Mayo 13_99 Mi Abandono a Dios Padre por vuestra Redención.

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J.V.

Habla Nuestro Señor Jesucristo,
Sobre: Mi Abandono a Dios Padre por vuestra Redención.

Hijitos Míos, hoy os quiero hablar de Mi Abandono a Dios Padre por vuestra Redención. La gran mayoría de vosotros os imagináis que La Redención por todo Mi pueblo se realizó solamente en los últimos 3 años de Mi Vida, o sea, en Mi Vida Pública, en Mi Vida de enseñanza. No, hijitos Míos, vuestra redención se llevó a cabo desde Mi Concepción en el vientre de Mi Madre, la Santísima Virgen María. Desde ése preciso momento Mi Abandono a Mi Padre fue total.

Yo tenía que crecer como vosotros, sufrir penas y privaciones como vosotros, rechazos y dolores como vosotros, muerte como vosotros. ¿De qué hubiera servido una redención como la esperaban los fariseos? Ellos esperaban a un juez poderoso, adulto, que llegara a exterminar al pueblo romano quienes los tenían sojuzgados. Mi función hubiera sido sólo de libertador, usando sólo la fuerza humana y exterminando de la misma forma como todos los pueblos lo hacían y los actuales lo siguen haciendo. Hubiera pasado a la Historia como el gran libertador del pueblo judío, lo cuál sólo significaba fuerza, poder, inteligencia para la guerra.

¡El Mesías!, el Esperado, el Hijo de Dios, tenía que ser como Su Padre ¡lleno de virtudes¡ lleno de Gracia, lleno de Amor, lleno de HUMILDAD. Acatando la voluntad de Mi Padre, Me humillé, Me hice como vosotros, como sois vosotros, menos en el pecado, para que fuera realmente un ejemplo a seguir ya que de una u otra forma, con Mi Ejemplo, vuestras vidas se ven asemejadas a la Mía de la otra forma no. Como guerrero y libertador sólo sería ejemplo para unos cuantos, un muy limitado número de hombres, hombres de armas.

Yo crecí en perfecto abandono a Mi Padre, aceptando la “cárcel” de Mi Cuerpo, el cuál no debía mostrar Mi verdadera identidad como Dios. Solamente cuando “Me perdí” de la caravana en Mi Niñez y Me encontraron Mis padres enseñando a los sacerdotes en el Templo, fue la única vez que mostré Mi identidad como Dios, por Mi Sabiduría y por la respuesta que dí a Mis padres al decirles: ¿Por qué Me buscaban, acaso no saben que tengo que hacer las cosas de Mi Padre? Palabras que no comprendieron de inmediato pero que después entendieron muy bien. Después de esto se Me ordena una vida normal y oculta, con sus cruces de cada día, con las delicias de los Amores que Mi Padre Celestial Me daba todos los días, con la vida de oración continua y profunda que llevaba con El, pidiéndole en todo momento por vuestra salvación y para todos vuestros hermanos de todos los tiempos.

Yo veía a cada uno de vosotros reflejados en la gente de ése tiempo. No creáis que porque Mi Venida fue hace 2000 años la condición humana ha cambiado, no hijitos Míos, las causas del pecado son las mismas, lo refinado en el pecar ahora, en vuestro tiempo, es peor. El demonio ha utilizado las mismas tretas y mentiras para hacer caer al género humano en el pecado, desde que se le quitó la Gracia que tenía, por su pecado y se volvió malo. El ya no puede crear formas nuevas para hacer caer al género humano, porque por su pecado ya quedó limitado para siempre, Les puede dar otra cara, otra presentación pero la esencia del pecado es la misma, por eso Yo os levantaba de vuestros pecados ya desde hace 2000 años.

Mi abandono al Padre fue siempre total y la única vez que Le dije algo diferente fue, cuando en Mi Pasión Dolorosa, en el Huerto de los Olivos, Le digo: “Si es posible aparte de Mi éste Cáliz, pero no se haga Mi Voluntad sino la Tuya”. Yo veía los atroces sufrimientos que iba a pasar en los tormentos recibidos por los verdugos, verdugos que eran presa del mismo demonio y que se Vengaban de su Dios, haciéndolo sufrir como hombre. Pero mi dolor más grande era que Mi Redención que duró 33 años, no los 3 que siempre os imagináis, no iba a servir para muchas almas. Mi Redención, para muchos de Mis hijos, iba a quedar totalmente fuera de los intereses de su vida. El haber venido a la Tierra para salvarlos, o el no haber venido, para ellos les iba a dar igual, ¡cuánta ingratitud! Os creéis dioses, cuando apenas sois pequeñas creaturitas tratando de empezar a caminar, pobres hijitos Míos.

