Sep 26_00 Yo he sido constituida por Mi Señor, para ser Medianera entre el Cielo y la Tierra.

Mensaje

 

Mensaje de La Santísima Virgen María a J.V.

 

Habla la Santísima Virgen María,
Sobre: “Yo he sido constituida por Mi Señor, para ser Medianera entre el Cielo y la Tierra”.

Hijitos Míos, Soy vuestra Madre Santísima, la Siempre Virgen María. Yo he sido constituida por Mi Señor, para ser Medianera entre el Cielo y la Tierra, para ser protectora de todo el género humano, para ser Madre de toda creatura humana creada por Mi Padre Dios, en todos los tiempos y para ser testigo fiel de la Gracia Divina que brota del Corazón Amoroso de Mi Hijo Jesucristo.

Dios, Mi Padre, vuestro Padre, Me ha colmado con Gracias y Bendiciones altísimas con las que Lo debo de servir y así, por ellas, Me he vuelto Su más pequeña servidora. ¡ Cuántas Bendiciones recibí ¡ ¡ Cuánto Amor ¡ ¡ Cuánta dulzura brota del Corazón amantísimo de Nuestro Padre ¡.

Hijitos Míos, toda ésta dulzura, todos éstos regalos son maravillosos. No tienen par con nada de lo creado y por el hecho de ser tan sublimes, esto provoca en Mi Corazón la alegría inmensa de sentir y vivir el Amor Infinito de Nuestro Dios. Pero al Amor no se le puede esconder ni poner en un lugar inalcanzable, como al tesoro más preciado, al Amor hay que compartirlo para que así cumpla su función de ser y, a diferencia de los tesoros de la Tierra que se terminan si uno los reparte ó se echan a perder si se les esconde, al Amor, mientras más se le reparte, más se acrecienta y mientras más se muestre a los demás, más brillo y más vida adquiere.

Ahora Yo, vuestra Madre, Maestra y Guía, voy reuniendo al Nuevo Pueblo de Dios, al Nuevo Pueblo de Mi Hijo, que son todos aquellos que aceptaron y han vivido Sus Enseñanzas y Su Amor y además, lo han acrecentado por el hecho de haberlo compartido con sus semejantes.

El Nuevo Pueblo de Mi Hijo es el que habrá de triunfar por sobre todo mal. El Nuevo Pueblo de Mi Hijo es aquél que, a pesar de haber caminado entre el fango, no se ha contaminado, ha permanecido fiel y ha guardado su alma, tesoro infinito de vuestro Dios, para El y no para ser servidores del mal.

Mi Pueblo fiel ha escuchado Mi Voz, ha seguido las instrucciones de Su Madre y las ha puesto en práctica, para hacer con ellas UNA SOLA FAMILIA, la cuál vive las virtudes de Nuestra Gran Familia Celestial.

Este Gran Pueblo de Dios será el que recibirá y vivirá la Segunda Venida de Mi Hijo a la Tierra, sabrá apreciar el Regalo Divino de Nuestro Padre y vivirá según Su Moción Espiritual, para que, por fin, se cumplan las Escrituras: “Este Será Mi Pueblo y Yo seré Su Dios”.

Hijitos Míos, a pesar de la turbación y de la obscuridad en la que ahora vivís, alegraos del momento divino que en breve se acerca. Mi Pueblo, al que Yo he guiado, porque Nuestro Dios así Me lo ha permitido, pronto surgirá, apareciendo como una gran luz entre las sombras. Aparecerá con gran alegría entre la tristeza y la turbación de los traidores e indiferentes. Surgirá como Promesa Divina entre los escombros del mal.

La maldad, fruto de Nuestro Enemigo, NUNCA ha de triunfar pero, hijitos Míos, necesitamos de cada uno de vosotros para que, de ser posible, ninguna alma se pierda.

Muchas veces os hemos dicho que, tanto la duración de los acontecimientos de la Purificación como el número de las almas que se puedan salvar, dependen del desprendimiento de vuestra voluntad y de su donación a  Nuestra Voluntad, para que, al ser movidos por Nosotros y por la Gracia de la Santísima Trinidad, os convirtáis en perfectos instrumentos del Amor.

