(1998) Otras Experiencias con Dios Padre.

Mensaje de Dios Padre a J.V. en 1998.

 

Iba a hacer la Primera Comunión mi hijita y tanto las monjitas como yo, le estábamos inculcando el valor y el amor a la Sagrada Eucaristía.

Una mañana, iba yo manejando y mientra iba en el tráfico le dije a Dios Padre: “Padre, dime cosas bonitas sobre la grandeza de la Sagrada Eucaristía para yo decírselas a mi hijita. Entonces Él me respondió y me dijo: “Dime que soy Yo para ti”. Entonces empecé diciendoLe, eres mi Padre, el Creador de todas las cosas, el Creador de Todo el Universo, eres grandísimo, omnipotente, amorosísimo, misericordioso en extremo, eres lo máximo, no hay nada ni nadie que se pueda comparar contigo, etc. Con la ayuda del Espíritu Santo pude decirLe muchas cosas bonitas, cuando terminé Él me preguntó: “Qué eres tu en comparación con todo lo que Me has dicho? Y yo le contesté, pues nada. Entonces Él añadió: “Toda esa grandeza incontenible e inimaginable a los ojos humanos y a la mente de las creaturas, por un acto grandísimo de Amor y Humildad, se encuentra contenida en la pequeña Hostia que ustedes toman en la Misa. Aprendan de Mí Hijo Jesucristo, lo que un Padre amorosísimo puede hacer por sus creaturas a las que tanto ama”.

Otro día, en que fui a visitar a mi mamá, estábamos platicando de una cosa y otra, y como ella se encuentra un poco mal, y esto suele suceder a las personas ya mayores, me dijo: “Hijo, yo quisiera que estuvieras tú acompañándome en el momento de mi muerte. Yo le contesté que me gustaría mucho ayudarla en esos momentos, pero que Dios es el que manda pero que se lo iba a pedir. En el preciso momento en que le estaba yo diciendo estas palabras, Dios Padre me permite interiormente ver un ángel hermosísimo y me dice: “El ángel de la muerte es un ángel hermosísimo”. Y yo se lo conté inmediatamente a mi mamá. Cuando me fui de su casa, el Espíritu Santo, me fue explicando la visión y me indicó que el demonio ha tratado de tergiversar o alterar, todo lo que viene de Dios. Y así nos ha querido engañar, en esos momentos en los cuales vamos a tener que darle cuentas a Dios Padre de la misión que nos encomendó aquí en la Tierra, y que son momentos, para muchos, de temor, de duda, de inseguridad, el demonio nos ha hecho creer que es un ser horripilante, una calavera con una guadaña, al pie de la cama, nos está esperando para llevarnos a un lugar incierto para muchos. Y la realidad es otra. Me decía el Espíritu Santo, “de Dios no pueden salir cosas malas ni feas”. Y si nos ponemos a reflexionar, así es. Al momento de nuestro paso a la verdadera vida (y no a la muerte como lo conocemos), un ángel hermosísimo nos va a acompañar a la presencia de Dios, y con un amor, una ternura y una PAZ inimaginables nos va a recibir y la única pregunta que nos va a hacer será: “¿Cuánto amaste?

Esto sí nos debe preocupar, ya que cuando me mostró algo del Cielo, las almas, todas tienen un cierto parecido a Nuestro Señor Jesucristo, pero hablando de Sus Virtudes. Unas almas se parecen a Él porque fueron caritativas, otras en que fueron misericordiosas, otras porque se dieron a los demás, otras por el amor al dolor que padecieron sobre la Tierra y que ofrecieron, con resignación y unido al de Nuestro Señor para salvación de las almas, etc. El caso es que en cualquiera de las virtudes de Nuestro Señor, tomadas con amor y ofrecidas a Dios Padre junto con los méritos de Nuestro Señor, podemos fácilmente alcanzar el Cielo. Al estar escribiendo esto me dice Dios Padre lo siguiente: “Hijo Mío, escribe, cuando un alma, en su pequeñez se muestra así con su Padre y Creador, cuando es la humildad la que la mueve a venir a Mí y con un sincero Amor me ofrece lo que su corazón me puede dar, Yo recibo como aroma de flores perfumadas lo que Me está ofreciendo. Y Yo en la inmensidad de Mí Amor acojo a esa pequeña alma y la engrandezco y la llevo a las profundidades de Mí Corazón en donde quedan todas las bondades de Mis creaturas y con las que Me deleito por toda la eternidad. Si vosotros conocierais la inmensidad de Mí Amor y la Ternura de Mí Corazón, nunca tendríais miedo de venir a Mí. Os necesito tanto hijos Míos, como vosotros necesitáis alimento para vivir. Acérquense sin temor a Mi, ya que de Mí sólo obtendrán AMOR”.