Abr 12_2022 Sois Mi familia, porque así Me lo pidió Mi Hijo, y necesito de vuestro apoyo. Sufrí mucho, y sigo sufriendo.

Rosario Martes Santo – Mensaje ÚNICO

.

=================================

Mensaje de La Santísima Virgen María a J. V.

=================================

.

Habla La Santísima Virgen María.

Hijitos Míos, cuando, entre José y Yo llevaMos a Nuestro Hijo al templo, y que Lo tomó el viejo Simeón y profetizó sobre Él, también profetizó sobre Mí, Su Madre. Ciertamente, Lo tuve Yo en Mi Vientre durante los nueve meses de gestación, pero después de Su Nacimiento, siguió estando, no en Mi Vientre, sino en Mi Corazón, y la unión con Él era total.

PodíaMos hablar internamente uno con el otro, vivir lo que uno vivía, y el otro también. Yo Lo acompañaba en Su Pensamiento y Me llevaba a donde iba, conocía lo que Él hacía, conocía de Sus alegrías, de Sus tristezas; desde Pequeñito y todo el tiempo fue así. Llega Su Vida pública, y seguía acompañándoLo. Gozaba, Yo, con Sus Enseñanzas, como gozaban algunos también, pero sufría, también, con los ataques de los escribas y fariseos, y de algunos del pueblo o de los pueblos a donde Él visitaba y no Lo querían. Me dolía el desprecio de muchas almas, porque no se daban cuenta del gran Regalo que el Cielo les daba, cómo Mi Padre, Mi Padre Dios, enviaba a Su Hijo, como un Regalo, para que aprendiera la humanidad, del Maestro, del gran Salvador, del gran Salvador para todos los hombres.

¡Cuánto Amor de Mi Hijo hacia todos!, y quisiera, Mis pequeños, que meditarais esto, que os introdujerais a Mi Corazón, para que también sintierais los gozos que Me daba Mi Hijo, al enseñarles, en ese momento, a los judíos, pero que después, todo eso, se transmitiría a toda la humanidad y de todos los tiempos. Pero, cómo quisiera que estuvierais en Mi Corazón y Me acompañarais con esos dolores que Le causaban, continuamente, a Mi Hijo, y que era la espada que atravesaba Mi Corazón, que no solamente sería en la Cruz, sino que, la Pasión de Mi Hijo, iba a la par con Sus Enseñanzas. Había momentos bellos, sobre todo, con Sus Milagros, con Sus Palabras amorosas, con esas lágrimas que derramaban los hombres, mujeres, al ver los prodigios de Mi Hijo, al sanar enfermedades, al levantar muertos, al hacer el bien a todos en múltiples formas. Gozaba Yo, ese Amor, el Amor que Mi Hijo les daba a todos, pero también, os repito, los dolores que Le causaban a Él, los sufría Yo.

Así como Él es Mi Hijo, también vosotros sois Mis hijos, como Me lo pidió al estar crucificado, y por eso os pido, Mis pequeños, que os unáis a Mí, vuestra Madre, Madre de Dolores, pero también, Madre de Alegrías. Mi Señor y Mi Dios, Mi Hijo, no es solamente hacedor de dolores, sino también de alegrías. Él os invitó y os sigue invitando, al lugar más hermoso que tendréis, si Le seguís, que es el Reino de los Cielos, y es un lugar de alegrías. Sufrió, ciertamente, como Hombre, pero también, dentro de Su Sufrimiento estaban las alegrías, porque Él sabía que la redención para el género humano produciría muchas alegrías.

Tenéis que entrar, Mis pequeños, más profundo en vuestro corazón y unir vuestro corazón al Mío, al Corazón de una Madre que gozaba esos momentos, como os dije, al tener ante Él, a ese pueblo que necesitaba que se le educara en el Amor. Pero, también, quiero que estéis Conmigo, para que Me apoyéis en esos momentos de dolor. En muchos momentos estuve sola, y no había quién Me ayudara a compartir esos dolores; que Me ayudarais a no caer, que comprendierais Mis lágrimas, que Me abrazarais, dándoMe, también, fuerza para seguir adelante. Sois Mi familia, porque así Me lo pidió Mi Hijo, y necesito de vuestro apoyo. Sufrí mucho, y sigo sufriendo, porque para muchos de vosotros, Su Donación, no os llama al cambio, no os llama a estar en Su Corazón ni en el Mío. Seguís viviendo para el Mundo, no os importa ni os interesa la vida espiritual profunda, a donde, tarde o temprano, tendréis que llegar y os tendréis que enfrentar a la realidad que habéis negado, quizá, durante toda vuestra existencia. Os enfrentaréis a la Verdad, os daréis cuenta de los dolores que Le habéis causado al Corazón de Mi Hijo y al Mío, y veréis, cómo vosotros dejasteis perder muchas oportunidades de arrepentimiento para volver a la Luz, para volver hacia la salvación que os trajo Mi Hijo.

¡Cuánto dolor Me causáis, Mis pequeños!, que es el mismo dolor que vivo Yo, porque Mi Hijo lo vive. Recordad que estaMos unidos en el Dolor, pero también, en el Amor, y vosotros debéis, como familia Nuestra, de gozar lo bueno, los momentos bellos de Nuestra Vida, pero, también, acompañarNos en los momentos difíciles y dolorosos.

Ya se os ha dicho antes que en el Amor no hay temor, que en algún momento os enfrentaréis a situaciones difíciles, porque en el amor, cuando verdaderamente se ama, también hay momento de sufrimiento, porque ese es el verdadero amor; vivir, sentir lo que la persona amada sufre en su ser.

Preparad, pues, vuestra vida espiritual, uníos más a Nuestros Dos Corazones, Corazones Amantes y Sufrientes. Venid a vuestra familia del Cielo, estáis ahora vosotros en la Tierra, cumpliendo con vuestra misión, os acompañaMos en todo momento, dejad, pues, que Mi Esposo, El Santo Espíritu os lleve a cumplir lo que se os pidió, de la mejor forma, y no olvidéis que, ciertamente, habrá momentos de amor, de gozo, de alegrías pero, también, gozad los momentos de dolor, porque Nosotros los tuviMos primero, antes que vosotros, y fueron para vuestra salvación.

Gracias, Mis pequeños.