Sep 03_2020 ¡Reaccionad, Mis pequeños! Lo que viene es tremendo. Reaccionad…

Coronilla de Misericordia – Mensaje ÚNICO vespertino

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Mensaje de Dios Padre a J. V.

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Habla Dios Padre.

Visión: Veo a Dios Padre, está sentado en Su Trono, y tiene en Sus Piernas y en Sus Brazos el Cuerpo inerte de Nuestro Señor Jesucristo.

Hijitos Míos, ved a Mi Hijo que se dio por vosotros, es el Cordero que ha sido inmolado por vuestros pecados, es Mi Único Hijo. Soy el Amor Infinito y os he dado a Mi Hijo con Amor por vuestra salvación. Gran dolor tiene Mi Corazón, pero también gran alegría porque Él, obedeciéndoMe, se ha dejado inmolar por el bien de vosotros para que las Puertas del Cielo nuevamente quedaran abiertas.

Ved, ¡ved cómo ha quedado! Prácticamente destrozado por Sus verdugos, pero es más el dolor que le afligía a Él porque muchos, muchos en lo futuro no iban a agradecer Su inmolación por vosotros. Él cumplió lo que Yo le pedí, obedeció Mis Órdenes, Órdenes Divinas, pero Órdenes llenas de Amor por el bien vuestro. Mi Corazón también late de Amor por cada uno de vosotros. Os he dado el Don de la vida para que Me sirvierais, para que, llenos de Mi Amor y llenos también del Amor de Mi Hijo, de Sus Enseñanzas, de Sus Palabras, aprendiendo de Sus Obras, pudierais luchar contra las fuerzas de satanás y levantar al mundo en el que estáis cada uno de vosotros, y pudierais reparar por los pecados de vuestros hermanos y de los vuestros propios.

Esa es vuestra misión, pero no habéis sido obedientes como Mi Hijo, no os habéis dado como Mi Hijo, habéis preferido llevar una vida tranquila, sin problemas. Cuando he permitido que tuvierais algunos dolores, molestias que Me pudierais ofrecer para reparar por vuestros pecados que hicieron que Mi Hijo, a Quien veis aquí, muriera tan atormentado, habéis despreciado muchas veces daros por Mi Hijo, para aliviar los Dolores de Su Pasión, y habéis preferido vuestras comodidades. Todos, todos vosotros habéis pecado innumerables veces, y esos pecados son los causantes de esos latigazos que tiene por todo el Cuerpo.

Las señales en Sus manos, en Sus pies, en Su costado; la Crucifixión, la Corona de Espinas, Su Rostro Divino ahora no tiene forma, Su Belleza Divina no la tiene, está desfigurado, y todo eso causado por vuestros pecados. Se dio por vosotros y vosotros debisteis haber detenido vuestra maldad y empezar una nueva vida basados en Virtudes, en amor, llevados de la Mano por lo que Mi Hijo os dejó, pero ¡no!, queréis seguir haciendo vuestra voluntad y eso os va a llevar a un dolor inmenso. Preferisteis escuchar al enemigo, a satanás, que os apartaba de la donación, de vuestra particular donación, para ir purificando este mundo en el que vivís y purificando también vuestra alma, pero preferís las comodidades, preferís el pecado, preferís hacer vuestras propias leyes e hicisteis a un lado Mis Mandamientos.

Todo ese error vuestro os va a llevar a un horror de purificación. Me duele que tenga que suceder así, pero Me duele más ver a Mi Hijo, que tengo aquí conMigo, destrozado por los pecados del hombre y vosotros no hacéis nada por reparar, al menos llorar vuestros pecados ante Su Presencia, pidiendo perdón. Preferís seguir pecando, escuchando al enemigo y causándole todavía más dolores a Mi Hijo. Ciertamente, como os decía, Me duele ver a Mi Hijo así y también Me dolerá veros a vosotros sufriendo vuestra purificación, pero no fuisteis obedientes como Mi Hijo.

Os puedo ayudar si Me lo pedís, si os arrodilláis y Me pedís perdón, pero veo que en vuestra soberbia, en vuestra hipocresía, en vuestra maldad, no escucharé esas palabras pidiéndoMe perdón y misericordia. Vuestro corazón está helado como el hielo, no hay amor dentro de vosotros, no hay amor que podáis dar a vuestros hermanos y menos a Mí, vuestro Dios; Me habéis hecho a un lado de vuestra vida, de vuestra existencia, y además Me exigís en vuestras necesidades particulares.

Me duele repetir esto una y otra vez, pero es necesario que os deis cuenta del dolor tan grave que tendréis dentro de poco, y os lo recuerdo continuamente para que reaccionéis y podáis vosotros al menos disminuir los dolores de vuestra purificación.

¡Os amo, Mis pequeños! Os amo, pero no reaccionáis. Haré lo imposible para que, en un momento dado, aun en un momento de dolor, pueda Yo escuchar vuestro arrepentimiento, y en ese momento tomaré vuestra alma y la salvaré.

¡Reaccionad, Mis pequeños! Lo que viene es tremendo. Reaccionad…

Gracias, Mis pequeños.