Jul18_98 La Prudencia.

Mensaje.

 

Mensaje de Dios Padre a J. V.

Hoy, Hijitos Míos, os quiero hablar sobre la Prudencia. Hijitos Míos, ésta Virtud, si se Me pidiera y se viviera, no se imaginan cuántos problemas entre vosotros, a todos niveles, evitaría.

Cuántas veces ha sido la falta de Prudencia la que desencadenó guerras entre pueblos hermanos. Cuántas veces no ha sido la falta de Prudencia la que ocasionó rompimientos de familias. Cuántas veces no ha sido la causa de odios fraternos la falta de ésta tan necesaria virtud. Tal o cuál palabra que se debió haber callado y no lo hicisteis causando un mal personal hacia los demás o causar con ésa palabra un dolor profundo por un rencor guardado. Cuántos actos faltos de Prudencia que han causado muertes, no sólo materiales sino también espirituales.

Sabéis sobre la imprudencia en el manejar, por ejemplo, en estado de ebriedad, que puede causar no sólo la muerte propia sino la de un inocente, pero que Me decís de la imprudencia de un adulto al aconsejar a un joven, que apenas nace a la vida, a cometer actos impuros o a llevarlo a algún vicio que le acarreará graves problemas familiares y sociales, presentes y posteriores. La imprudencia de un adulto de invitar a otros semejantes a ver películas, libros o revistas obscenas que les van a causar, muchas veces, traumas de formación humana y espiritual por las aberraciones contra Vuestro Dios y contra natura. Además, en muchos casos se publican y se proyectan con el expreso fin de destruir vuestra mente y vuestro espíritu.

Cuánta imprudencia de los padres que falten al no dar una buena educación moral y cristiana hacia sus hijos. No los ayudáis a poder tener una correcta vida social en la cuál puedan ser bien aceptados por los demás y aún peor, lo que les causáis en sus almas lo cuál va a producirles problemas para ganar el Reino Celestial. ¡Me estáis quitando almas por vuestra imprudencia!, por vuestra falta de juicio justo, por vuestros males modales en el vestir, en e hablar, en el de relacionarse con los demás con un verdadero amor y educación y sobre todo, con vuestra falta de ejemplo al vivir según os lo he mandado.

Actos imprudenciales de vosotros hacia Mí al no acudir ni llevar a vuestros hijos o a vuestros semejantes a los actos litúrgicos con devoción, no tomar Mí Sacramento Bendito de la Eucaristía con un corazón puro, con respeto y devoción. No buscar la ayuda divina a vuestros problemas, antes que a la humana. No invocar Mí Santo Nombre en vuestras alegrías y en vuestras angustias. Todo esto y más cae en la imprudencia vuestra de dar un buen ejemplo, un buen consejo, una buena forma de vida. En una palabra, sóis imprudentes al no llevarMe en vuestro ser y así mostrarMe a los demás.

Cuántas almas se pierden por dar un mal ejemplo a los demás, de esto se vale Mí enemigo. Vosotros os movéis, principalmente, por el ejemplo que primero os dan vuestros padres en vuestra familia. Ved la importancia de un buen ejemplo al principio de la vida del ser. Vuestra forma de ser, de hablar, de actuar, quedará fírmemente marcada en la personalidad y en el alma de ésa pequeña criaturita que os doy—para que Me la preparéis—a ser un alma valiosa de Mí Corazón. Va creciendo el ser y tomará ejemplo de las personas con las que entre en contacto o de los que lea o vea a través de los medios de comunicación.

Ved la importancia que tiene el cuidar a vuestros hijos del mal que los rodea y no sólo a ellos, sino vosotros también. Mi enemigo utiliza los medios que os he indicado y otros más para que podáis caer en el error y en el pecado que provoca el seguir al “artista de moda” imponiendo falsedades que las “masas” toman como forma de vida. Imprudentemente vosotros os dejáis llevar por ello y también lleváis a los vuestros a tomar éste o aquél mal ejemplo contrarios a Mís Leyes.

Vuestra imprudencia primaria es la de no vivir en las virtudes y si os acercárais a Mí y os cubriérais con Mí Protección Paterna, Yo derramaría Mís Poderes de protección sobre vosotros y los vuestros y pasaríais por el Mundo sin enlodaros. Es una imprudencia de vosotros el no tratar de proteger lo que es Mío y que debe volver a Mí, vuestras almas.

Pedid Mís Dones, Mís Gracias, Mís Virtudes a través de Vuestra Madre Celestial al Santo Espíritu de Amor para que crezcáis como flores puras y como robles fuertes, para que los vientos adversos no os hagan caer en las redes de Mí enemigo, quién tantas almas se lleva por vuestra falta de oración y penitencia.

Hijos Míos, TODOS vosotros, pertenezcáis a la raza o religión a la que os haya tocado, creáis en Mí o no, estéis en donde estéis, seáis rico o pobre, TODOS tendréis que presentaros ante Mí al finalizar vuestra misión en la Tierra y para muchos ése será el momento del enfrentamiento en la Verdad. NADIE dejará de presentarse ante Mí, aunque ahora Me nieguen o Me rechacen. Para ellos, por imprudentes, por no haber puesto todo lo necesario en sus almas y sobretodo, porque nunca lo escondí a su conocimiento y que puse muchas ocasiones durante sus vidas, será un paso difícil, doloroso y posiblemente mortal para sus almas, por toda la eternidad.

En cambio aquellos que Me buscaron, Me trajeron a otras almas, educaron en la Verdad a sus hijos y siguieron Mís Leyes lo mejor posible de acuerdo a lo que permitió la ola de maldad que os envuelve, para ellos el paso serpa de felicidad, de plenitud, de realización a su Fé fecunda.

Hijitos Míos, entended, Yo Vuestro padre Celestial os digo éstas cosas para que reflexionéis en la profundidad de vuestras almas y os presentéis ante Mí con humildad y espíritu contrito para que Yo os pueda ayudar a conquistar Mí Reino.

Así como os dije, que el niño pequeño aprende a vivir y a tomar de vosotros y de vuestros semejantes la forma de vida y de ser de lo que vé y vive, sed prudentes e inteligentes y llevadlos al ejemplo de Mí Hijo Jesucristo, al de Mí Hija, la Siempre Vírgen María o al de Mís almas ya santificadas, vuestros santos, para que ése ejemplo quede marcando sus vidas y los guíen hasta la llegada de Mí Reino. Yo os lo pagaré infinitamente. Vosotros no os imagináis lo que un alma vale para Mí.

Yo os bendigo en Mí Santísima Nombre, en el de Mí Hijo Bienamado y en el de la Luz y la Verdad de Mí Santo Espíritu de Amor. Id en paz.