Nov 30_2023 Vosotros, los laicos, rápidamente, pierden la noción de lo que es un sacerdote entre vosotros.

Rosario – Mensaje ÚNICO

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Mensaje de La Santísima Virgen María a J. V.

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Habla La Santísima Virgen María.

Que la Gracia de Nuestro Dios, esté con vosotros, Mis pequeños.

Soy vuestra Madre Santísima, La Siempre Virgen María, que vela por cada uno de vosotros, porque así Me lo pidió Mi Hijo en la Cruz. Pero velo, en especial, por aquellos que son sacerdotes o están siendo preparados para ello.

Mis pequeños, vosotros, los laicos, rápidamente, pierden la noción de lo que es un sacerdote entre vosotros.

Podríamos decir, que son su Arca de Salvación, porque, estando en la turbulencia del pecado que os rodea, que os ahoga, que os lleva hacia el mal, ellos, por la Gracia del Espíritu Santo, y por la Bendición de Mi Hijo Jesucristo, son los que os pueden regresar, nuevamente, a la Paz, y solamente viene de Nuestra Santísima Trinidad. Pero es una Paz que queda en vuestro corazón, después de que vosotros asistís a ellos, para que os den el perdón de vuestros pecados, cuando, con toda humildad, acudís a ellos y con todo deseo, de que Mi Esposo, el Santo Espíritu de Amor, os dé las Gracias, Dones, Fuerza espiritual, para luchar contra las fuerzas del mal.

Os repito, estáis rodeados de maldad, de la turbulencia satánica, que os lleva hacia la destrucción de vuestra espiritualidad, que os aparta del camino del bien, para el que fuisteis llamados a la vida.

Vosotros, los laicos, sabiendo de la importancia de tener un sacerdote, y que cada vez hay menos, porque satanás se ha encargado de irles restando amor y deseo grande de servir a Nuestro Dios con esa misión tan grande, ya, los sacerdotes, los pocos que hay, dejan mucho qué desear. Son tan pocos, tan pocos, a los que realmente, se les puede llamar que sean verdaderos sacerdotes, porque aman su misión, y que, además, ciertamente, la sufren, porque los mismos superiores de ellos los atacan, porque desprecian su santidad y no quieren ser comparados con ellos.

Ciertamente, hay guerra dentro de la Iglesia, como os lo dije en La Salette, en Fátima, lucha entre sacerdotes, lucha entre Cardenales, Obispos, cuando debieran amarse los unos a los otros, y estar alegres, felices, contentos de llevar la vida de Mi Hijo en ellos, de llevar la Palabra, de llevar Sabiduría Divina, y llevar el Amor que se da en el Reino de los Cielos. Pero, satanás, sigue tratando de destruir la Iglesia de Mi Hijo, y desgraciadamente, los sacerdotes, la gran mayoría, sí, pequeños, desgraciadamente, la gran mayoría, están débiles en Fe, y fácilmente, satanás, los hace cambiar de opinión, los lleva por caminos obscuros, en donde ya no hay Luz en su pensamiento, en su forma de ser, en sus palabras de enseñanza a vuestros hermanos, y ya no hay un verdadero amor, pero un amor puro, el Amor de Mi Hijo, y no el amor mundano, pecaminoso, en donde, mujeres, que han perdido el respeto hacia los sacerdotes, y obviamente, guiadas por satanás, hacen caer a estos hijos Míos, predilectos, en pecados de la carne y los llevan a su destrucción espiritual.

Hay mucho mal dentro de la Iglesia, pero está la Promesa de Mi Hijo, que por más que quiera satanás destruirla, no lo va a lograr. Sí, a lo largo de la Cristiandad, ha habido subidas y bajadas, los ataques de satanás, en algún momento, han sido muy severos, pero la Iglesia se mantiene. Es como la barca en una tormenta, la hace casi sucumbir, pero la barca en donde va Mi Hijo, la cual va protegiendo, se mantiene a flote. Y sí, ciertamente, éstos son momentos últimos, en donde el ataque de satanás, hará pactos desesperados de destrucción hacia ella, hacia los sacerdotes, hacia los fieles, pero no podrá, porque Mi Hijo la va defendiendo y Yo estoy, también, al tanto de ella, protegiendo a Mis sacerdotes, a pesar de sus pecados y sus flaquezas.

Orad por ellos, Mis pequeños, los necesitáis, se os ha dicho que son como piedras preciosas, los necesitáis para que perdonen vuestras faltas, para que os den los Sacramentos, para que os lleven, nuevamente, hacia la pulcritud de vuestra alma. Sin ellos, vosotros estáis perdidos, porque ellos tienen el poder que se les dio, para perdonar vuestros pecados, para guiaros por el camino del bien, para que podáis vosotros, nuevamente, llegar al Reino de los Cielos.

Protegedlos con vuestra oración, ayudadles con vuestra oración, a no ser débiles ante los ataques de satanás, y cuando caigan, no los reprendáis ante la gente, id hacia ellos y, con todo respeto, hacedles ver su error, y tratad, cuantas veces sea necesario, hacerles ver su error y que se arrepientan, para no exponerlos a la crítica, que ya de por sí, se la han ganado ellos, con su mal proceder. Protegedlos, protegedlos, Mis pequeños.

Os bendigo y llevad en vuestro corazón, el Amor que Mi Hijo os trajo desde el Cielo a la Tierra.

Gracias, Mis pequeños.