Mayo 21_01 ¡Cuánta vaciedad sigo viendo en vuestros corazones!

Mensaje.

 

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

 

Habla Nuestro Señor Jesucristo,
Hijitos Míos, ¡cuánta vaciedad sigo viendo en vuestros corazones! Cuán poca ha sido la respuesta a Mis demandas de cambio. Véis lo que sucede a vuestro alrededor ¿y no cambiáis? La economía se desmorona, los climas cambian, el mal se impone, la inseguridad aumenta y ¿ni aún así se mueve vuestro corazón a pedir Mi ayuda?

Estáis tan apegados a los bienes de este Mundo que no alcanzáis a ver que existe algo más valioso que os espera. Vuestra falta de Fé, ciega vuestro corazón y no le permite ver Mis maravillas.

Los que no están enamorados de sí mismos, lo están de las cosas del mundo o de las mismas personas que lo habitan, el caso es que para Mí no hay lugar en su corazón, ¡a pesar de que Yo habito en él!

En las Escrituras Yo os dí ejemplos de ése enamoramiento fatal para   vuestra alma. Con Mi hija María Magdalena, mujer bellísima, ella había utilizado su belleza exterior para venderse a los hombres y sacar provecho del alto rango de muchos de ellos. Confiaba en sí misma, confiaba en su exterior, se enriquecía con él y se aprovechaba de su belleza para manipular a los hombres poderosos de ése tiempo. Lo mismo sigue sucediendo en la actualidad, en mayor o en menor grado, en multitud de mujeres.

Con el rico Epulón os ejemplifico a todos aquellos que viven gozando del mundo con las fiestas, los banquetes, la gula y el desenfreno con los placeres de la carne, lo mismo que sigue sucediendo con gran cantidad de Mis hijos, a los cuáles les permití tener más bienes materiales, para que los compartieran, pero que no los han sabido utilizar para ganarse el Cielo.

Con el muchacho al que llamo a que Me siga y que él Me responde: “Déjame ir primero a enterrar a mi padre y luego te seguiré”, os hago ver cuánto apreciáis más a las personas, incluyendo a vuestros seres queridos, antes que a vuestro Dios.

A todas las almas las llamo para que Me sigan, pero no todas responden. Mi hija, Marra Magdalena, creía tener todo, porque, humanamente lo tenía todo, belleza, dinero, poder, pero cuando se encuentra Conmigo, se dió cuenta de su vaciedad, se dió cuenta de que su pecado la estaba separando de la Vida Verdadera y se dió cuenta de que el poder que tenía sobre los hombres era nada en comparación con el poder de la Gracia y de la Pureza que Yo emanaba. Ella fue llamada y ¡respondió a Mi llamado!

El rico Epulón tuvo a un ángel junto a él que le estaba mostrando su error, el pobre Lázaro y no quiso mover su corazón a la compasión ni al compartir sus bienes, bienes que Yo concedo a algunas almas para que al compartirlos compren el Cielo. El rico no quiso escuchar a su corazón, a Mi llamado en su corazos y se perdió.

Cuando llamo al joven a seguirMe y Me pide que le permita enterrar a su padre muerto, él estaba siguiendo lo que la Ley dictaba, estaba haciendo el bien, pero, ¡Yo estoy sobre la Ley! El amor a los semejantes debe existir, pero nunca debe ser mayor que el amor que se Me debe tener a Mí., vuestro Dios. Observad que, ¡estáis prefiriendo el amor de una creatura al Amor de vuestro Dios!

En los dos primeros ejemplos los personajes estaban fuera de la Ley, vivían en el pecado, María Magdalena y el rico Epulón, una escuchó Mi llamado y el otro no se dá cuenta del llamado constante que tuvo, sino hasta que muere.

En el tercer caso el hombre seguía la Ley pero el apego a los seres queridos es mayor. Pero hay un cuarto ejemplo, el del m uchacho que se Me acerca y que Me pregunta qué debe hacer para ganar el Cielo.

En las Escrituras se lee que era un Joven muy rico y cuando le digo que para ganar el Cielo hay que seguir lo que la Ley prescribe, él responde que así lo ha hecho toda su vida y, realmente era un joven ejemplar y de éstos quisiera que hubiera muchos. De entre éste tipo de hijos busco a los que Me puedan sentir plenamente y así se lo pedí, le dije: “Ve y vende todo lo que tienes, dáselo a los pobre y sígueMe“. El joven se entristeció al saber que para seguir a su Dios hay que desprenderse de TODO lo que el mundo posee. Sí, su corazón era bueno, pero no tan sabio como para preferir a SU Dios antes que al mundo.

Mis pequeños, Yo os sigo llamando a todos vosotros, de una ó de otra forma. Yo sigo tocando puertas de múltiples formas para ayudaros a llegar a vuestro Hogar Eterno, pero vuestro corazón enamorado está de otras múltiples cosas del mundo. Yo insisto y seguiré insistiendo hasta que vuestra vida termine sobre la Tierra, pero ¿estaréis preparados cuando la llamada definitiva se os dé?

Soy vuestro Dios, vuestro Cristo Jesús, que ha bajado a compartir con vosotros las tribulaciones del mundo, a las cuáles vencí y que ahora he regresado a la Casa de Mi Padre y estoy sentado a Su derecha en Mi Trono Eterno.

Vuestro viaje a la Tierra viene a ser lo que Yo mismo hice y vuestro regalo eterno será más glorioso de lo que os podáis imaginar. Pero vuestra Fé es tan simple, tan pequeña, tan débil, que preferís lo que vuestros sentidos os permiten percibir y no queréis apreciar lo que vuestro corazón os dicta, o sea, seguir a Mi Presencia en vosotros.

Aprended a escuchar Mi llamado y a desprenderos de los bienes de éste mundo, porque si a ellos preferís, no seréis dignos de los de vuestro Dios.

Yo os bendigo en Nombre de Mi Padre, en Mi Nombre, Jesús y Salvador vuestro y en el Nombre de Mi Santo Espíritu.