Mayo 05_2020 Vinisteis a salvar almas, vinisteis a servirMe a Mí, vuestro Dios, para llevar a vuestros hermanos de regreso a un mundo espiritual, que es el Reino de los Cielos; no vinisteis a llenaros de las mentiras de satanás, no vinisteis a llenaros de la añadidura.

Rosario matutino

==========================================

Mensaje de Dios Padre y la Santísima Virgen María a J. V.

==========================================

Primer Misterio. Habla Dios Padre.

Sobre: Vinisteis a salvar almas, vinisteis a servirMe a Mí, vuestro Dios, para llevar a vuestros hermanos de regreso a un mundo espiritual, que es el Reino de los Cielos.

Hijitos Míos, que vuestra meta sea el Cielo. Como dicen las Escrituras: “Estáis en el mundo, pero no sois del mundo”.

Mis pequeños, habéis venido a realizar una misión que Yo, vuestro Dios, os he encomendado y, si realmente vivierais en lo espiritual, estaríais dichosos simplemente de pensar en ello. Los ángeles gozan su misión de estar todo el tiempo alabándoMe, bendiciéndoMe, cantando y agradándoMe; vosotros estáis muy distraídos en el mundo, vosotros no os habéis percatado de lo que vuestra misión significa: Me estáis sirviendo a Mí, vuestro Dios, el Creador de todo lo visible e invisible, de todo el Universo, de todo lo que no conocéis, esto os debiera tener anonadados, viviendo una vida profunda mística y agradecida a Mí, vuestro Dios. Me estáis sirviendo a Mí, vuestro Dios, el Todopoderoso, el Omnipotente, el Eterno y vendéis vuestra vida por un plato de lentejas; esto es lo que os da satanás, un plato de lentejas. Os da basura, os da cuentas que brillan mucho, collares o riquezas que creéis que valen más que vuestra misión y que vuestra vida, eso es vivir en el error, a eso os lleva el vivir en el pecado, a que no os deis verdaderamente cuenta de lo que vale vuestra misión.

Como os dije, debéis tener muy presente que habrá un final en vuestra existencia, ¿cómo llegaréis al final, a la meta de vuestra vida? ¿Qué frutos Me daréis o con qué errores os presentaréis ante Mí? Ciertamente satanás, sabiendo que cada uno de vosotros tenéis una misión, él siempre tratará de opacar la realidad de vuestra existencia, por eso os he dicho que vivís rodeados de pura mentira y, cuando no vivís en la oración, cuando no lleváis una vida espiritual, os dejáis llevar fácilmente por esas mentiras que os rodean y no veis la realidad de vuestra misión. Vuestra misión es espiritual, Mis pequeños, si no os habéis dado cuenta de ello.

Vinisteis a salvar almas, vinisteis a servirMe a Mí, vuestro Dios, para llevar a vuestros hermanos de regreso a un mundo espiritual, que es el Reino de los Cielos; no vinisteis a llenaros de las mentiras de satanás, no vinisteis a llenaros de la añadidura. Porque habéis despreciado el vivir en Mí, para Mí, no estáis buscando Mi Reino, no estáis buscando el cómo regresar a vuestro hogar eterno, os conformáis con la añadidura y satanás tiene mucho de eso, es el príncipe de este mundo y vosotros os habéis materializado.

Vuestra vida es espiritual, Mis pequeños, lo que vale en vosotros es la vida espiritual porque ésta es la que va a trascender. Vuestras cosas humanas, la añadidura de la que presumís, con la que os llenáis, con la que creéis que valéis, que afanosamente buscáis, atesoráis, os llevan al error.

Alguna vez os dije que os iba a ir quitando todo aquello en lo cual confiáis, que es la añadidura que habéis atesorado, y que así como os fuera quitando esa añadidura, eso que os confunde, os lo iba a ir reponiendo en la espiritualidad que debéis vivir y con la que os debéis llenar. No vinisteis a servir a satanás, que es lo que estáis haciendo la gran mayoría de vosotros, porque le seguís, porque le atendéis, porque le hacéis caso con lo que él os propone. Vuestra vida no es virtuosa, vuestra vida no está llena de amor, en vuestra vida no existo Yo, vuestro Dios.

¿Acasos sentís que os merecéis el Cielo con esta vida que habéis seguido? ¿Acaso sentís que Yo estaré agradecido con vosotros por todo el tiempo que desperdiciasteis que, en lugar de llevar a cabo vuestra misión que se os encomendó, os llenasteis de basura? No, Mis pequeños, estáis muy equivocados. Ciertamente Mi Misericordia es grande, pero Mi Juicio también será fuerte. Yo os di el don de la vida para servirMe, vosotros en la Tierra sois representantes míos, no sois gente de satanás, como muchos así lo han preferido, y ellos os atacan, os destrozan, os llevan al mal, a la muerte, a olvidar vuestra misión espiritual y vosotros tontamente les seguís.

