(1998) Nuestra Misión y Compromiso Personal ante Dios Padre.

Mensaje de Dios Padre a JV (1998), De los Primeros Mensajes Públicos.

 

Es muy común escuchar entre la juventud, cuando hay alguna disputa familiar, decirle a los padres: “Yo no les pedí que me trajeran a la Tierra o Yo no les pedí nacer o cosas similares”. La realidad a esta situación me la hizo conocer Dios Padre.

Cuando una pareja de esposos están haciendo el amor, Dios Padre se voltea hacia las almas que aún no han bajado a la Tierra y les pregun­ta: De ésta pareja se va a concebir un niño o una niña (de acuerdo al caso) y va a llevar en la Tierra ésta misión, y se las muestra a las almas, luego pregunta: (Dios es súper caballeroso, el NUNCA obliga a hacer algo a alguien, siempre pide permiso, a diferencia del demonio el cual presiona, quita la paz, mete dudas y malestar general, etc. lo que viene de Dios siempre va a dejar Paz, alegría, bienestar general, crecimiento espiritual, etc.) ¿Quién quiere encarnarse en ese ser que se va a concebir? Y el alma contesta: ¿Padre, me concedes el don de la vida? Nosotros siendo almas se nos hizo esa pregunta y nosotros en nuestra plena libertad pedimos bajar a ser soldados de Dios Padre, corredentores con Nuestro Señor Jesucristo y Profetas de Amor del Espíritu Santo. Nadie nos obligó, nosotros hicimos un compromiso PERSONAL con Dios Padre. El nos explicó, vas a nacer en tal o cual familia, te vas a desarrollar de tal o cual manera, vas a tener estas cualidades y es­tos defectos, vas a tener estas tentaciones del mal que te van a hacer caer o te van a tratar de evitar el que cumplas la misión que ahora te estoy encomendando, etc.

Nosotros sabemos por anticipado TODO lo que va a suceder en nuestras vidas, pero hay dos inconvenientes que van a sucederse y van a hacer difícil el cumplimiento de la misión, la pri­mera es que “el uniforme” que nos toca llevar a cada quién aquí en la Tierra (el cuerpo) tiene defectos y no porque Dios lo quiera así, sino que los tiene a causa del pecado original y el demonio conoce muy bien tales defectos y usándolos tratará durante toda nuestra vida de hacer que los defectos del cuerpo destruyan las cualidades y virtudes del alma para que esta no regrese triunfante a Dios Padre.

La segunda inconveniencia es que al encarnarnos se nos va a olvidar la misión y la explicación que nos dio Dios Padre, y ella sólo la podremos recordar si podemos vencer nuestras inclinaciones al mal que nos ha propuesto el maligno utilizando nuestros defectos y nuestra falta de voluntad al tratar de vivir en estado de gracia, y aumentando las virtudes que Dios nos otorga al utilizar los sacramentos que Dios nos ha otorgado y así poder defendernos de los ataques del mal.

La mejor forma de recordar nuestra misión es el vivir en estado de gracia, alimentarnos continuamente de la Sagrada Eucaristía y la ORACIÓN de corazón que el mismo Espíritu Santo nos va a conceder a través de la intercesión de la Santísima Virgen María, y si ésta oración la podemos hacer frente al Tabernáculo o ante el Santísimo Expuesto es lo máximo.

Ahora, como Dios Padre sabe perfectamente toda la lucha que vamos a tener aquí en la Tierra y Él siendo un Padre amorosísimo y que trata de proteger a toda costa a “sus” almas que bajan a la Tierra, las equipa con lo mejor que nos puede dar y es al mismísimo Espíritu San­to a quién le pide se introduzca, junto con el alma que recién aceptó la misión, en el recién concebido bebé. Algunos le llaman “la voz de la conciencia” otros le llaman “la luz interior”, etc. pero la reali­dad es que es el mismísimo Dios en su tercera persona quién vive en, nosotros.

Esto es algo grandísimo y en lo que pensamos muy poco, así como el darnos cuenta que estamos trabajando PERSONALMENTE para Dios Padre, en Un compromiso PERSONAL que hicimos con Él y que vamos a te­ner que darle cuentas PERSONALES cuando Él nos mande regresar. Y las cuentas serán de AMOR. ¿Cuanto amor llevamos a los demás? ¿Cuántas almas ayudamos con nuestra oración a no caer en las garras del mal para que cumplieran con su misión? ¿Y cuanto amor dejamos en la Tierra?