Jun 12_98 El Sacerdocio.

Mensaje de Dios Padre a JV.

Habla Dios Padre,
Sobre: El Sacerdocio.
Hijos Míos, ahora os quiero hablar sobre Mis ministros, vuestros sacer­dotes. Ellos son almas escogidas de  Mi Corazón, en los que he puesto multi­tud de dones para la transmisión de Mis Gracias a todos sus hermanos que sois vosotros. A ellos les he cuidado desde antes de su concepción en la Tierra. Son almas especiales con las que Yo regalo a Mi Iglesia para trans­mitirle Mi propia vida a través de los Sacramentos; son almas muy cercanas a Mi Corazón.

Yo constantemente envío a la Tierra éste tipo de almas para ayudarles a vosotros en vuestra conversión, en vuestra salvación, en vuestro crecimiento espiritual. Ellos son los portadores de Mis Virtudes y de Mí Amor.

Como vosotros sabéis, éstas almas tienen que encarnarse, igual que vosotros, y tienen que luchar contra todo lo que el demonio y el mundo les ofrecen, igual que a vosotros. Tienen que sufrir incomprensiones en su niñez y juventud, especialmente en éstos tiempos en los cuáles las familias, en general, no les interesa y hasta luchan por no permitir que un hijo suyo se vaya de sacerdote. Esto lo consideran pasado de moda o indigno para sus familias. Qué tristeza se produce en Mí Corazón cuando veo que en las familias, que se dicen, cristianas, atacan y tratan de quitarle esa idea del sacerdocio a sus hijos; no se imaginan el daño que Me hacen y el daño que se hacen vosotros mismos. Luego os quejáis conmigo de que no hay operarios pa­ra la mies, cuando sois vosotros mismos quienes lo estáis propiciando.

Luego tenemos que, a los pocos operarios de Mi rebaño, en vez de protegerlos con vuestra oración, os pasáis el tiempo criticándoles sus vidas. Ya les dije que son almas escogidas de Mí Corazón, pero así como a vosotros os tocó un cuerpo defectuoso por el pecado original, también a ellos y todos tenéis que luchar contra todos los ataques que Mi enemigo les pone en vuestro camino. La lucha de un sacerdote contra sus debilidades corporales, es muchísimo mayor que las de vosotros, puesto que el demonio los ataca muchí­simo más fuerte a ellos, por ser Mis ministros y propagadores de la Fe que Mi Hijo les dejó.

Si vosotros fuerais generales de un ejército y tuvierais que atacar al ejército enemigo ¿a quién trataríais de eliminar primero?

Os iríais hacia las cabezas que comandan al otro ejército, para que al eliminar a los que dan las órdenes y la estrategia de ataque, ya no pudieran continuar el ataque y así el resto del ejército se tendría que retirar sin rumbo fijo y perderían la batalla ¿no lo creen así, Hijitos Míos? Lo mismo sucede con Mis sacerdotes y los ataques del maligno, si vosotros en vez de criticar a Mis sacerdotes, los protegierais con vuestras oraciones, ayunos y penitencias, tendríais los sacerdotes santos que tanto me pedís.

Hijos Míos, Yo necesito de vosotros para proteger a los sacerdotes a través del amor de vuestras oraciones. Tenéis que daros cuenta que el mun­do os necesita en la virtud, y que sólo viviendo en la virtud, todo se pue­de lograr.

Recapacitad en que para la obtención de los principales sacra­mentos, se necesita uno de Mis ministros y si vosotros no los cuidáis como piedras preciosas, que son realmente porque son almas escogidas por Mí, vuestro: Padre, no tendríais esos sacramentos ni para vuestra vida ni para vues­tra muerte. Yo constantemente envío almas sacerdotales a la Tierra. Yo conozco vuestras necesidades, escucho el clamor de Mi pueblo y actúo de inme­diato, pero ¿que hacéis vosotros con éstas almas? Muchas son abortadas, mu­chas son “convencidas” por sus padres para que no tomen el santísimo camino del sacerdocio y otras son dejadas a la deriva, a merced de Mi enemigo, quien las ataca y logra convencerlos a tomar otras ideologías que no son las Mías y sólo logran confundir a Mi pueblo y así se pierden o se apartan de Mi cami­no.

Pero todo ésto sucede por vuestra falta de oración y penitencia por ellos. No creáis que porque son sacerdotes ya no necesitan de oraciones, ellos necesitan muchas más que para vosotros. Y son pocos los sacerdotes que se man­tienen en una vida santa y de ejemplo. Pero no os engañéis, Hijos MÍos, si las cosas están así en Mi Iglesia, es por vuestra frialdad, indiferencia Y crítica hacia Mis ministros. Se dice que un pueblo tiene el gobierno que se merece, y vosotros ¿no os merecéis, lo que tenéis ahora? Recapacitad Y orad.

La oración y la penitencia, junto con el ayuno, tienen un poder absoluto contra Mi enemigo y sus secuaces, porque al orar y daros en penitencia por Mis ministros y por vuestros hermano, estais viviendo en el AMOR, y mi enemigo no puede nada con quien realmente ama.

Recordad nuevamente, Yo constantemente envío almas sacerdotales a la Tierra, pero ¿vosotros las acogéis como lo que son y fomentáis su apostolado?

Os amo, hijitos de Mí Corazón, y les pido que vean por Mis ministros, cuídenlos, protéjanlos en cuerpo y alma, porque así vosotros mismos os estaréis protegiendo ya que ellos intercederán por vosotros en vida y en muer­te.

Los bendigo en Mí Santo Nombre, en el de Mi Hijo Jesús y en el del Amor Fecundo del Espíritu Santo.