Abr 15_2021 Los tiempos tremendos se acercan porque no los habéis detenido ni los habéis disminuido con vuestra donación, con vuestra oración, con vuestro sufrimiento ofrecido.

Coronilla de la Divina Misericordia- Mensaje ÚNICO.

.

=================================

Mensaje de la Santísima Virgen María a J. V.

=================================

.

Habla la Santísima Virgen María.

Sí, Mis pequeños, mucho mal hay a vuestro alrededor, siempre lo ha habido. El oscurecimiento de las Verdades que os dejó Mi Padre, después del Pecado Original, llevó a la humanidad a un letargo espiritual tremendo que terminó cuando vino Mi Hijo a la Tierra.

(Lenguas…) La Luz, la Luz vino al mundo, todo se iluminó. Vino una gran Luz a la Tierra. El Amor de un Dios Infinito se hacía pequeñito para estar entre los hombres. Todo un Dios inmenso, en Su Infinita Bondad y Humildad, Se hizo pequeñito y entró en Mi vientre. Un gozo inmenso Me invadió y pude vivir ese gozo Divino como nadie lo ha vivido ni lo vivirá jamás.

Fui la escogida para ser puente entre el Cielo y la Tierra, para que viniera la Luz al mundo, para que Yo asistiera a Mi Señor. Mi Señor, Mi Dios viviendo en Mí. Conocí Misterios que el hombre no conoce ni conocía, conocí al Amor Infinito de Dios porque Lo tuve en Mí, platicaba con Mi Señor y aprendía Yo inmensamente de Su Divinidad, de Su Santidad, de Su Sabiduría, de Su Amor, y por eso Me mantenía a la escucha y en silencio. ¿Para qué escuchar al mundo, al exterior, si Yo estaba extasiada en Mi interior, viviendo y compartiendo con Mi Dios, con Mi Dios Creador, con Mi Hijo Redentor, con Mi Esposo, el Santo Espíritu, que Me instruía a vivir para servirLes?

La Luz llegó al mundo, las tinieblas se disiparon, los demonios se apartaron, no podían soportar esa Luz, no sabían de qué se trataba, se preguntaban unos a otros qué sucedía. Era una Luz que no había existido antes en el mundo. Todo cambió para el bien de la humanidad, para su naturaleza caída, era Mi Hijo, Mi Dios, Mi Señor, a Quien Yo servía, el que se manifestaba ya entre los hombres.

¡Cuánto Amor de todo un Dios! Un Amor que el hombre no comprende y, por no comprenderlo ni tratar de comprenderlo, lo desecha, lo desprecia. ¡Cuánto se ha perdido el hombre que, teniendo a Dios a su alcance, no Lo ha aprovechado, no Lo ha apreciado, no Lo ha amado!

Antes de que viniera Mi Señor y Mi Dios, los profetas Lo anunciaban y eran muy pocos los que comprendían lo que los profetas anunciaban. Llegó el momento de Su aparición en la Tierra, convivió con los hombres y los hombres Lo asesinaron, pero dejó Su Luz, y ¡ya no estáis en tinieblas!, solamente están en tinieblas aquellos que no aprecian la Presencia de Mi Hijo entre vosotros. Os dejó Su Presencia en la Eucaristía, ¡tenéis a Mi Hijo entre vosotros!, podéis tomarLo y podéis gozarLo, como Yo lo gocé esos nueve meses en Mi interior, pero el hombre desprecia este regalo Divino.

Ya no se Le busca, no se Le da el lugar que merece, tanto en vuestro ser como en el mundo entero. Os vino a salvar, os vino a enseñar, os vino a buscar para levantaros del pecado, de la maldad, del error, de la mentira a donde os había llevado satanás, y ¿qué habéis hecho con todo ese Conocimiento Divino, con toda esa Ayuda Divina? La habéis despreciado.

