Mayo 23_2020 Tenéis poco tiempo, muy poco tiempo para que al menos confeséis vuestros pecados, enmendéis vuestra vida, y con ello podáis recibir la Misericordia de Nuestro Dios que acepta al pecador arrepentido, como Dimas lo fue en la Cruz.

Rosario matutino – Mensaje ÚNICO

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Mensaje de la Santísima Virgen María  a J. V.

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Primer Misterio. Habla la Santísima Virgen María.

(Lenguas…) Hijitos Míos, Soy vuestra Madre, la Siempre Virgen María. Vengo a vosotros, ayudándoos a crecer espiritualmente, ayudándoos a luchar contra la maldad de satanás, protegiéndoos contra sus acechanzas, su maldad destructiva.

Mis pequeños, en Mi Advocación de Fátima os anuncié profecías futuras en las cuales la humanidad podría caer si no se mejoraba, si no cambiaba de su mala vida y dejaba esos pecados, esa vida de maldad, de corrupción, y si no volvía a Mi Hijo, pero la humanidad no ha entendido.

Se os dio mucho tiempo para conversión, para que meditarais vuestra vida y os dierais cuenta del dolor que le causáis a Mi Hijo, a Su Corazón, al Amor de Nuestro Padre y Dios, al Amor de Mi Esposo, el Espíritu Santo, pero, a pesar de todos los esfuerzos del Cielo, buscando vuestro bien, buscando vuestro arrepentimiento, tratando de que entendierais las Escrituras y aprovecharais los Méritos de la Pasión de Mi Hijo, no entendéis, os habéis mantenido en el error, seguís buscando el error y el pecado; no queréis crecer espiritualmente, no queréis tener esa vida de Cielo aquí en la Tierra, y no queréis aprovechar la Promesa de Nuestro Dios, de que tendréis al final de vuestra existencia, si os mantuvisteis en Fe y en amor, a Su Santísima Trinidad, un Reino, un Reino Divino, un Reino de paz, de Amor, de felicidad eterna, pero no habéis querido acrecentar vuestra Fe ni aceptar las Verdades que se os dan.

Por vuestro error, Mis pequeños, tendréis que sufrir. Se hizo mucho por vosotros, se sufrió mucho por vosotros, y vosotros no os movéis en compasión al ver la Donación de Mi Hijo, al ver Mis lágrimas por vosotros, al ver el Dolor del Padre, de Nuestro Dios y Señor, al ver cómo dañáis Su Corazón con vuestro actuar negativo. Habéis llenado vuestro corazón de maldad, la maldad de satanás que va destruyendo todo lo creado que Nuestro Padre Dios os regaló para vuestro bien. Estáis viendo vuestra propia destrucción física y espiritual.

Grandes potencias destruyen vuestro cuerpo con venenos en los alimentos, en el aire, pero lo peor de todo es la maldad de satanás a través de aquellos que debieran enseñar los bienes del Cielo; os han transmitido error, mentira, y os han apartado de una profunda espiritualidad que, para estos tiempos, ya os debiera haber llevado a la santidad de vida. Son más de dos mil años desde que Mi Hijo se donó por vosotros. Sus Palabras, Su Ejemplo, Su donación total, Su Sangre Preciosa, Sus lágrimas, Sus dolores, ya os debieran haber llevado a una gran santidad de vida si hubierais entendido Su donación y si hubierais aceptado todos los regalos espirituales que trajo para vosotros desde el Cielo para repartirlos entre los hombres. Debierais ser esos apóstoles, esos hijos de Dios en estos tiempos, y ha sido todo lo contrario: Habéis desperdiciado las riquezas del Cielo que Mi Hijo obtuvo para vosotros a través de Su Redención, Su donación para vosotros.

Habéis apostatado, dejasteis todo lo bueno que Él trajo para vosotros, os trajo Vida, Vida Celestial a la Tierra, y ¿qué habéis hecho vosotros? Le disteis la espalda a Mi Hijo y a todos los bienes que Él trajo para vosotros. Apostatasteis, hicisteis a un lado Sus Verdades, Su Amor, le traicionasteis, hicisteis como que entendíais y queríais lo que Él os dio, le disteis la espalda y preferisteis la maldad de satanás en vuestra vida, en vuestras acciones, en vuestras palabras, en todo vuestro ser, y esa apostasía, que ahora es universal, os aplastará.