El Amor sólo ve perdón, salvación y Gloria Eterna, nunca verá venganza, rencor ó deseo de muerte eterna y Yo, ahora, he sido enviada a todo el Mundo a predicarles, a recordarles y a anunciarles la Palabra, la Vida, el Amor y el Perdón de Nuestro Dios.

Yo, como Hija de Mi Dios Padre, Madre de Mi Dios Hijo y Esposa de Mi Dios Espíritu Santo, vengo a cada uno de vosotros y a cada pueblo de la Tierra, a buscar vuestra alma para llevarla a vivir con vuestra Familia Celestial por toda la Eternidad.

Mi Hijo comenzó Su Predicación de Amor, Sus apóstoles la llevaron a todo el Mundo, por Su orden, pero muchos la aceptaron y muchos la negaron y ahora Yo, vuestra Madre, Maestra y Guía, concluyo, con gran honor, la Obra de Mi Hijo Jesucristo, al insistir a los pueblos y a cada corazón, por vuestra conversión y con la Gracia especial concedida por Mi Dios, en Su Santísima Trinidad, trato aún de salvar a aquellas almas que están prácticamente perdidas.

Hijitos Míos, Mi Corazón insiste por ellas, pero recordad que sin vuestro apoyo en oración y en obras, Yo permanezco limitada para lograr su salvación.

Hijitos fieles, ¡ApoyadMe en su salvación, por favor! Gran gozo daremos a Nuestro Padre con la salvación de las ovejas del redil de Mi Hijo.

AyudadMe a alegrar a Nuestro Dios y Yo intercederé para que podáis recibir grandes Gracias y Regalos Eternos cuando volváis al Reino de Nuestro Padre Dios. Un alma, prácticamente perdida puede ser salvada por vuestra intercesión, es un regalo inconmensurable al Corazón de Nuestro Dios. Por favor recordadlo.

Os pido que, en estos tiempos en que las tinieblas ya casi cubren a toda la Tierra, no os soltéis de Mi Mano. No dudéis ni perdáis confianza en vuestro Dios y en Mí, a pesar de que los acontecimientos se vean tremendos e infranqueables para vuestras débiles fuerzas. Yo vuestra Madre os he de guiar por los caminos de luz, por los caminos seguros de salvación, por los caminos del Amor ofrecido para la salvación de vuestros hermanos casi perdidos.

Yo llevo la Luz en Mí, porque Yo vivo perfectamente a la Santísima Trinidad en Mí. Yo no Soy la Luz, pero permito que Ella se manifieste perfectamente en Mí y eso es lo que ahora pretendo con cada uno de vosotros; los que sois Mis verdaderos hijos, deberéis ser reflejo perfecto de la Luz que Yo os puedo compartir. Esta, Nuestra Luz, disipará dudas, temores, incertidumbres. Producirá amor, vida nueva espiritual, conversión y, sobre todo, salvación a muchas almas sumergidas en la obscuridad. Esta, Nuestra Luz, reflejará a Mi Dios en cada uno de vosotros y así os reconoceréis mutuamente, en que sois hijos de una sola familia e hijos de un mismo Padre.

Hijitos Míos, os vuelvo a repetir, no dudéis en lo absoluto en el Poder y en el Amor que Nuestro Dios a puesto en Mi para guiaros y para enseñaros a vivir la Nueva Vida del Pueblo Escogido. Yo os voy conduciendo al redil de Mi Hijo y juntos todos vamos a la Casa del Padre, envueltos en el Amor de Mi Santo Esposo, el Espíritu de Amor.

¡Venid, venid! que el tiempo es corto, ya muy corto, pero con confianza y con amor todo se puede lograr, ¡ hasta lo imposible ¡

Yo os bendigo en Nombre de Nuestro Padre, de Mi Hijo, de Mi Esposo y en Mi Nombre. Os amo y os llevo en Mi Corazón amoroso de Madre vuestra.