Pedís y pedís para que se os ayude. Estáis viviendo momentos difíciles y pedís con exigencia para que Mi Hijo os ayude, pero ¿con qué cara pedís eso, Mis pequeños, si no creéis en Él y si no Lo buscáis? Acudís a Él como si acudierais a alguien más a vuestro alrededor, como aquellos que han pactado con satanás. No respetáis a Mi Hijo como Dios, Lo tenéis como amuleto, como a alguien a quien le exigís que os ayude, pero que, cuando os ayuda, ni le agradecéis. ¡Cuánta maldad hay en vuestro ser, en vuestro interior, alrededor vuestro!

¿Cómo queréis vivir estos tiempos de tribulación en los que vuestra alma ya debiera estar preparada contra la gran lucha espiritual contra satanás? No podéis combatir al mal con el mal, refiréndoMe a que en vuestro interior no hay bondad, no hay amor, no tomáis el Alimento Divino, no oráis, no crecéis en todo lo que Mi Hijo os pidió. Por eso os digo y os repito: No podéis combatir al mal con el mal, porque no hay prácticamente ningún bien en vuestro interior como para combatir al mal que se os está presentando a vuestro alrededor y que cada vez va creciendo más y más, y vosotros no hacéis nada para combatir ese mal que os está ahogando, os está destruyendo y os está alejando todavía más de Mi Hijo y de las Verdades que debéis vivir.

Satanás os distrae con el terror en el que vivís ahora. Ha creado una mentira que os ha llevado al terror y os apartáis todavía más de la vida espiritual que debierais llevar para combatir toda esa maldad que aun vosotros mismos habéis aumentado. Satanás creó un mal y vosotros lo habéis llevado al terror, porque no hay Esperanza, no hay Amor, no hay Discernimiento Santo en vosotros. ¿Qué esperáis, pues, de vuestro futuro?, si es que acaso creéis que hay un futuro alrededor vuestro.

Cuánta tristeza causáis al Cielo, a Mi Dios y Señor, que tanto hizo por vuestra salvación y que tanto os dio para que crecierais en lo espiritual, y qué poco os ha importado ayudar a vuestra alma para vencer las maldades de satanás. ¡Cuánto error hay en vosotros, Mis pequeños!

Os he pedido en todas Mis apariciones la oración, la penitencia, el que os deis en sacrificio, como Mi Hijo se dio por vosotros. Os he dado el arma más poderosa para este tiempo, el Santo Rosario, y os burláis de aquellos que oran, os burláis de aquellos que han entendido las Verdades que se os han dejado. Desgraciadamente, tarde, muy tarde os daréis cuenta del error en el que vivisteis, que no supisteis discernir, porque vuestra alma buscaba cosas sin valor.

Los tiempos tremendos se acercan porque no los habéis detenido ni los habéis disminuido con vuestra donación, con vuestra oración, con vuestro sufrimiento ofrecido. Satanás no tiene misericordia, quiere destruir todo lo creado y especialmente vuestras almas. Mucho se os ha dado y mucho habéis desperdiciado.

Os seguireMos ayudando, si es que os acercáis a Nosotros, al Cielo, a pedir ayuda, pero tendréis que poner de vuestra parte. Os debéis humillar, debéis dejar a un lado la soberbia en la que vivís, debéis dejar a un lado la tontería en la que creéis, que es el querer vivir según vuestra voluntad.

No os dais cuenta de vuestra pequeñez, de vuestra nada. Todo un Dios, Mi Hijo, os ha dejado el Alimento Divino, las Enseñanzas del Cielo y vosotros, que no sois nada, si no estáis viviendo todas esas Enseñanzas y tomando el Alimento Divino, ¿creéis que vais a poder vencer a aquél que os ha venido destruyendo por tanto tiempo? Sois muy tontos, Mis pequeños.

Soy vuestra Madre y una madre reprende a los hijos con el deseo grande de que entiendan su error. Ojalá entendáis antes de que sea tarde, antes de que vuestra alma tenga que sufrir eternamente.

Gracias, Mis pequeños.