No tenéis defensa porque, ciertamente, al haberLe dado la espalda a Quien os dio el don de la Vida, a Quien os dio el don de la Palabra, las Bendiciones de Su Palabra, las Bendiciones de Su Obra Divina en la Tierra, no tenéis defensa contra aquel que os ha traicionado, satanás, vuestro enemigo.

Sois muy tontos, Mis pequeños, le dais la espalda a Mi Hijo, a vuestro Dios, a aquel que os puede salvar de las garras de satanás, Le dais la espalda, despreciáis todos Sus favores y Bienes. Él es la única protección que tenéis contra la maldad de satanás y preferís seguir a satanás. ¡Sois tontos! Os falta sabiduría, os falta Discernimiento, no hay una lógica divina en vosotros. ¿Cómo podéis querer el bien si le dais la espalda y os vais con aquel que causa mucho mal a vosotros y a vuestro alrededor?

Despreciasteis el Bien, os vais con el mal, él os va a aplastar y os va a llevar a vuestra destrucción eterna, con un dolor eterno que no os podréis quitar. No pensasteis bien lo que hacías, pero Mi Señor y Mi Dios, en Su Santísima Trinidad, sabiendo lo que ibais a hacer, que ibais a apostatar, Me permitió a Mí, vuestra Madre, bajar y estar entre vosotros, tratar de guiaros para que entendierais todo lo que se os dio, pero ni aun a Mí Me habéis querido aceptar. ¡Muy pocos!, muy pocos de vosotros Me habéis seguido y os he llevado hasta Mi Hijo, pero la gran mayoría de esta pobre humanidad ha despreciado todo el bien que se os ha procurado.

Teméis más a las catástrofes y estáis preocupados por ellas y no os dais cuenta que ya lleváis una destrucción total en vosotros mismos; vuestra alma, lo más preciado que tenéis, ya es toda una catástrofe interior. Estáis muertos en vida, no hay vida espiritual en vosotros, os habéis destruido, os habéis dejado mover hacia el mal, porque le disteis primacía en vuestra vida al destructor del bien, satanás.

Os preocupáis mucho por lo que os faltará en estos tiempos, que sabéis que son los últimos antes de la gran purificación, y ni aun así reaccionáis. Os preocupáis de los bienes que perderéis, bienes materiales que no os van a servir para ganar el Cielo, y el gran bien que debisteis haber cuidado, que es el amor en vuestro corazón, lo hicisteis a un lado.

Vuestro corazón es podredumbre, es maldad, está lleno de error, ¿cómo os vais a presentar ante Mi Hijo cuando se os mande llamar de regreso al Reino de los Cielos? En ese momento cuando veáis vuestra alma, vuestro corazón, vergüenza os dará; es cuando querréis, como dicen las Escrituras, que un monte os cubra, que os proteja de la mirada de Mi Hijo que os está enjuiciando, que os está haciendo ver vuestro error, vuestra apostasía, vuestra maldad.

Tenéis poco tiempo, muy poco tiempo para que al menos confeséis vuestros pecados, enmendéis vuestra vida, y con ello podáis recibir la Misericordia de Nuestro Dios que acepta al pecador arrepentido, como Dimas lo fue en la Cruz. Tenéis esos últimos segundos porque ya la espada de la Justicia está sobre vosotros, sobre toda la humanidad, sobre el Universo entero.

Os pido, Mis pequeños, robadle, ¡robadle a Mi Hijo vuestra salvación! Estáis como Dimas, ya estáis ante el cadalso, ya no tenéis vuelta atrás. Aprovechad la Misericordia de Nuestro Dios y dejad que esa llamita, que aún humea en vuestro corazón, os lleve al arrepentimiento. Aunque no tengáis grandes bienes que entregarLe a Mi Hijo para vuestra salvación eterna, al menos entregadLe vuestro arrepentimiento de corazón y Él os salvará.

¡Entended Mis súplicas de Madre que tanto os ama! Mi Hijo en la Cruz Me pidió por todos vosotros, he hecho grandes esfuerzos, Me he aparecido en todos los pueblos de la Tierra, pero muy pocos han aprovechado el llamado salvador que os doy Yo, vuestra Madre.

Ya no hay vuelta atrás, el tiempo está terminándose. Aprovechad, ¡aprovechad, Mis pequeños!, para que alcancéis la salvación.

Gracias, Mis pequeños.