Mar 21_2021 Estos son tiempos de la gran lucha contra la maldad de satanás, para ser erradicado ya de la Creación y ser encadenado para que os liberéis un tiempo de él.

Rosario matutino – Mensaje ÚNICO

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Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

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Primer Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.

(Lenguas…) Dícese en las Escrituras: “Si el grano de trigo no muere, no dará vida”, y Yo os lo vine a manifestar literalmente así, di Mi Vida por vuestra vida, Mi Sangre Preciosa cayó en la tierra, se enraizó en la tierra y, en ese momento, le quité totalmente el poder a satanás. En ese momento terminó su principado, su poder sobre la Tierra, porque otro Poder más grande entró a la Tierra: Mi Presencia Divina entre vosotros, Mi Sangre Preciosa que os estaba redimiendo, Mi Palabra que os estaba reeducando, Mi Amor que os estaba uniendo con el Amor del Padre. Os estaba Yo dando otra personalidad, ya no ibais a ser creaturas, en ese momento seríais ya hijos de Dios, hermanos Míos, a través de Mi Madre, la siempre Virgen María.

Mi venida a la Tierra trajo un cambio universal. Yo vine a unir nuevamente el Cielo con la Tierra, para eso Me envió Mi Padre, para luchar contra las fuerzas satánicas, contra su maldad, contra su imposición del mal sobre vosotros. Yo os vine a rescatar de su maldad.

Antes de Mi llegada, vosotros vivíais en una impotencia tremenda porque pocos recurríais a Mi Padre, a vuestro Creador, al Dios Yahvé; pocos reconocían la presencia de los profetas y de sus mensajes y hasta terminaban con ellos, asesinándolos, por no querer evitar el cambio de vida a donde satanás los había llevado y que les era más cómodo vivir, ya que vivían en una maldad absoluta.

Ciertamente a Mí, el Profeta Mayor, vuestro Dios Redentor, también Me eliminaron los que estaban sentados en la silla del poder religioso, y la maldad de satanás ha seguido atacando a la Iglesia que Yo fundé, pero ya vosotros tenéis Mi Presencia totalmente en vuestro corazón.

Los que estáis Conmigo sois los apóstoles de este tiempo. Así como fundé en aquel tiempo la Iglesia con Mis Apóstoles, a quienes mandé a enseñar a todo el mundo, a ser ese trigo que se tenía que dar para que otros, al alimentarse con él, también dieran fruto, ahora vosotros sois los apóstoles de este tiempo, que también debéis daros por vuestros hermanos, y no necesariamente en sacrificio, sino en donación, que también a veces es un sacrificio fuerte, aunque no sea una donación cruenta como la tuve Yo y Mis Apóstoles.

Debéis ser ese trigo que se da por vuestros hermanos, ese trigo que los va a hacer surgir nuevamente hacia la santidad que Yo os traje, que debéis vivir para que os ganéis los Cielos Nuevos, las Tierras Nuevas y, en vuestro último llamado, la eternidad Conmigo, vuestro Dios.

Estáis llamados todos vosotros a una renovación, porque Yo os traje esa renovación que consistía en darle la espalda a satanás, al enemigo que se quería imponer ante vosotros y que Yo vine a derribarlo al ser alzado en la Cruz. Todo aquel que voltea hacia Mí y Me pide perdón, es salvado y satanás no puede contra él.

A todos vosotros, los que tenéis vida en este mundo y en el Universo entero, se os ha dado la misión de vivir para Mí, vuestro Dios, y de ayudar a vuestros hermanos, que están faltos de espiritualidad, a crecer y ganarse también esa vida eterna.

Pedid intensamente a Mi Santo Espíritu que renueve la faz de la Tierra, que os renueve a vosotros, que renueve la Iglesia que os heredé, que renueve todo lo creado, visible e invisible, porque todo tiene que tender nuevamente hacia la santidad.

Luchad contra vosotros mismos, contra vuestra maldad, contra todo aquello a donde os ha llevado satanás, todo aquello que no os lleva hacia la santidad, la cual os va a llevar, al final de vuestra existencia, al Reino Eterno.

Mucha maldad hay entre vosotros, pero porque coqueteáis con ella, porque no la queréis erradicar de vuestra propia vida ni del ambiente en el que estáis. Os aprovecháis de ese mal, que ha implantado satanás en los corazones, para llevar, según vosotros, una vida placentera, una vida sin preocupaciones, una vida de libertinaje espiritual. El vivir en Mí, en la espiritualidad Divina, es una constante lucha: lucha contra vosotros mismos, lucha contra todo aquello que os rodea y que no quiere seguir tampoco Mis Leyes, Mis Mandamientos, Mis Preceptos. Vuestra vida es una eterna lucha para alcanzar la perfección a la que estáis llamados.

Estos son tiempos de la gran lucha contra la maldad de satanás, para ser erradicado ya de la Creación y ser encadenado para que os liberéis un tiempo de él y empecéis a crecer en la espiritualidad y en la santidad que debisteis haber tomado desde hace mucho tiempo, pero los mismos hombres quisieron mantener esa vida mala, esa vida de pecado, esa vida de imperfección entre vosotros y, por conveniencia, también vosotros manteníais ese tipo de vida contraria a la realidad suprema, pero el tiempo se terminó para satanás y para la maldad que vosotros mismos habíais mantenido en vuestro corazón.

Estos son tiempos de renovación total, espiritual, física. Lo que ahora veis, ya no lo veréis; lo que ahora vivís, ya no lo viviréis. Gozabais con el mal, pero los que os arrepintáis viviréis un bien que nunca os imaginasteis haber vivido, y menos de haber ganado porque vuestras obras no lo merecían.

Soy la Misericordia Infinita, perdono, olvido vuestros pecados y os premio como si nunca los hubierais cometido. Esa es Mi Misericordia. Al ser perdonados, nuevamente regresáis a una vida perfecta de amor, de pureza y con deseos de santidad, pero es vuestra debilidad espiritual la que os lleva nuevamente a esa maldad a la que estáis acostumbrados.

Por eso os repito: El Cielo, vuestro Reino, vuestro Hogar Eterno, se gana con la lucha continua en vuestro interior y en vuestro exterior. En vuestro interior, para que dejéis que Mi Trinidad Divina habite en vosotros, y en vuestro exterior, para que dejéis que esa transformación interna se transmita a vuestros hermanos y que, aunque en algún momento deseéis que vuestra humanidad corrompida pueda causar alguna molestia, espiritual o humana, a alguno de vuestros hermanos, lo impidáis, y esa es la lucha continua para la perfección: Buscar siempre, primeramente, el dejarMe a Mí, vuestro Dios, en Mi Santísima Trinidad, alegre con vuestro actuar, y segundo, alegrar a vuestros hermanos al dejar que esa espiritualidad, ya ordenada por Nosotros, se muestre a ellos y puedan crecer también a los niveles a los que os hayaMos elevado en santidad, para que puedan ver que están llamados a algo más grande a lo que están acostumbrados ahora.

Dejad, pues, esa vida de pecado, esa vida de maldad, esa vida de error, y dejad que Yo, vuestro Dios, vuestro Redentor, os purifique y que también vuestras raíces se unan a las Mías y que podáis daros a vuestros hermanos como Yo Me di por vosotros.

Gracias, Mis pequeños.