Ene 27_99 La Vaciedad Espiritual.

Mensaje de Dios Padre a J.V.

Habla Dios Padre,
Sobre: La Vaciedad Espiritual.

Hijito Mío, escribe, te voy a hablar sobre un tema poco comprendido. La vaciedad espiritual. Las almas escogidas, principalmente y en general, todas las almas, sufren contrastes en su vida espiritual. Yo no lo quisiera, pero permito la prueba en las almas, para que ellas luchen por su superación espiritual. Un alma es un tesoro grandísimo a Mis Ojos. Un alma, siendo parte de Mi Propio Ser, necesita un crecimiento para dar el fruto para el que fue creada. Un alma es la manifestación de Mi Propia Vida ante vuestros semejantes. Un alma, al ser tan valiosa, necesita acrisolarse en la virtud y en la verdad.

No todas las almas responden a Mi Llamado. No todas las almas dan el fruto prometido indicado desde el principio de su vida sobre la Tierra. No todas las almas regresan a Su Creador. La frialdad espiritual, el abandono en el crecimiento en la virtud, la indiferencia al cumplimiento de su tarea, la vida en el pecado, las hace susceptibles a su muerte eterna.

El maligno, siempre, desde la concepción, estará atacando a un alma que llega a la Tierra, ¿por qué, os preguntaréis? Un alma, al ser Mi Vida Misma, debe dar frutos de Amor, Conversión y Salvación, él lo sabe y por eso os ataca en múltiples formas para haceros caer en el error ó peor, en el pecado y por consiguiente, en la muerte espiritual. Esto es lo que acontece a nivel general, a todos vosotros, pero cuando un alma se vuelca en Mí, Me concede su voluntad, Me concede su vida, Me concede su amor, ésta alma se vuelve muchas veces más atacada por el maligno y esto sucede, principalmente, en Mis escogidos como lo son Mis sacerdotes, Mis profetas, Mis guías espirituales, Mis misioneros. A ellos les he conferido una mayor espiritualidad para que guíen a sus hermanos, a su prójimo. A ellos les he concedido una vida espiritual más alta para que os den Mis Enseñanzas. A ellos les he permitido regalos espirituales mayores, puesto que mayor es su compromiso, tanto Conmigo como con vosotros, Mi pueblo terreno, pero así como les doy, así también les pido y así, también, fuertes son sus pruebas para irlos acrisolando en su Fé y en su servicio a su Dios. Una de las grandes pruebas es el de la vaciedad espiritual. Así como a veces los colmo y hasta saltan de gusto y de alegría por sentirse llenos de Mi Vida, a veces hago como que Me retiro, para que se sientan vacíos. Esta vaciedad es realmente una gran prueba de Fé, que Yo pongo en los que más amo y en los que deseo un crecimiento espiritual.

He dicho: “hago como que Me retiro”, pero no es así, os veo a lo lejos y observo vuestras reacciones espirituales ante la prueba. La vaciedad es real y se siente un abandono real de Mi Presencia en el alma y de aquí Yo saco grandes frutos para Mi Iglesia. De ésta real vaciedad Yo obtengo almas de lucha, almas de Fé heroica, almas de total abandono a Mi Voluntad, almas que no se separan de Mí, ni en las buenas ni en las malas. Son almas heroicas que estando en el campo de batalla, siendo atacadas fuertemente por el enemigo y a pesar de sentir las tentaciones durante la vaciedad y pudiéndose llenar con éstas tentaciones y así sentir una compañía en su vaciedad, no sucumben a ellas. La vaciedad espiritual es  la Fé heroica que forma a Mis grandes santos, porque de ésta prueba viene luego la Confianza plena en Vuestro Creador. El alma se siente abandonada, pero la Fé comprende y acepta con amor la prueba, sabiendo profundamente de que Yo, Vuestro Dios y Señor, NUNCA os voy a abandonar. Son tan pocos los que vencen a la tribulación, porque son muy pocos los que viven, realmente, una vida espiritual de abandono y de servicio a su Dios. Por eso son tan pocos, entre vosotros, los que se han ganado el título de “santos”, porque ellos supieron vencerse primero a sí mismos, luego supieron vencer a la tentación y, por consecuencia, vencieron la duda y así crecieron en la Fé y en la confianza en Su Dios.