Vinisteis del Cielo y vuestro lugar está ahí, pero ¿realmente creéis que os lo ganaréis por la forma en que estáis obrando? Ahora sois del mundo porque os habéis llenado con las cosas del mundo, sois grandes ante el mundo porque os habéis llenado de las riquezas, de la añadidura que os ha dado satanás por servirle. ¡Estáis ciegos! No os dais cuenta de cómo os ha engañado satanás, sois siervos de satanás, no os podéis decir hijos Míos, puesto que no estáis haciendo las obras de vuestro Dios.

Agradeced pues lo que estáis padeciendo, porque os estoy quitando la añadidura. Regresad a Mí, Mis pequeños, es una oportunidad que os estoy dando para que entendáis la realidad de vuestra misión. Regresad a Mí, son tiempos de Gracia que os estoy dando para que regreséis a Mí. Orad, entrad en vuestro corazón, pedidle a Mi Santo Espíritu que os haga entender la realidad de vuestra misión en la Tierra, el porqué estáis en la Tierra, y para que os deis cuenta a quién estáis sirviendo: A Mí vuestro Dios, o a satanás, el que os está castigando.

Meditad, Mis pequeños, y agradecedMe este tiempo de penitencia, de dolor, que vosotros lo veis así como dolor, pero os estoy arrancando todo aquello que os está haciendo daño. Recordad los primeros pasajes del Génesis, cómo Adán y Eva vivían de lo que Yo les daba, tenían todo, y Me buscaban a Mí; vosotros no tenéis nada, creéis que lo tenéis todo por la añadidura que tenéis, pero no Me tenéis a Mí, y si no Me tenéis a Mí en vuestro corazón, no tenéis nada.

Que esta penitencia os haga entender todo esto, Mis pequeños, que dejéis la añadidura y Yo empezaré a proveeros de todo lo que necesita vuestra alma, principalmente, entonces la añadidura vendrá de Mí y no de satanás, y os daré lo necesario para que vuestro cuerpo esté cubierto, esté sano, y vuestra alma llegue a la santidad a la cual debéis vosotros luchar por conseguir.

Sois Míos, os amo, pero si queréis seguir siendo siervos de satanás y llenándoos de su añadidura, de sus mentiras, es vuestro libre albedrío y lo respeto. Los Míos llegarán a esa meta a la que quiero que lleguéis, al Cielo, los que no entiendan la lección se perderán.

Gracias, Mis pequeños.

+++++++

Cuarto Misterio. Habla la Santísima Virgen María.

Sobre: Cambiad, Mis pequeños, ¡arrepentíos! Pedid perdón, venid, ¡postraos ante Él aquí junto a Mí, Mis pequeñitos! Yo intercederé por vosotros para que perdone vuestros pecados, pero venid, ¡venid, Mis pequeños!

(Lenguas…)

Visión: Veo a nuestra Madre Santísima arrodillada ante el pesebre, viendo al Niñito Jesús, y de Él sale una luz fortísima. Ella Lo observa, Lo goza, pero también se entristece Su corazón.

Hijitos Míos, en Mi Fíat, en el Fíat que Yo le di a Mi Dios y Señor, aceptaba Yo la alegría de ser esa portadora de Mi Señor, Mi Jesús, viniendo del Cielo para traerLo a la Tierra; Yo, trayendo a Mi Dios, al Salvador, por orden de Mi Padre Dios, para salvaros a todos vosotros. Aceptaba Yo esa alegría inmensa, inconmensurable, Divina, pero a la vez un gran dolor atravesaba Mi Corazón, porque así como Yo iba a presenciar todas Sus Bondades, Sus Milagros, Sus Palabras, también iba a presenciar Sus Dolores, los desprecios de la gente por la que había venido a salvar y todo ese Dolor rematado con Su muerte en la Cruz.

El corazón de una madre es inmenso, es un Amor que Nuestro Padre Dios nos regaló a las madres; preferimos morir, dar nuestra vida antes que se le haga daño al hijo que hemos llevado en el vientre, pero aquí Yo estaba llevando a Mi Dios y Mi Señor, a vuestro Salvador, se confundían las alegrías con los dolores, pero lo acepté en Mi Fíat. Yo, sirviendo a Mi Dios y Creador; Yo, sirviendo a Mi Hijo, el Salvador y Redentor; Yo, sirviendo a Mi Esposo, el Santo Espíritu de Dios, que Me llenaba de alegría, que Me daba Sabiduría, que Me llenaba de Sus Dones, pero que Me daba una gran fortaleza también para soportar lo que en algún tiempo tendría que soportar.

