Ago 03_2023 Quiero estar con vosotros, quiero hacer Vida con vosotros, bajé a la Tierra a estar con vosotros, a acompañaros a lo largo de vuestra existencia.

Rosario – Mensaje ÚNICO.

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Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

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Habla Nuestro Señor Jesucristo.

Sí, Mis pequeños, ciertamente, Mi Corazón sufre mucho, mucho, Mis pequeños. Os he dado tanto, y principalmente a aquellos que son Mis hijos predilectos, los sacerdotes. Pierden la noción de lo que es la grandeza de ser sacerdotes, Me dan la espalda, cometen tantos sacrilegios, siguen amando al Mundo y Me hacen a un lado.

Os repito, pierden la noción de lo que es el Sacerdocio. ¡Misión sublime! ¡Sublime!, Mis pequeños, ante los ojos humanos, el poder consagrar un pedacito de pan, un poquito de vino y con eso, traerMe a la Tierra, para ser repartido entre los hombres, nadie más lo puede hacer, ni los mismo Ángeles, y desprecian, muchos de Mis sacerdotes, esta Misión tan grande, tan loable, ¡tan perfecta!, perfecta, porque es a Mí, el Perfecto, el Santo, al que traen a la Tierra.

¡Gracias a ellos estoy entre vosotros! ¡Gracias a ellos, vosotros Me tomáis, Me coméis! y Yo, Me voy adentrando en el corazón de los hombres. Al comerMe a Mí, vuestra alma se va santificando, va creciendo.

Como os he dicho, si coméis para el cuerpo, vuestro cuerpo vive, es saludable, crece y se vuelve templo del Espíritu Santo, se vuelve templo de Mí, vuestro Dios, porque, al tomarMe en la Sagrada Eucaristía, vuestra alma, que es la que os da vida a vosotros, a vuestro cuerpo, vuestro cuerpo protege a vuestra alma y crecéis a niveles espirituales altísimos. Pero, por vuestra falta de Fe, no lográis ver con vuestros ojos, ojos humanos, el crecimiento del alma, como sí lo veis cuando os alimentáis para hacer crecer vuestro cuerpo, para ir madurando, para ir protegiendo vuestro vehículo, el vehículo que lleva Mi Presencia a todos vosotros.

Gracias a los sacerdotes, aquellos que tienen esa Misión Sacerdotal, los hombres pueden tener Mis Gracias, Mis Bendiciones, el Perdón de vuestros pecados. Podéis vivir el Cielo en la Tierra, si vosotros, realmente, le dierais el valor que es la Sagrada Eucaristía en vosotros. Cada vez que Me tomarais, debierais vivir un éxtasis amorosísimo, que debierais sentiros en el Cielo. Pero hasta eso vais perdiendo, vais perdiendo (Lenguas…)

Visión: veo también a la Santísima Virgen, con un manto blanco con ribetes dorados, veo a Dios Nuestro Señor con la Custodia en Sus Manos y nos dice:

Debierais estar agradecidos, Mis pequeños, inmensamente, con Mi Presencia entre vosotros, al adorarMe, aquí, en las Custodias que se ponen en algunas Iglesias. PedidMe, Mis pequeños, que Mi Santo Espíritu os enseñe a adorarMe, porque ahí encontraréis un gozo tremendo, bellísimo. En el momento en que vosotros estéis ante Mí, os compartiré Mi Amor. Obtendréis un gozo inmenso, el gozo que tienen los Ángeles al estar ante Mí, adorándoMe.

¡Es que, Soy vuestro Dios! ¡Entended esto, Mis pequeños! ¡Soy vuestro Dios, vuestro Creador!, El que todo os da, El que os consiente, El que os santifica, El que quiere que regreséis al Reino de los Cielos eternamente, ¡Soy vuestro Dios!, pero vosotros no sabéis cómo adorarMe.

