Mayo 24_2020 Después de que tengáis la efusión del Espíritu Santo, si es que así lo deseáis, entraréis a un Universo muy diferente, a una vida Divina muy diferente, y sobre todo que la gozaréis infinitamente.

Rosario matutino – Mensaje ÚNICO

=================================

Mensaje de la Santísima Virgen María a J. V.

=================================

Primer Misterio. Habla la Santísima Virgen María.

(Lenguas…)

Hijitos Míos, Soy vuestra Madre, la Siempre Virgen María. Vosotros habéis oído de Mi Silencio, se habla del “Silencio de María”. Mi Hijo nunca desperdició una palabra, todo lo que salía de Su Boca llevaba una finalidad de conversión, de sanación, de salvación; nunca hubo nada que pudiera sobrar en Su Evangelización, que fuera una palabra muerta, todo lo de Él era Vida.

En Mí se habla del silencio, pero el silencio exterior, más no interior. Mi comunión con Mi Hijo era total, Mi comunicación interna con Él era constante, hacia Él no había silencio, era una plática constante de vida. Él Me vivificaba, Él Me enseñaba, Él Me acompañaba. ¿Para qué hablar al exterior cuando Lo tenía internamente?

Ciertamente, aquellos que se acercaban a Mí, les aconsejaba, les guiaba, utilizando las mismas Palabras de Mi Hijo, Su Ejemplo, Su Sabiduría, porque Él Me guiaba y así también sigo guiando a aquellos que se acercan a Mí, los apoyo, les doy fuerza, los fortalezco para que sigan su misión.

Todos tenéis una misión predeterminada y Yo estoy junto con vosotros, os aconsejo, os levanto cuando tristes estáis; cuando dudáis, os abrazo, Mis pequeños, y os digo palabras reconfortantes para que encontréis nuevamente la Verdad, la Verdad de Mi Hijo.

Yo atendía a los Apóstoles y los seguí atendiendo después de la Muerte de Mi Hijo. Venían a Mí o Yo iba a ellos. Soy vuestra Madre, ¿lo recordáis?, y Soy Madre también de todo el género humano, pero no todos se acercan a Mí, no todos piden Mi ayuda, no todos piden Mis Consejos, Consejos maternales dados con delicadeza y con un deseo grande de vuestra salvación.

Estáis por cumplir otro aniversario de Pentecostés. Estáis a una semana en donde se recuerda ese momento grande que tuvieron los Apóstoles, de esa Promesa que Mi Hijo les hizo de que vendría el Paráclito a reafirmar en ellos todo lo que aprendieron en esos tres años en donde Mi Hijo les enseñó infinidad de cosas, para su bien y para el bien que ellos iban a hacer después con su predicación alrededor del mundo.

Todos vosotros sois preparados a lo largo de vuestra existencia, pero no todos quieren abrir su corazón. Por el Bautismo vosotros sois también predicadores, vosotros debéis llevar la Palabra de Mi Hijo, Su Presencia, Su Vida. Sois profetas por el Bautismo y os debéis mantener así, en esa idea, en esa obligación Divina, porque mucho se necesita y más en estos tiempos de vuestra predicación hacia vuestros hermanos, de vuestra oración de intercesión por aquellos que no conocéis pero que necesitan de Mi Señor y Mi Dios. Tenéis una obligación de amor con la cual daréis muchos frutos, y vuestros regalos en el Reino de los Cielos serán inmensos.

Os pido, Mis pequeños, os preparéis, en esta semana previa a Pentecostés, en silencio, en Mi Silencio de María, llevando una vida más profunda, más espiritual, con un diálogo profundo y continuo con Mi Hijo, para que Él os prepare a recibir Su Santo Espíritu, para que podáis ser transformados, para que podáis ser los apóstoles de estos tiempos, para que podáis dar vida a tantos hermanos vuestros que necesitan regresar a esa vida Divina.

Acercaos a Mí, Yo os guiaré. Platicad conMigo, estaré Yo a vuestro lado, como siempre he estado, pero ahora más. Confiad en Mí, vuestra Madre, y os llevaré hacia la santidad de vida. Mi Santo Espíritu os dará lo que necesitaréis para vuestra misión y para poder luchar contra la maldad de satanás que os rodea y que cada vez es más fuerte su influencia sobre vosotros. Vosotros no os estáis dando cuenta de esa realidad maligna, pero es una realidad y está afectando a toda la humanidad en mayor o en menor grado, pero todos estáis siendo afectados por esa maldad.

Ciertamente, como se os había prometido, vosotros estáis siendo protegidos con una protección muy especial, porque deberéis trabajar para vuestro Dios por la salvación de infinidad de almas y para ayudar a que este mundo regrese hacia la Verdad, hacia la Luz, hacia el Amor.

Ciertamente, en estos momentos os sentiréis como los apóstoles antes de Pentecostés, timoratos, dudosos; os sentís incapaces de vuestra misión y no seguros de las palabras que se os han dicho. Ciertamente es un actuar muy humano, pero después de que tengáis la efusión del Espíritu Santo, si es que así lo deseáis, entraréis a un Universo muy diferente, a una vida Divina muy diferente, y sobre todo que la gozaréis infinitamente. Sois pequeñitos, pero la Gracia que puede llegar a vosotros, si vosotros lo aceptáis, os hará grandes a los ojos de Mi Padre, vuestro Padre y nuestro Dios.

Ya se os había dicho que dierais vuestro fíat, como Yo lo di, para que la Gracia de la Santísima Trinidad trabaje plenamente sobre vosotros. Ahora seréis hijos del Verdadero Dios, hermanos del que triunfó sobre la Cruz, sobre la muerte, y tendréis la Vida del Santo Espíritu de Dios, Mi Esposo. Mi Hijo aceptó todo lo que el Padre Le pidió, fue una obediencia total; Yo misma acepté todo lo que Me pidió Mi Padre, en obediencia total; José, Mi Esposo en la Tierra, también se distinguió por ello, fue una obediencia total a lo que el Ángel le pidió, que era el designio de Dios. Espero, Mis pequeños, que también vosotros, si queréis, deis vuestro fíat y, aceptando en obediencia total los Designios de nuestro Padre Dios y Creador, no dudéis; en la duda no puede caber la Bendición total.

Habéis sido preparados para estos tiempos difíciles que vendrán, vosotros no lucharéis solos, sino estaréis unidos al Poder Divino. Es Mi Dios y Señor el que luchará por vosotros para el Bien de la humanidad, para el Bien de todo lo creado, visible e invisible. Confiad en todo lo que se os ha dicho y pedido, no estáis solos; los Ángeles, que preparados están ya para la batalla, estarán también junto a vosotros.

No preguntéis ahora cuál será vuestra misión o qué haréis, el Santo Espíritu de Dios os guiará hacia lo que tendréis que hacer cada uno de vosotros. Tendréis todos los dones, carismas, que necesitaréis para vuestra misión. Recordad: Vosotros sois nada, sois pequeños, pero es la Gracia de Dios la que os hará grandes a sus ojos.

Gracias, Mis pequeños.