Hijitos Míos, el Reino de los Cielos es el gran premio reservado a los vencedores, a los que realmente aman y confían en el Amor de Su Padre, de Su Dios que nunca abandona a Sus hijos. Estáis tan envueltos en la mentira, en el error y en el pecado, que ya no sabéis lo que es bueno y lo que es malo, porque, primero, ya no queréis seguir las mociones que os dá Mi Espíritu Santo quién habita en vosotros y, segundo, porque no queréis vivir según Mi Voluntad, de acuerdo a Mis Mandamientos y a las Enseñanzas que Mi Hijo Jesucristo os dejó y os seguimos recordando a través de Mis profetas en todo el mundo. Yo siempre he puesto profetas para guiar a los que se dejen guiar, Yo no presiono, Yo os invito e insisto a recuperar la vida de gracia que os concedí desde un principio. Yo, más que vosotros, deseo recuperar lo que es Mío y que Me pertenece y ésta es vuestra alma y la deseo recuperar porque la amo y la deseo llenar de regalos y de bendiciones, porque libremente se donó a servirme entre vosotros y es tan grande Mi agradecimiento por tan alto acto de amor, que Yo os busco, persigo, os pongo trampas de amor para que en ellas caigáis y así poder recuperaros para toda la eternidad.

Mi Amor es demasiado grande por todos vosotros, tan grande que no podríais llegar a entenderlo aún viviendo Conmigo por toda la eternidad. Mi Amor os procura todo, aguanta todo, soporta todo, aún vuestras necedades y vuestro abandono a Mi Gracia por causa del pecado. Hay tantos que no quieren saber nada de Mi porque Me creen un Padre exigente, creen que no tengo derecho a pedir, aunque sea un poco, de lo mucho con que os he proveído durante vuestra vida, se creen dueños de una vida que se os dio para servir y no para ser servidos, Se creen merecedores de todo cuanto existe y, aún más, Me exigen los bienes terrenos y tontamente no Me piden los bienes espirituales, los más valiosos. También en ellos, porque los amo, permito a veces, no sólo vaciedad espiritual, en la cuál casi no viven, sino también la vaciedad material para que recapaciten que su falta no la podrán superar sino hasta que se acerquen a Mí.

¡Entended de una vez por todas, os amo y deseo vuestro regreso al Reino Celestial!. Mi Hijo Jesucristo os dio la Parábola del hijo pródigo, todos vosotros, en mayor o menor grado, entráis en ésa parábola. Yo Soy el Rey, Yo Soy Vuestro Dios que os quiere consolar, que os quiere de regreso para animaros a seguir el buen camino, una nueva vida, de acuerdo a las Leyes del Reino. Yo Soy el Padre que os quiere mimar, pero que también necesita de vuestras caricias de Fé, de Amor, de Confianza. Yo Soy el Padre que os quiere recompensar al ciento por uno todas vuestras buenas acciones hechas a vuestros semejantes viéndome a Mi en ellos. Yo Soy el Amor Infinito que quiere hacer vida plena en cada uno de vosotros.

No temáis a las pruebas, no temáis al abandono aparente, de Mi Presencia en vosotros. Aceptadlo todo por amor a Mí y para vuestro crecimiento espiritual. El regalo por haber vencido una prueba de vaciedad espiritual es una nueva plenitud. Vuestra vida espiritual es una escalinata ascendente y cada escalón una prueba de Amor, de Fé y de confianza. Os doy muchas de ellas y diferentes durante vuestra vida, para que así, cuando os pida regresar a Mi Presencia Divina, Yo salga a vuestro encuentro y os ayude a alcanzar los últimos escalones y así alcanzar la Puerta de Entrada a la Casa Paterna por toda la eternidad.

Hijitos Míos, os amo muchísimo y os deseo cerca de Mi, desde ahora y para siempre. Tomad de Mi Hijo Sus Méritos, todos son vuestros, para vuestro crecimiento y desarrollo espiritual y tomad de Mi Hija, la Siempre Virgen María, Sus Virtudes y Su Guía amorosa, para que os guíe y os aliente en las pruebas de amor que se os dan y se os permiten a lo largo de vuestra vida terrena.

Confiad así también del apoyo que podéis obtener de las almas del Cielo y de las que están purgando, todos ellos os pueden ayudar a alcanzar vuestra santidad en la Tierra para que vuestro paso eterno sea un paso seguro y gozoso al Reino Celestial.

Yo os bendigo en Mi Santo Nombre, en el de Mi Hijo Jesucristo, en el de Mi Santo Espíritu de Amor y en el del Amor Maternal de Mi Hija, la Siempre Virgen María.