Dic 09_99 Para someter nuestra carne y las pasiones desordenadas.

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J.V.

Habla Dios Hijo,
Sobre: Someter nuestra carne y las pasiones desordenadas.

Hijitos Míos, Mi Vida es Amor. Yo he nacido entre vosotros para mostraros el Amor de Mi Padre y para traeros Su Luz al Mundo.

Estabais en las tinieblas, en manos de Mi enemigo y vine a vencerlo, al mostraros como él, ante Mi Presencia, ante Mi Palabra, ante Mis Obras, ante la Luz de Mi Corazón, no puede seguir actuando. Os he dado la Luz en el conocimiento del camino que debéis seguir todos vosotros. Os he dado ejemplo claro de cómo os debéis comportar unos con otros. Os he mostrado a Mi Padre y Sus Designios de Amor. Os he dado vida con Mis Enseñanzas. El camino sólo se podrá recorrer hasta el final con la negación de uno mismo, o sea, negación a todo aquello que se deriva de los deseos malsanos de la carne; debéis vencer a la carne y sus pasiones desordenadas con la ayuda de Mi Gracia, Gracia que proviene de Mi Padre y que todo lo envuelve.

Venid, hijitos Míos, al regazo de Mi Amor. ¿Por qué buscar la infelicidad, el desasosiego, el temor, la muerte espiritual al vivir en contra Mía, al vivir atacando Mis Preceptos, al vivir con odios y egoísmos, si podríais tener Paz, Amor, vida plena en Mi Padre al cumplir Su Voluntad?

Os hacéis bolas vosotros mismos tratando de encontrar secretos escondidos para alcanzar la felicidad del Mundo, felicidad sin bases firmes, que al romperse os traerán mayor tristeza y, sobre todo, soledad de corazón, ya que pusisteis toda vuestra voluntad en algo pasajero, algo sin futuro, algo superfluo. Aquellos que cimientan su vida, sus deseos, sus ideales de acuerdo a Mi Voluntad y a Mis Deseos de Amor sincero, pase lo que pase, subsistirán.

Habéis convertido una vida espiritual, en vida material. Vuestra misión en la Tierra es espiritual y os habéis dejado engañar por el mal al buscar lo material antes que lo espiritual. Os habéis dejado engañar por ése materialismo y convertís el recuerdo de Mi Venida a la Tierra, en un puro intercambio de regalos, sin tratar de profundizar en la Misericordia y en el Amor con que vuestro Padre Celestial os quiso regalar al permitirMe venir a la Tierra para lograr vuestra redención y apartaros de las fuerzas del mal que os tenían sojuzgados. ¿No os dais cuenta, hijitos Míos, en el error en el que estáis viviendo? Este tiempo de la Navidad, es tiempo de alegría, de agradecimiento, de amor fraterno espiritual, no material, recordando al Amor que bajó para ayudaros a salir de las tinieblas y del error en que se vivía.

Es tiempo de alegría, en donde ésa alegría se debe unir a la del Cielo. Alegría Divina, porque se os dio al Salvador y la Palabra de Dios. Al no profundizar en éste os estáis perdiendo de mucho. Lo tomáis todo muy a la ligera. ¡Es vuestro Dios el que se ha encarnado para traeros Vida, Luz y Camino de Salvación! ¡Es Su Misericordia y Su Amor, por todos vosotros, lo que por Su Humildad Infinita logra que Yo, Su Hijo, Me encarne para vivir entre vosotros!

Este acto de infinita bondad y de humildad, es poco agradecido, ¡todo un Dios haciéndose pequeñito para vivir con Sus hijos!

Vosotros os sentís alagados cuando un rey, un presidente, ó aún Mi mismo hijo predilecto, el Santo Padre, el Papa, caminan entre el pueblo, se dejan tocar, abrazar, saludar y, si recapacitáis, ellos, a pesar de su cargo, siguen siendo humanos, que también han bajado a servirMe. Siguen siendo pequeños, insignificantes. Yo, vuestro Dios, he hecho lo mismo, he bajado de Mi Trono Celestial a convivir con todos vosotros. Os dí sólo Amor, enseñanzas de Vida Eterna, curación de cuerpos y almas y no lo habéis apreciado, a tal grado vivís en el error y en vuestro Yo mísero, que no apreciasteis a vuestro Dios entre vosotros y me crucificasteis. Me he quedado con vosotros como alimento espiritual en la Sagrada Eucaristía y ni aún así, éste regalo de Mi Amor Omnipotente, apreciáis. Si pudiérais ver cómo Mis ángeles y los santos, ya en Mi Gloria, alaban, agradecen, venera, respetan Mi Santo Cuerpo en todos los Sagrarios de la Tierra si pudiérais verlos, vergüenza os daría por la forma en como Me tomáis, la forma en como Me tratáis.