Santa María Magdalena, siendo quien era, mujer de mundo, al momento en que Me vio, quedó prendada de Mí, de Mi Amor, de Mi Pureza, de Mi Santidad, ella sintió lo que ahora les platiqué, pero ella buscaba, ciertamente, el mundo, estaba ya, hastiada, porque ya no podía salirse de la misma vida que ella había creado para sí misma, y cuando Me ve a Mí, se da cuenta de Quien Es su Dios, y se enamoró de Mi Amor, se enamoró de Mi Presencia Divina, que vosotros mismos no habéis encontrado, porque no os habéis adentrado a vuestro corazón, no Le habéis pedido a Mi Santo Espíritu que os enseñe a amarMe, que os dé el gusto, que los mismos Ángeles y Santos tienen al estar ante Mí. Hay tan pocos sacerdotes que tienen ese gusto y ciertamente, son los sacerdotes Santos y buenos, los que todavía están manteniendo Mi Vida en la Iglesia y en su presencia.

¡Cuánto desperdiciáis, Mis pequeños, Mi Presencia, Mi Vida con vosotros!

Ciertamente, vais a Misa, estáis Conmigo, a lo largo de la Misa, Me recibís en la Sagrada Eucaristía, termina la Misa, Me dejáis ahí, y vosotros os vais,  os vais al Mundo, y Me dejáis a Mí abandonado ahí, ¿por qué no Me invitáis, a que os acompañe?, a que sea vuestro mejor Amigo, a que sea vuestro Consejero en vuestra vida, que sea el Amor que vosotros no habéis desarrollado en vuestra existencia. Primeramente, el Amor para Mí y luego el amor para vuestros hermanos. Desperdiciáis Mis Bondades, ¡tanto que os quiero dar! y vosotros, cumplís como autómatas, al hecho de ir a la Iglesia: rezar un poco, tomarMe en la Sagrada Eucaristía e iros y dejarMe, nuevamente, ahí, abandonado en el Tabernáculo.

Quiero estar con vosotros, quiero hacer Vida con vosotros, bajé a la Tierra a estar con vosotros, a acompañaros a lo largo de vuestra existencia. Os pude haber dado solamente Mensajes, sin que tuviera Yo que haber bajado a la Tierra, pero quise estar entre vosotros, y ahora, vosotros no queréis estar Conmigo, y os perdéis de mucho, porque, si mucho Me buscáis, mucho recibiréis, Mis pequeños: Mis Dones, Mi Amor, Virtudes, Carismas, los doy a quienes más sé que los puedan aprovechar. Todos tenéis derecho a tener todos estos regalos y más regalos espirituales, y aún materiales, pero quiero estar seguro de que los usaréis bien, de que Me serviréis como Me sirven los Ángeles, y esto es, con amor, con donación completa de vuestro ser hacia Mí.

Venid, pues, Mis pequeños, orad por vuestros hermanos sacerdotes para que no se pierdan en el camino. Recordad que satanás os quiere destruir, y la mejor forma de destruiros eternamente, es haciendo que no tengáis sacerdotes junto a vosotros, para que os perdonen vuestros pecados mortales.

Entended, el momento de la vida que os está tocando, estáis en momentos críticos, muy críticos para vuestra salvación eterna.

¡Qué lástima Me dais, Mis pequeños! pudiendo tenerMe, Me arrojáis de vuestro lado, solamente Me tomáis en cuenta cuando estoy en la Iglesia con vosotros, y después, en vuestra vida diaria, ya no Soy invitado, ¡qué dolor Me da esto, Mis pequeños!, porque vosotros, siempre, siempre, estáis invitados a Mi Corazón, y os tengo, a cada uno de vosotros en Mi Corazón, cuidándoos contra los acechos de satanás.

Orad, orad profundamente, meteos a vuestro corazón, acompañadMe en Mi Corazón, y ya no salgáis de ahí; llevdaMe a todos lados a donde vayáis, y cuando tengáis algún problema, acudid a Mí, os escucho, conozco todo lo que hacéis, y dejadMe, pues, resolver vuestros problemas, que estando Conmigo, esos problemas ya no existirán, porque os ayudaré a resolverlos.

Confiad en Mí, Mis pequeños, el tiempo se está acelerando, las penas grandes que tendréis, se vienen fuertes.

Os amo, Mis pequeños, no cometáis más errores, que ya muchos habéis cometido.

Orad por Mis sacerdotes, y ellos, que tengan la suficiente Humildad para darse cuenta de que la Misión que tienen, tiene que ser respetada, altamente respetada, porque no es cualquier Misión, es la Misión espiritual más grande que un hombre puede tener sobre la Tierra.

Gracias, Mis pequeños.