Jul 09_98 Revelación de los Pormenores de la Vida de la Virgen María sobre la Tierra.

Mensaje.

 

Mensaje de la Santísima Virgen María a J.V.

Al empezar el Santo Rosario y teniendo los ojos cerrados, veo venir a la Virgen del Carmen, pero al acercarse veo que no trae al Niñito Jesús en brazos y sólo trae un cetro que lo está tomando con sus dos manitas en forma horizontal a la altura de Su Vientre. Me hace dudar el que sea Ntra. Sra. Del Carmen pero luego se me da la explicación del porqué se presentó así. El cetro significa la nobleza de Su Hijo y lo trae a la altura de su Vientre por que aún no nacía (Esta explicación se me dio 2 ó 3 días después de éste dictado). Se acera la Sma. Virgen en su Advocación del Carmen y me indica que me va a dar pormenores de Su Vida sobre la Tierra.

Habla la Virgen del Carmen,
Desde muy temprana edad Yo conocía Mi Sublime misión, misión concebida por Dios Padre para llevar a cabo la obra de la Redención y Salvación del género humano. La sublimidad de ésta misión sólo la podía llevar alguien en quién viviera la Presencia Real de Dios mismo. Fui creada para tal propósito. TODAS las Virtudes y Gracias de Dios estaban contenidas en Mí, para llevar al Rey de Reyes en Mi Seno Virginal. Ninguna otra creatura podía llevar a cabo tan sublime misión.

Era Dios mismo en Mí, quien se movía en Mí, Reinaba en Mí, y Se iba a encarnar en Mí. Pureza Santísima, Vida Santísima era lo que se debía poseer para albergar al Santo de los Santos y todo eso lo puso Dios Padre en Su Humilde Servidora. Mancha de pecado nunca hubo en Mí, puesto que fui liberada de él. La Nación escogida debía dar a Luz al Salvador y Yo era en ése momento de la historia, la mujer escogida para tan grandiosa obra. Pero Mi corazón, Mi Alma, Mi Ser nunca se movió a la soberbia, al contrario, Mí Corazón y Mi alma postrados estaban día y noche esperando el momento Divino de la Encarnación del Verbo. Nada Se Me escondió en el conocimiento de Mi Misión. Todo se Me fue revelado y conocía los pormenores de ésta obra Santísima de Dios Padre.

Mí vida transcurría como el de una simple y sencilla mujer ofrecida al templo por sus padres para el servicio sacerdotal. Mí alma volaba continuamente al encuentro del Ser Amado. Mí alma estaba unida plenamente a la Voluntad del Padre. La Nueva Eva había sido concebida, la Nueva Eva que iba a permitir la entrada de la Verdadera Vida al Mundo, la vida del Verdadero y Santo Amor. Mi Alma así unida a Mi Dios Me instruía, Me alimentaba, Me comunicaba Su Voluntad.

Su Vida era Mi Vida, pero todo esto Yo lo llevaba con el mayor recato posible.

La Humildad era Mi Corona, y la sigue siendo. Divina y Santa Humildad la que Mi Dios puso en Su Sierva y que por ella todo se logró.

Mi Vida seguía transcurriendo en la Sumisión a la Voluntad de Dios. Mi alegría era extrema, Se Me conocía en el Templo por llevar siempre esa alegría en el corazón. Santa era mi alegría puesto que Santo era Mi designio de Dios. Tanta amabilidad, tanta donación de Gracias, tantos dones y virtudes para ésta Su Humilde Sierva, no Me podían tener en otra forma. ¡Santa alegría de Dios!

De tenerlo a Él, primero en Mi Corazón y saber que pronto lo iba a tener en Mi Seno Virginal. Por fin llega el Santo Día de la Encarnación de Mi Dios y Señor. Tenía 16 años. Mi vida transcurría en la oración y el sacrificio de Mi Vida al Señor. Como te dije antes, fui preservada del mundo desde Muy Pequeña para que Mi ambiente que Me rodeara Me hablara sólo de Dios.

La Venida del Espíritu Santo a Mi Ser fue algo maravilloso, excelso, como sólo Dios sabe hacer Sus cosas. Vida en Mi Vida, Amor en Mi Amor, el Cielo entero en Su Humilde Esclava. Cuánto amor de un Dios para con Su Creatura, cuánta delicadeza en Su Petición. Cuánta ternura del Espíritu al Poseerme en pleno. Dicha celestial, éxtasis eterno de amor. Abrazos angelicales. La Sublimidad del Amor ahora en Mí, Su Sierva. El cielo entero, por fin en la Tierra. El Hijo de Dios, ahora hecho Hombre, en la miseria de su Esclava. ¡Oh, Mi Dios y Señor, Bendito Seas por Siempre, porque has visto en Mí el depósito de Tú Amor! ¡Cuánta alegría! ¡Cuánta Paz! ¡Cuánto Amor! Extasis pleno de Amor, sólo soportable por Mi Cuerpo por no haber sido tocada por el Pecado Original. Cuerpo y alma unidos en un éxtasis infinito, éxtasis sublime, éxtasis del Fruto de Dios en Mí, ¡Oh, Mis hijos!, el recordar éstos momentos tan sublimes sólo Me permiten nuevamente postrarme y alabar a Nuestro Dios por tan grandiosos portentos de su Amor hacia Mí y hacia vosotros.