Hijitos Míos, es Mi Presencia Viva, Divina, la que se ha quedado entre vosotros. Es el Verbo Encarnado que se ha quedado para daros vida espiritual y ayuda en vuestra misión terrena. Es el Amor Infinito en Su máxima humildad que se ha querido quedar entre vosotros, para que os sintáis acompañados, como lo estuvieron vuestros antepasados, que Me vieron, Me tocaron, Me escucharon. Yo Me he quedado a velar por todos vosotros y cada vez que Me tomáis, os doy nueva vida, ya que Mi Amor tiene tantas facetas, que aquél que Me busca y está Conmigo, siempre experimenta, en forma diferente, el tomarMe en la Sagrada Eucaristía.

Hijitos Míos, os pido una vez más, haced vida espiritual, de recogimiento, de unión sincera y amorosa entre Mi Padre y vosotros en ésta Navidad. Por favor, no dejéis pasar ésta fecha, en que se conmemora el Amor Pleno del Padre Celestial para con vosotros, en puro intercambio de regalos materiales, superfluos y, en la gran mayoría de los casos, hasta poco agradecidos, porque os dieron un regalo sin gusto ó inservible y así, lo que debiera ser una reunión de amor, de recogimiento y agradecimiento hacia vuestro Padre, termina en pleito familiar al recordarse odios, envidias, celos, rencores y egoísmos fraternos en las reuniones familiares.

Os repito, vuestra vida sobre la Tierra tiene una función de salvación y de enseñanzas de amor y no de obtención de bienes materiales ni de gozo humano simplemente. El vivir en el gozo espiritual, el vivir bajo la Voluntad del Padre, os dará un gozo inmenso de alma y cuerpo, gozo que nunca será igual, que sobrepasa y por mucho, al puro gozo carnal ó material.

Hijitos Míos, volved a Mi Corazón, volved al Amor que se ha volcado por cada uno de vosotros, al permitirMe venir a la Tierra a salvaros y para enseñaros la senda que debéis seguir para que regreséis a vuestro verdadero hogar en el Reino de los Cielos.

Compartid el gozo de Mi Madre, la Siempre Virgen María y de Mi Santo Padre de la Tierra, San José. Uníos a la alegría de los santos ángeles al verMe en el pequeño pesebre mostrando Mi Divinidad a todos aquellos de corazón sencillo y humilde que se acercaban a conocer a Su Salvador. Acercaos todos vosotros al pequeño pesebre, para agradecer, de corazón, a vuestro Dios, en Sus Tres Divinas Personas, pero éste acto tan grande, de Su Amor Divino, para con cada uno de vosotros al permitirMe venir a la Tierra a salvaros, a traeros la Verdad, a protegeros del mal y sus tinieblas. Os he traído la Luz, no la desperdiciéis. Os he traído vida, no Me volváis a matar. Os he traído el Amor Celestial que os enaltece y os hace verdaderos hijos de Dios, no os quedéis en el amor intrascendente e inservible de la carne, Yo os he dado Vida no busquéis la muerte, la cuál os acecha continuamente. Tenéis en Mí la salvación eterna, eterna, hijitos Míos. Recapacitad y meditad bien ésta palabra, vuestra vida terrena os puede dar vida plena eterna ó muerte dolorosa eterna.

Yo os busco a cada uno, muevo vuestros corazones de muchas formas para alcanzar vuestro arrepentimiento y vuestro deseo de salvación. No os dejaré morir e insistiré por vuestra salvación aún en el último segundo de vuestra vida, pero ojalá podáis comprender lo que Mi Misericordia de Amor significa. Sólo vuestra necedad y vuestra traición al Amor Verdadero os pueden dar la muerte eterna.

Buscad y pedíd en ésta Navidad, en éste Nacimiento de vuestro Salvador, la humildad de corazón para que podáis apreciar lo que el Amor Omnipotente y Eterno ha dado a toda la humanidad de todos los tiempos al permitirMe Mi Encarnación y Nacimiento entre todos vosotros. Meditad la escena de Mi Nacimiento. A pesar de la pobreza del lugar, la de Mis padres, la sencillez de los que ahí estaban y de los que Me visitaban, nada les faltaba, porque Yo llenaba todo. No es lo material lo que satisface al hombre, es la vida en Mi lo que lo plenifica. Cuando os abajéis, cuando os humilléis de corazón, cuando os hagáis pequeños y busquéis hacer sólo la Voluntad de Mi Padre, os encontraréis con los verdaderos tesoros que he dejado en vuestro corazón, tesoros que compartiréis entre los vuestros en vez de los regalos materiales y sin valor que ahora os intercambiáis.

Vivid en familia, pero en familia con la del Cielo. Buscar los bienes Divinos y no los humanos, que de nada os servirán para vuestra vida eterna.

Os espero, hijitos Míos, a cada uno de vosotros y os bendigo con todo Mi Amor, para que podáis pasar ésta fecha Divina, con las Gracias que de Mi Corazón brotarán para todos aquellos que Me las pidan y las busquen.

Vivid en paz, en amor y en el servicio pleno y desinteresado hacia vuestros hermanos, buscando su crecimiento espiritual y su salvación eterna y así Mi Próximo Advenimiento será bellísimo y glorioso, porque vuestros deseos de amor así lo lograrán.

Que Mi Paz y Mi Amor queden con todos vosotros y sus familias.