El bromeaba, trataba siempre de mantener un ambiente de paz y alegría entre los suyos. Cuando podía, se acercaba a los niños a jugar con ellos, lo cuál no impedía que con ello, prosiguiera su labor de apostolado.

Se llega más fácilmente a los corazones a través de la alegría y de la paz, que de ella se deriva, que a través de la imposición y el regaño rudo. La alegría abre la propia alma y la de los demás a las mociones del Espíritu. La alegría hace milagros entre la gente abatida ó enferma. La alegría rompe muchos obstáculos en la comunicación que existe entre vosotros. Vosotros habéis comprobado, alguna vez que estando en una situación tensa y molesta, una pequeña broma que produzca alegría hace que la tensión desaparezca y todos los que estáis reunidos “os aflojáis” y empezáis a convivir más familiarmente.

La alegría os lleva a la hermandad. Recordad cómo eran conocidos los primeros cristianos en las primeras comunidades, era la santa alegría la que los distinguía de entre los demás habitantes. Aún cuando caminaban hacia el martirio, era la alegría la que predominaba, la santa alegría de saber que pronto se reunirían Conmigo, Yo que Soy la Fuente de la Paz y del Amor.

Cuando Mi Hijo Jesucristo os decía: “Dejad que los niños se acerquen a Mí, porque de ellos es el Reino de los cielos”, os estaba dando muchas lecciones a través de los niños.

El niño, ante todo, es sencillo, confiado, muy intuitivo, sabe ver las almas, antes que a los cuerpos. Se abandonan al amor de sus padres ó de las personas de las cuáles reciben amor sincero, ellos fácilmente lo perciben. El niño es alegre y travieso, el niño tiene un corazón abierto y se dá al que amor le dá. El niño sabe perdonar rápidamente, aún a pesar de la “nalgadita” que se le haya dado para corregirlo. Los niños tienen “mirada de Dios”, porque en ellos Yo habito fácilmente.

El niño no hace distinción de sexo, ni color, ni religión, para él, el otro niño ó niña es un semejante con el que puede platicar, jugar, divertirse, compartir sus secretitos, porque saben hablar el mismo idioma, el de la sencillez y el del amor.

El niño es alegre por naturaleza y por ello se dice que un niño es la bendición de un hogar porque su alegría y sus risitas contagian a todos los que los rodean. La alegría es una bendición que Yo os doy y muchas veces es la gran medicina que va a curar diversos males, tanto de cuerpo como de alma.

Todos debéis buscarla y hacerla crecer en vuestro corazón.

Sois Mis hijos y Yo no Soy un Dios triste y afligido que, a pesar de vuestras necedades, olvidos, distracciones e ingratitudes, Yo os veo como a niños pequeñitos que necesitan crecer y así, como os veo pequeñitos, Yo no os pido lo que se le pide a un adulto ya formal y desarrollado. Sois pequeñitos y comprendo perfectamente vuestras limitaciones. Lo único que quiero es que os acerquéis a Mí, confiados en Mi Amor y en Mi Perdón y ello os debe bastar para vivir en santa alegría.

Debéis daros cuenta que vuestra fragilidad y vuestra falta de interés por buscarMe y buscar Mis Intereses, os harán caer en faltas y en pecados, a veces graves, pero vuestra Fé y confianza en Mí, os deben llevar al arrepentimiento para recobrar la Gracia perdida y así recobrar Mi Vida en vosotros y vivir, nuevamente en la santa alegría.

No se le puede pedir o exigir lo mismo a un niño que a un adulto. Vosotros estáis acostumbrados que cuando se os habla de niños o adultos, inmediatamente pensáis en el desarrollo del cuerpo humano, Yo estoy hablando de las almas.

El alma madura, de las cuáles hay pocas, son las que han sido escogidas ó ellas mismas, por méritos propios, han crecido para querer amarMe más. Casi todos vosotros sois almas infantiles, ya por vuestra despreocupación, ya por vuestra frialdad, ya por vuestra negligencia espiritual al no aceptar las mociones del Espíritu Santo que habita en vosotros, ya por vuestra tibieza y así todos estos defectos os impiden el crecimiento de vuestra alma y os quedáis pequeñitos. Debéis buscar el crecimiento espiritual en la santidad de alma y así vuestro gozo será tremendo. La santa alegría os ayudará a ello, porque ella os dá la sencillez y la humildad. Debéis crecer, porque es Ley Natural y Divina el hacerla, pero nunca os separéis de las cualidades del niño y así llegaréis más fácilmente a Mi Reino.

Poco a poco creceréis, gozaréis más. Vuestra responsabilidad os hará madurar y ya no sólo llevaréis santa alegría a vuestros semejantes, sino le daréis santa alegría a vuestro Dios y Señor. Ese será el mejor regalo que Me podréis dar, porque un alma que Me ama, Me procura todo bien y así se vuelve vuestra vida, una verdadera vida de familia, en donde ahora vosotros os daréis perfecta cuenta de que sois Mis hijos y así entenderéis mejor la posición que tengo hacia vosotros, la de Padre Amorosísimo, que sólo busca el crecimiento y desarrollo espiritual de sus hijos, además de poderos llenar de regalos, tanto en vuestra vida sobre la Tierra, como para toda la Eternidad, en el Cielo.

BuscadMe y Me encontraréis y cuando hagáis un aposento perenne en vuestro corazón, para vuestro Padre y Dios, entonces viviréis Mi Santo Amor, el cuál os dará la santa alegría, que al poseerla la podréis transmitir más fácilmente a vuestros hermanos y al dejar Mi Amor en el corazón de vuestros semejantes, Mi Santa Alegría crecerá a niveles bellísimos en vuestro corazón.

Hijitos Míos, Yo os bendigo en Mi Santo Nombre, en el de Mi Hijo Jesucristo y en el del Amor del Espíritu Santo. Pedidle a vuestra Madre Santísima os comunique su Santa Alegría, la Santa Alegría de saberse Madre, Hija y Esposa de Su Dios.