Oct 13_2020 Arrepentíos, Mis pequeños, estáis a días de grandes acontecimientos, de grandes dolores, ¿cómo reaccionaréis ante ello? Preparaos, arrepentíos, todavía tenéis oportunidad de pedir perdón de vuestros pecados.

Mensaje ÚNICO – Rosario matutino

================================

Mensaje de la Santísima Virgen María a J. V.

================================

Tercer Misterio. Habla la Santísima Virgen María.

(Lenguas…)

Visión: Primeramente, veo a Nuestra Madre Santísima en Su Advocación de Fátima. Veo también, como una catedral.

Hijitos Míos, durante mucho tiempo le he estado deteniendo el Brazo de Justicia a Mi Dios y Señor, pero ya es demasiado el peso, porque vuestros pecados se siguen agravando. ¡Es tanto lo que se ha hecho por vosotros! Es tanta la Misericordia de Nuestro Dios, en Su Santísima Trinidad, que ha caído sobre vosotros, y vosotros no reaccionáis, no agradecéis, no cambiáis de vida, no tratáis de mejorar e ir, nuevamente, hacia el Bien que Mi Hijo os enseñó y que tenéis en las Sagradas Escrituras. Poco os importa el cambio que debéis tener para ganaros el Reino de los Cielos, es más, muchos de vosotros ya ni creéis en la vida después de esta vida.

Os habéis apartado tanto de las Leyes dadas para vuestro bien, de los Mandamientos que, al llevarlos a cabo, podéis alcanzar la santidad de vida. No os estáis preparando para poder regresar, nuevamente, a vuestro Hogar del cual salisteis a servir a Nuestro Dios y Señor.

¿Qué pretendéis, Mis pequeños? ¿En qué creéis, pues? Se os ha dado tanto para que reaccionéis ante tantos acontecimientos que se están dando a vuestro alrededor, y no los tomáis en cuenta.

Tenéis tantas amenazas del infierno, amenazas de la misma Naturaleza, amenazas de vuestros mismos hermanos causando guerras y destrucción de valores, destrucción de la vida humana con abortos, con maldades entre los hombres; guerras causadas nada más para producir más bienes materiales a quienes las provocan. No os dais cuenta de la vorágine a donde os ha llevado satanás, una destrucción total de vuestra alma, de vuestro cuerpo, con tanta droga, con tanta destrucción moral y espiritual, con una degradación peor que animales, y vosotros seguís impávidos ante todo ello. La misma Iglesia ha decaído tanto que ya no se puede decir que sea el lugar Santo.

Hace años os dijo Mi Hijo: “El mal caminará por vuestras calles y no lo podréis detener”. A ese nivel ha crecido la maldad entre vosotros, las mismas autoridades están vendidas al mal. Es un grupo, como se os dijo, de trece personajes que manipulan a toda la humanidad, que han hecho pacto con satanás para tratar de destruir todo lo que Mi Hijo os dejó y todo lo que el Padre hizo por vosotros.

De toda esa maldad, la gran mayoría de vosotros os habéis vendido también a ese mal por conveniencias, por gustos o por cualquier otra razón, el caso es que le habéis dado la espalda a Nuestro Dios y Señor.

El mundo no es lo que Nuestro Dios, Padre y Creador, creó para vosotros, porque estáis viviendo en un estercolero. Como se os ha dicho ya, satanás sentado está en la silla de Pedro. La maldad está destruyendo todo cuanto existe, porque satanás así se lo hizo saber a Nuestro Padre y Creador Nuestro, que él iba a destruir toda la Creación y especialmente a vosotros, Mis pequeños. Él no puede producir ningún bien y vosotros estáis llamados al Sumo Bien, que es el Reino de los Cielos, la vida en la Gracia, el vivir el Amor de Nuestro Dios y Señor. Él ya no puede tener eso y os lo quiere quitar, Mis pequeños.

Os he dado muchos mensajes en todas Mis apariciones alrededor del mundo y vosotros no reaccionáis. Ya no creéis en que lo que os digo puede terminar con vosotros, con vuestras vidas, y no hablo de la vida humana sino la espiritual, que eso es lo que quiere satanás, que no regreséis al Reino de los Cielos.

Por más que se os anuncian desastres fuertes y terminantes para la vida, para lo creado, vosotros ya ni os inmutáis, ya no creéis en todas Nuestras advertencias. Ya no buscáis vivir en estado de Gracia, ya no buscáis los Sacramentos que os dan vida, que perdonan vuestros pecados, que os pueden llevar a la santidad. Ya sois guiñapos humanos, ya estáis vencidos por la maldad de satanás; ya no queréis levantaros, ya no se os puede llamar hijos de Dios porque ya ni Le buscáis ni creéis que necesitéis de Él. Habéis hecho vuestra propia vida y con eso os conformáis.