Treinta y tres años sufrí por vosotros y muchos de vosotros os quejáis de los dolores, ofensas, malos tratos, desprecios que se os dan en vuestras vidas, en vuestra misión que tenéis para salvar almas, por las que bajasteis a la Tierra. Actualmente vuestra Tierra es un desierto y campo de batalla en donde el mal se va posesionando cada vez más de Mi Obra de Creación y de la vida de amor que Yo puse en cada uno de vosotros. El malos quiere destruir por que sois Míos, como Me quiso destruir a través de los verdugos que Me azotaron y Me rebajaron a piltrafa humana. Mi fuerza reside en lo espiritual y la vuestra, también. Podrán destruir el cuerpo, pero no el alma si realmente estáis Conmigo, como Yo lo estaba con Mi Padre. De ésta forma vuestro “real cuerpo”, que es el alma, resucitará gloriosa después de que hayáis aceptado y llevado a cabo, con amor y abandono, vuestra misión, la misión que a cada uno de vosotros se os designó para salvar una o millares de almas.

No os deis por vencidos, hijitos Míos. El mal se revuelca en odio por destruir Mi Obra y no puede nada contra aquellos, que permaneciendo en Mí y en Mi Madre, serán la nueva estirpe del Nuevo Pueblo de Dios en la Tierra.

Acercaos a Mí en vuestras tribulaciones y en vuestras cruces y sabed que Yo ya antes sufrí por vosotros y conozco vuestro dolor y vuestras debilidades y sólo Yo os puedo comprender perfectamente, porque os conozco desde antes de que nacierais.

Mi Vida de Amor y de abandono se va dando perfectamente en aquellas almas que se confían a Mí y que toman de Mí la fuerza necesaria para seguir adelante. Aún cuando sintáis que vuestras fuerzas os abandonan y queráis apartar vuestra cruz de sufrimiento, recordad Mi subida al Monte Calvario, cuando Yo llevaba la Cruz a cuestas, Mi debilidad era extrema, puesto que había perdido muchísima sangre por la flagelación, estaba en ayunas y no Me habían dejado dormir en toda la noche los verdugos porque se la pasaron dañándoMe físicamente en forma brutal, de una u otra forma. La fiebre por la infección tan grande ocasionada por las heridas de la flagelación, era muy alta y aún así tomé Mi Cruz, la abracé con cariño, ya que por ella, por Mi muerte en ella, YO os iba a poder dar vida a todos vosotros.

Con esto os quiero dar a entender, Mis hijitos que no reneguéis a la cruz que cada uno de vosotros tenéis. Vuestro sufrimiento se acrecienta según vuestro grado de olvido a Mi Voluntad, a la Voluntad del Padre, Ó se disminuye cuando os abandonáis a Mi Voluntad y tomáis de Mí, fuerza y vida divina para vencer vuestras flaquezas humanas.

No os agobiéis más, hijitos Míos, en vuestro abandono” en el aceptar Mi Voluntad y en el interceder y ofrecer con amor verdadero, vuestros dolores y sufrimientos espirituales por aquellos que os causan un mal, encontraréis vuestra paz interior, porque entonces estaréis, verdaderamente actuando como Yo, vuestro Hermano Mayor, que os dio la Luz, el Camino a seguir y la vida Eterna, gracias al aceptar, con amor, el abandono a la Voluntad de Nuestro Padre Dios.

Venid todos a Mí, corderitos Míos, que Yo os preparo los pastos verdes y reconfortantes de Mi Reino de Paz, que recibiréis por haberos hecho uno Conmigo.

Que Mi Padre, en Su Infinita Bondad, os bendiga, que Mi Santo Espíritu os guíe por la senda del abandono confiado y amoroso y Yo os bendigo y os cubro con Mis Méritos para que alcancéis la plenitud y la perfección de vuestra misión.