La Salvación del género humano, por fin se realizaba. Las palabras de DIOS en los Profetas, por fin se encarnaba. El amor por fin llegaba a la Tierra a erradicar el pecado y el mal. La Luz por fin llegaba a la Tierra a alumbrar el Verdadero Camino, Mi Hijo, el Hijo de Mis Entrañas, Mi Dios Verdadero en todo Mi Ser.

¡Cuánto amor de Dios para con sus creaturas! La Humildad de Nuestro Dios, ¡de todo un Dios! Hijitos Míos, la Santa Humildad es la llave de entrada al Corazón de Mi Jesús y de Mi Dios. ¡Cultivadla!

Mis días posteriores a la Encarnación transcurrían en un verdadero cielo.

El Templo me cantaba sus alegrías, la Naturaleza entera se postraba ante Mí por llevar en Mi Seno Virginal al Creador Divino. Animales, plantas, astros, todos me cantaban sus alegrías y todas estas cosas las guardaba en Mi Corazón y agradecía a Mi Dios lo que había hecho con Su Sierva.

¡Cuántas enseñanzas recibí de Mi Dios en Mi Vientre! Cuánta dulzura, cuánto amor. Me guiaba, Me enseñaba, me instruía en Sus Misterios, pero Mi exterior nada decía. La Santa Humildad sólo comparte con su Creador para no envilecer en lo más mínimo la obra Divina de Dios en Su Creatura.

Hijitos Míos, ahora comparto éstos momentos santos de Mi Vida sobre la Tierra para guiarlos, ahora Yo como Vuestra Madre y Maestra, por el camino santo de la Luz Divina. Ciertamente que no es fácil el camino, pero al estar lleno de Luz Divina y alegría Santa, vuestro camino se hace transitable a pesar de que esté lleno de rocas y espinas. Nadie puede tratar de llegar al Reino de Dios sin que se tropiece en el mundo, puesto que el mundo está corrompido y ataca a todo lo que es de Dios, pero las rocas y espinas que os hagan caer y sufrir, son las pruebas que os van a hacer crecer y santificaros en el infinito amor de Mi Dios y Señor. Aceptad pues las pruebas, aceptad pues las caídas y dolores de las cuáles ni Yo estuve exenta. El dolor fue compañero de Mi Vida, pero todo él fue unido a la Salvación que Mi Hijo os había traído.

Por eso Soy Corredentora junto con Él, porque los Dos sufrimos el sufrimiento santo de la Redención del género humano.

Aceptad vuestra vida, aceptad las amarguras de vuestro corazón, agradecedlas así como debéis agradecer las alegrías y regalos de la Bondad y Misericordia de Vuestro Dios.

La Providencia de Nuestro Dios es Sabia y nos dá todo lo que el alma necesita para unirse a la obra redentora de Mi Jesús en cada uno de vosotros. Venid todos vosotros a Mi Seno Virginal donde os puedo purificar con la Presencia de Mi Hijo en Mí y tomad de Mí, Vuestra Madre Celestial, todos los dones y virtudes, Gracias y Bendiciones con que fui dotada por la Santísima Trinidad para que se realizara en Mí el inicio de la obra Santísima de la Redención.

Yo, Vuestra Madre, oro por cada uno de vosotros estéis en donde estéis, hagáis lo que hagáis, viváis en la Luz Verdadera que Mi Hijo os mostró ó no.

Yo Soy la Madre del Consuelo, Soy la Madre del Amor, Soy la Madre de todo ser creado por Mi Dios a imagen y semejanza de Él.

Venid a Mí, para que os lleve a Mi Hijo y seáis purificados en Su Santísimo Amor. Venid a Mí para que se logre en vosotros también, la Encarnación.

La Donación de Salvación abarca a todos los tiempos y siempre se vive en un continuo presente. La actualidad de las Palabras de Mi Hijo son de Verdad.

Venid hijitos Míos, venid al regazo de Vuestra Madre Celestial para consentiros, mimaros y amaros como a Mi Hijo.

Yo os Bendigo en el Nombre Santo de Dios, del de Mi Santo Hijo, el Verbo Encarnado y en el de Mi Divino Esposo, el Santo Espíritu de Amor.