Mayo 03_01 La APATIA

Mensaje.

 

Mensaje del Espíritu Santo, en el Día de Pentecostés, a J.V

 

Mis pequeños, Yo, vuestro Dios Amor, el Espíritu Santo, quién habita en cada uno de vosotros, quisiera encontrar corazones libres, corazones dispuestos a amar, corazones que no se hayan vendido al mal, corazones que no se encuentren absortos por los bienes de la Tierra.

“El Espíritu del Señor esté sobre todos vosotros”, exclamó Jesús, desde el Cielo, en el Cenáculo de Pentecostés al enviarMe a la Santísima Virgen María y a los Apóstoles.

Mi Amor siempre busca corazones en donde pueda vivir, y sobre todo, crecer. La desgracia de la humanidad actual es la de la APATÍA.

Ya no queréis dar más, no deseáis mover un dedo por el prójimo, no actuáis según Yo os instruyo en vuestro corazón, tenéis miedo y flojera de vivir según el Amor desea.

Cuando fui derramado por Jesús sobre los Apóstoles en el Cenáculo, Yo les iba a potencializar lo que ya tenían, lo que Jesús Mismo les había enseñando pero que no lo querían dar por temor, por falta de Fé y de confianza. Pentecostés para ellos fue la fuerza que los impulsó a darse por los demás, fue la fuerza profunda que hacía aflorar las Enseñanzas de su Dios, de darla a conocer a sus hermanos.

Pentecostés fue el inicio de Mí Obra Apostólica en Mí Iglesia, en la Iglesia incipiente que Yo guiaría y alimentaría por todos los siglos por venir.

Pentecostés es el ejemplo que debe tomar y seguir todo aquél que se considere hijo de Dios y seguidor de las Enseñanzas de Jesús.

Pentecostés es la fuerza que debe tomar el cristiano para enfrentarse a toda adversidad, sabiendo con certeza de que es su mismo Dios el que lo habita y que lo hace llevar ejemplo y palabra divina a sus hermanos.

Como os decía, la desgracia de la gran mayoría de los que os decís cristianos, es la pasividad y el temor a darse y a mostrarse como lo que son.

Mí Iglesia está dormida, Mí Iglesia parece morir, Mí Iglesia parece morir, Mí Iglesia se derrumba ante la podredumbre que el enemigo suscita en los corazones.

Aún Mis mismos consagrados han entrado a ésta pasividad, no Me dejan actuar en ellos y hasta ponen en duda o niegan el que el que Yo Me pueda expresar a través de Mis más pequeños escogidos en estos momentos.

¡Entended que Yo estoy vivo! ¡Soy vuestro Dios Espíritu Santo que mantiene viva a la Iglesia y a sus Enseñanzas, las que os dio vuestro Dios encarnado, Jesucristo! Él mismo os lo dijo: La Iglesia, Mis Enseñanzas, prevalecerán hasta el fin de los siglos. Y ésa tarea recayó perfectamente en Mí, el Dios Amor, el Dios Instructor.

Yo hablo, he hablado y hablaré a través de pequeñas creaturas que se vuelven portadores de la voluntad de vuestro Dios. Yo, a través de ellos, mantengo la estabilidad de la Iglesia y la actualidad de la Palabra dada por Jesús.

Pentecostés es para todos aquellos que desean unirse perfectamente a la voluntad de su Dios. Es para todos aquellos que desean seguir haciendo crecer la Iglesia en la cuál nacieron y la quieren seguir viendo viva y activa. Es para todos aquellos que desean compartir un solo amor y un corazón con todos sus hermanos.

Pentecostés es el Amor que une, no importa lengua, sexo, condición social o raza.

Pentecostés es la vida de la Iglesia que debe caminar por la calle, que debe vivir en la familia, que debe ser ejemplo en donde se esté.

Yo Soy vuestro Dios Amor y deseo que vuestro corazón se abra para que Me pueda derramar en cada uno de vosotros y así os pueda conceder todos Mis dones.

Yo os bendigo en el Amor de Mí Padre, en el Amor vivido por el Hijo y por Mí Amor infundido en los corazones.