Vivís en la maldad y vais acomodando los acontecimientos según como os convengan. Estáis igual o peor que Sodoma y Gomorra, la diferencia es que Sodoma y Gomorra no tenían la Evangelización de Mi Hijo y vosotros la habéis tenido, pero la habéis rechazado.

La maldad crece y esto ya no puede seguir así, Mis pequeños. Os asustan los acontecimientos que, en parte, os anuncié en Fátima, y ahora os digo que estáis a horas de ellos. El tiempo es breve, los dolores serán inmensos.

¡Oh, generación que habéis causado tanto dolor al Corazón de vuestro Dios y Creador! ¡Oh, generación que os habéis apartado de los Principios Santos que se os dieron para servir a vuestro Dios y, en Su servicio, ganaros el Reino de los Cielos! ¡Oh, generación traidora que os habéis apartado del Amor, del Verdadero Amor de Nuestro Dios, y lo habéis cambiado por la maldad de satanás!

Habéis traicionado el Amor que os dejó Mi Hijo, Su Donación, Su Muerte. Seguís pisoteando Su Sangre, seguís desperdiciando la Vida que os dan los Sacramentos y, especialmente, Su Presencia Viva en la Sagrada Eucaristía. No recurrís a Mí, vuestra Madre, a pedir ayuda para vencer a satanás en vuestra vida y a vuestro alrededor. No os dais cuenta que, al hacer a un lado todos estos beneficios celestiales, os habéis quedado solos, a merced de las potencias nefastas de satanás; no tenéis ya ninguna protección contra sus ataques, simplemente estáis esperando que una espada os parta por la mitad. No queréis ya tener ninguna defensa del Cielo, porque no queréis recurrir a ella.

Habéis hecho a un lado de vuestra existencia a vuestro Dios, a Mí, vuestra Madre, a todo el Cielo, a los mismos Ángeles y Santos. ¿Es acaso soberbia de vuestra parte el querer vivir sin Nuestra protección, porque os creéis superiores a Nosotros, o es una tontería obcecada de parte vuestra, de creer que no necesitáis de Nosotros, porque nada sucederá si vosotros creéis que no sucederá nada? Vuestra tontería es inmensa y eso os va a costar vuestra condenación eterna.

Mucho he intercedido por vosotros, Mis pequeños, para que abráis vuestro corazón, que os deis cuenta de las tonterías que cometéis, de los pecados con que habéis dañado el Corazón de Nuestro Dios, en Su Santísima Trinidad, y vosotros no queréis responder. Vivís con mucha maldad a vuestro alrededor, no lucháis contra ella y además la tomáis como medio de vida y os volvéis parte de esa maldad.

¿Cómo os presentaréis ante Mi Hijo en vuestro juicio particular? Eso es algo que, aunque no creáis en ello, sucederá. ¿Cómo estaréis? ¿Cómo os sentiréis?, y es una realidad total: Aunque no creáis, sucederá.

Arrepentíos, Mis pequeños, estáis a días de grandes acontecimientos, de grandes dolores, ¿cómo reaccionaréis ante ello? Preparaos, arrepentíos, todavía tenéis oportunidad de pedir perdón de vuestros pecados. Acercaos a la Iglesia a pedir perdón con un ministro de Mi Hijo y todavía alcanzaréis la gracia de poder entrar al Reino de los Cielos. La Misericordia de Nuestro Dios es Infinita, pero Su Justicia también lo es, y la gran mayoría de los seres humanos están al borde de sufrir, por Su Justicia, su perdición eterna.

Acercaos a pedir perdón. PedidMe a Mí, vuestra Madre, que os ayude a que podáis tener el valor de pedir por el perdón de vuestros pecados. La Misericordia de Nuestro Dios es Infinita y Él os perdonará todo y os sentiréis aliviados de tanta maldad que traéis en vuestro corazón.

Aprovechad estos últimos momentos antes del gran golpe que tendrá vuestro mundo. Mi Hijo os espera, Él se dio por vosotros, solamente espera vuestro arrepentimiento para que todas las Bendiciones que Él ganó para vosotros se den y podáis regresar a vuestro Hogar Eterno.

Estoy con vosotros, Mis pequeños, venid y os acompañaré a visitar a Mi Hijo. Pedid perdón, Mis pequeños. ¡Pedid perdón!

Gracias, Mis pequeños.