Aquí veo a Mi Pequeñito, a Mi Dios, a Mi Señor, Lo gozo. Mi Pequeñito, el recién nacido trayendo esta Luz inmensa para destruir las tinieblas en las que el mundo vivía. Mi Hijito, vuestro Salvador, trayendo Sabiduría al mundo, trayendo Su Amor, el Amor del Cielo a la Tierra, el Amor se encarnaba…

Dice J.V: Aquí me llena un llanto muy profundo, el de mi Madre.

el Amor Infinito hecho carne, que después sería despreciado por los hombres. Gozaba, gozaba Yo Su Presencia, pero sufría por Su Donación.

¡Cuánto Amor por vosotros, Mis pequeños! Cuánto Amor que, a pesar de saber lo que iba a sufrir, y no solamente en ese momento sino en los siglos posteriores, aun así Mi Pequeñito, Mi Bebé, se estaba ofreciendo por vosotros. Esta Luz, esta Luz que emanaba Mi Pequeñito, disipando las tinieblas, os traía la Luz al mundo, y vosotros habéis preferido las tinieblas.

Venid, Mis pequeños, acompañadMe, arrodillaos ante este Pequeñito, arrodillaos ante vuestro Dios y Salvador, llenaos de Su Luz, dejad que esta Luz Divina disipe de vuestra mente y de vuestro corazón tantos pecados que tenéis, tantos desprecios, blasfemias, traiciones. Dejad que esta Luz purifique vuestra alma, todo vuestro ser.

Él se vino a dar por todos vosotros, por cada uno de vosotros, y ved cómo le pagáis. Este Pequeñito que después sufriría las maldades del mismo pueblo que había venido a salvar, y especialmente las maldades de sus dirigentes que oprimían al pueblo y que ahora os oprimen a vosotros, y seguís dejando que sigan blasfemando a este Pequeñito, a Mi Bebé, a vuestro Dios. Lo seguís traicionando, Él, que os vino a dar Su Vida entera para vuestro crecimiento espiritual y para vuestra salvación, y Le dais la espalda, y gritáis junto con el pueblo: “¡CrucifícaLe! ¡CrucifícaLe!”, cuando Él no os hizo ningún mal.

Arrodillaos y agradeced a Mi Pequeñito, a vuestro Dios y Señor, toda Su Donación, Sus Palabras de Amor, Sus Milagros, toda Su Vida, y todo lo hizo por vosotros para que fuerais santos, para que al seguirLe fuerais también Luz entre los hombres, para que todos aquellos que os vean, vean en vosotros a este Pequeñito, a vuestro Dios y Salvador.

Sois esos verdugos que estáis dando de latigazos a este Pequeño Bebé ¿Qué os ha hecho Mi Bebé? ¿Qué os ha hecho de malo vuestro Dios, que aquí está ante vosotros dándoos Su Luz de Vida? ¿Por qué le tratáis así? ¿Por qué lo golpeáis? ¿Por qué le escupís? ¿Por qué le decís esas cosas, esas blasfemias, cuando Él nunca os dijo una palabra mala, sino todo lo contrario, Sus Palabras son Vida para vosotros?

Ved a Mi Bebé, vuestro Dios, Luz del mundo, el Inocente, Al que llevasteis al sacrificio por vuestros pecados. Él tomó vuestros pecados y dejasteis que a éste, Mi Pequeño Bebé, vuestro Dios, Lo llevaran al Sacrificio, al matadero, como a cualquier ladrón. Y vuestros pecados siguen, y vuestras traiciones siguen, ¿por qué no veis a vuestro Dios aquí? ¿Por qué no Le adoráis? ¿Por qué no le agradecéis Su donación?

Arrepentíos, Mis pequeños, es Mi Bebé, es vuestro Salvador, ¡es vuestro Dios! ¿Por qué sois tan malos? Es Inocente, no os ha hecho ningún mal, os dio hasta la última Gota de Su Sangre por vuestra salvación, y seguís impávidos, vuestro corazón no se mueve al arrepentimiento. ¿Acaso la Inocencia de este Pequeñito, de este Bebé, no mueve vuestro corazón a la ternura? ¡Vedlo! ¡Es un Bebé! ¡Es vuestro Dios!

Cambiad, Mis pequeños, ¡arrepentíos! Pedid perdón, venid, ¡postraos ante Él aquí junto a Mí, Mis pequeñitos! Yo intercederé por vosotros para que perdone vuestros pecados, pero venid, ¡venid, Mis pequeños!

Dejad que esta Luz penetre en vosotros, dejad que esta Luz os lleve al arrepentimiento y, con ello, la paz en vuestro interior. Dejad que esta Luz os dé la Sabiduría que necesitáis para servir a vuestro Dios como Él se merece. Dejad que esta Luz os dé una nueva vida. Dejad que Mi Pequeñito, vuestro Dios, viva en vosotros como Él vive en Mí.

Os amo, Mis pequeños. Arrepentíos, ¡arrepentíos!, arrepentíos…