Sep 24_2021 Vengo a vosotros a encomendaros a Mis hijos predilectos, los sacerdotes.

Rosario matutino – Mensaje ÚNICO

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Mensaje de la Santísima Virgen María a J. V.

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Primer Misterio. Habla la Santísima Virgen María.

Hijitos Míos, Soy vuestra Madre, la Siempre Virgen María y vengo a vosotros a encomendaros a Mis hijos predilectos, los sacerdotes.

Mucha oración he pedido por ellos, porque muchos se han desviado de su vocación. No se dan cuenta de lo que significa su vocación, el ser sacerdotes, el poder perdonar pecados, el poder administrar los Sacramentos, el vivirlos, el ser diferentes ante vosotros, siendo otros Cristos en la Tierra.

Lágrimas y lágrimas de sangre despiden Mis Ojos en muchas imágenes, alrededor del Mundo, por causa de ellos, por su depravación, por su vida tan pecaminosa, tan alejada de lo que Mi Hijo os dejó.

Satanás, desde hace mucho tiempo entró en el Recinto Sagrado y desvió este Sacramento tan grande del Sacerdocio, haciendo que aquellos que tenían una verdadera vocación, la hayan tomado, después, por esa laxitud, muy a la ligera, cuando debieran ser Mis hijos predilectos, Mis sacerdotes, verdaderos soldados de la Iglesia, que Mi Hijo fundó, que Él puso las bases para que ellos fueran los que cuidaran este tesoro tan grande que tenéis entre vosotros.

¡Cuánto respeto se les tenía anteriormente a éstos, Mis hijos predilectos!, pero ellos, en lugar de mantener esa posición de gran respeto, de santidad, de amor entre los hombres, satanás los desvió para que fueran del Mundo, y ahora da pena verlos, y lo peor de todo, el que den un mal ejemplo ante todos, siendo que ellos, debieran ser el protagonismo de la Santidad.

Ellos debieran ser los Santos de Dios, debieran ser la Vida de Mi Hijo entre vosotros, predicando, administrando los Sacramentos, viviendo una vida profunda de oración y penitencia, porque, precisamente, por ser sacerdotes, satanás los ataca más fuertemente y una gran mayoría de ellos, ya no están preparados para luchar, frontalmente contra satanás.

Satanás ya los ha vencido les ha quitado ese amor a Mi Hijo, los ha vuelto cobardes, los ha vuelto débiles en la Fe y en el Amor a su Dios.

Ciertamente, a pesar de que no son lo que debieran ser, pueden ellos administrar los Sacramentos y son válidos, pero desgraciadamente, no dejan amor ni dejan huella en los corazones cuando los administran.

¡Qué tristeza Me dan la gran mayoría de ellos! ¡Qué tristeza! Ciertamente, quedan algunos de gran valía, que son los que siguen orando y protegiendo el legado que les dejó Mi Hijo Jesucristo. Por ellos, todavía se va defendiendo la Iglesia. Sacerdotes buenos, sacerdotes santos, sacerdotes de gran ejemplo ante vosotros. Pero los mismos compañeros de ellos, y aún Obispos y Cardenales, los tratan de opacar, de aplastar, de alejarlos de la vida magisterial, porque al estar junto a ellos, su presencia, la presencia de estos sacerdotes grandes, de estos hijos Míos, opacan a sus hermanos sacerdotes que van errando en su misión y no importando el rango, quedan opacados por su sencillez, por su humildad, por su donación, por su amor a Mi Hijo y a Mí, vuestra Madre.

¡Cuánto dolor Me causan estos hijos Míos, que tan desviados están, que se han vuelto comodinos, que ya no salen a buscar a la oveja que se ha perdido o descarriado! No les interesa cuidar el rebaño, si viene el lobo y dispersa a las ovejas, éstos, no salen a buscarlos y a traerlos nuevamente al redil de Mi Hijo.

Orad mucho por ellos, Mis pequeños, el Sacramento existe en ellos, pero lo están desperdiciando, están mostrando ante los hombres, que ese Sacramento tan grande y venerable, que debiera brillar ante todos vosotros, ha sido opacado por su negligencia, por su pecado, por su mundanidad.

Orad por ellos, Mis pequeños, porque vosotros dependéis de ellos, para que vuestros pecados sean perdonados y para que os alimentéis del Alimento Divino, que es Mi Hijo entre vosotros, la Sagrada Eucaristía.

Orad mucho por los buenos hijos Míos, sacerdotes predilectos, que son tan atacados, primeramente por satanás, y como os dije, aún por sus mismos compañeros y superiores, para que no les haga mella tanto ataque y prosigan con su labor de salvación.

Orad por las buenas y verdaderas almas sacerdotales, para que satanás no las destruya desde su concepción, a través de los abortos que se dan o, posteriormente, por los mismos padres, que ya no los apoyan y, si los llegan a apoyar, pueden, también, quedar a merced de satanás, porque si no han tenido una educación profunda y bien cimentada en Mi Hijo, Cristo Jesús, fácilmente, pueden caer en el error y perder el gran tesoro que es el ser sacerdotes de Mi Hijo.

Orad, orad mucho por ellos, Mis pequeños, y enjugad Mis lágrimas de dolor que tanto he derramado por el mal comportamiento de una gran cantidad de ellos.

Os amo, Mis pequeños y os bendigo, y bendigo también a los vuestros, para que siempre estén protegidos por las Gracias de Mi Hijo, vuestro Dios y Señor.

Gracias, Mis pequeños.