Feb 27_01 Las injusticias y desigualdades en el mundo, no se deben a Mi Padre, sino a vosotros.

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J.V.

Habla Nuestro Señor Jesucristo,
Sobre: Las injusticias y desigualdades en el mundo, no se deben a Mi Padre, sino a vosotros.

Hijitos y hermanos Míos. Yo, vuestro Jesús, os quiero hacer meditar en algo que continuamente tomáis como pretexto para atacar a Mi Padre en Su Infinita Bondad. Deseo hoy platicaros sobre algunos sentimientos de Mi Corazón.

Habláis del porqué la existencia de los pobres en el Mundo, de las diferencias tan notorias entre las economías mundiales, de los excesos por un lado y por el otro gente muriendo de hambre por no tener ni de lo indispensable para vivir, de las injusticias de los gobiernos, aprovechándose de sus propios hermanos, tomando de sus bienes para uso personal, etc. Habláis de muchas injusticias y todo eso se lo reprocháis a Mi Padre, a vuestro Padre.

Yo os dije: “La boca habla de lo que está lleno el corazón” y puedo añadir, “el hombre obra de acuerdo a lo que lleva en su corazón”.

Queréis componer al mundo dando sólo bienes materiales, llenando estómagos, regalando ó compartiendo lo que ya no queréis, apoyando a pueblos con alimentos y vestido cuando estáis viendo sus necesidades notoriamente, todo eso está bien y lo debéis hacer, porque os debéis ver, antes que nada, como hermanos.

En un hogar no podríais soportar que uno de vuestros hermanos anduviera andrajoso y sucio, quiero decir, con una necesidad real y los otros estuvieran bien vestidos y limpios ó unos bien alimentados y otros estuvieran en los huesos, como hay muchos en varios pueblos en la actualidad. No lo podríais soportar, si fuerais una familia normal y buena y esto sucedería porque vuestro corazón, antes que la razón, os lo exigiría.

Si en vuestra familia hubieran graves diferencias entre hermanos, también vuestro corazón reclamaría igualdad de trato entre los unos y otros. En una familia que se dijera poseedora de Mis Virtudes y las vivieran, no podrían haber divisiones entre  sus miembros ó ataques mutuos, ¡no sería congruente!

El mundo es vuestro hogar y estáis pisoteándolo, afectándolo en múltiples formas. Os peleáis entre hermanos y os peleáis de muerte. Os castigáis unos a otros para no compartir de los bienes que Mi Padre os ha dado, poniendo pretextos tontos entre gobiernos. Ayudáis en forma superflua y por un momento a los pueblos que están muriendo de hambre y, a pesar de que podríais compartir continuamente, porque Mi Padre os da de sobra, no lo hacéis porque las envidias y egoísmos salen pronto de la boca de los países más bendecidos.

¡Qué os pasa Mis pequeños! Lo que tenéis no os pertenece, es de Mi Padre y debéis compartir, pero no está en las cosas el problema real de vuestro mundo, ¡está en vuestro corazón!

Ya os dije que vuestras obras, todas, están regidas por vuestro corazón y si tenéis a vuestro mundo como ahora está, es porque vuestro corazón se ha apartado tanto de Mis Enseñanzas, que de piedra se ha vuelto.

Hay grupos que buscan la igualdad y los derechos de todos los ciudadanos, pero no buscan lo esencial, el amor sincero y fraterno, el amor que Yo os enseñé, el amor desinteresado que busca el bien del hermano, llegando primero a su corazón antes que al estómago. Creéis que con llenar primero el estómago ya resolvisteis el problema, Yo os puedo asegurar que no es así. Hay gente mala, muy mala, que estando débil no hace tanto mal, pero, al alimentarlo sólo corporalmente, le daréis la fuerza necesaria  para que pueda cometer sus fechorías y esto sucede porque primero disteis fuerza a la envoltura, a su cuerpo, antes que darle fuerza al corazón.

Hay grupos que buscan el que se le haga justicia a tal ó cual grupo étnico y para ello hasta llegan a levantarlos en armas para que luchen contra sus “opresores”. Tampoco aquí tocáis el corazón primero, tocáis la razón, tergiversándola, de acuerdo a vuestros propios  intereses de liderazgo, pero no combatís con las armas del amor, buscando que el corazón afecte positivamente a la razón.

Yo no vine a enseñaros a como pelear ó a luchar contra los gobiernos de los hombres. Yo os vine a enseñar lo que el AMOR  puede lograr cuando se vive realmente en los corazones.

Ya os he dicho que el Amor es la fuerza más poderosa en el Universo, pero no lo creéis. Confiáis más en vuestras armas, en vuestra lengua llena de palabras destructivas ó en vuestras acciones que afectan la paz entre los pueblos, que en las acciones del corazón.

Os respaldáis con la “ley de la selva”, el más fuerte siempre vence, pero recordad que no siempre es así, algunas veces “el fuerte” puede ser tan pequeño que puede tirar y matar hasta a un elefante, tal es el caso de los microbios.

Confiáis en vuestras fuerzas corporales, tan débiles y tan predispuestas a las enfermedades y no tratáis de ejercitar y fortalecer a las fuerzas espirituales, a las fuerzas del amor, las cuáles tienen muchísimas más fuerza que las humanas cuando en Mí se atienen.

Vivís confundidos porque os habéis dejado confundir por el gran engañador. Contáis Conmigo y no queréis aprovechar Mis tesoros abundantes. Queréis seguir aparentando luchar por la justicia de los pueblos, cuando ni siquiera Me lleváis en vuestro corazón. Queréis repartir “equitativamente” los terrenos del Mundo y os estáis olvidando de ganar vuestro terreno eterno.

Muchas cosas obscuras guarda el corazón del hombre, hace cosas aparentemente respaldadas por la justicia, pero vacías de verdad y de amor. Gritan y luchan por una supuesta igualdad y ellos viven en la opulencia. Son grandes líderes de libro, pero no de vida activa ejemplar.

Yo os vine a enseñar lo que debe ser un verdadero “líder”. Yo vine a enseñar lo que Mi Padre Me dio. Fui aceptado por unos y rechazado por otros. Dormí en camas lujosas y en el suelo del campo. Comí manjares sustanciosos y padecí de hambre extrema. Fui aclamado como rey y asesinado como ladrón. Fui aceptado como Hijo de Dios y también atacado como demonio.

Yo viví todo esto y más, siendo siempre veraz y auténtico, porque llevaba siempre a Mi Padre y a Su Amor en Mi Corazón. En las buenas y en las malas acepté la Voluntad de Mi Padre.

Vuestros líderes son veletas, que les gusta moverse hacia donde pueden sacar mayor provecho y sin sufrir en lo absoluto. Ya no buscan Mis Valores, sino los del mundo.

La paz, la igualdad, la justicia la hermandad entre todos los pueblos de la Tierra, sólo se logrará cuando sea el corazón el que rija sobre vuestra razón y sobre vuestra fuerza física, antes no obtendréis nada, sino pura mentira. Recordad y poned en vuestro corazón lo que Yo dije: “Buscad primero el Reino de Dios y lo demás se os dará por añadidura”.

Que éste tiempo de cuaresma os sirva para meditar bien sobre vuestra estancia sobre la Tierra y sobre la función que tenéis cada uno de vosotros para que logréis se implante Mi Cielo sobre la Tierra.

Yo os bendigo en el Nombre del Amor de Mi Padre, en Mi Nombre de salvador y ejemplo vivo para cada uno de vosotros y en el Nombre del Amor a Quién debéis pedir inspiración para que aprendáis a actuar según la Voluntad de Nuestro Padre.