Feb 05_19 En cada paso, llevando la Cruz, Me sentía morir, pero Yo os tenía en Mi Corazón y seguía adelante para terminar Mi Sacrificio por vuestra salvación.

Rosario vespertino-Mensaje ÚNICO

===========================================

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

===========================================

Primer Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.

Sobre: Quiero vuestra unión Conmigo, que no Me dejéis Solo en esos momentos, recordad que todo es un eterno presente. Podéis estar Conmigo orando en el Huerto. Podéis estar Conmigo, acompañándoMe cuando Me encadenaron y Me llevaron con el sumo sacerdote.

Hijitos Míos, poco sabéis de Mi Sufrimiento mientras estaba Yo en el Huerto de los Olivos. Como Dios, veía el pasado, el presente y el futuro, pero lo que más me dolía, era la tibieza de muchos, de muchos hermanos vuestros y peor, la indolencia de muchos otros más. Eso es lo que Me afligía mucho más, Mis pequeños.

Como Dios, sabía lo que Yo iba a padecer y aceptaba lo que Mi Padre Me había pedido para la salvación de todos vosotros pero, como Hombre, veía, también, a satanás tomando a los verdugos y descargando su furia contra Mí, su Dios.

Vosotros conocéis Mis Sufrimientos en Mi Pasión, pero no conocéis, en profundidad, todo lo que Yo sufrí por cada uno de vosotros. Estos verdugos y los soldados, acostumbrados a tratar con ladrones, con gente de lo peor en esos tiempos, descargaban toda su furia, toda su maldad y hasta podría decirse, “animalesca” contra Mí y no quisiera usar ése término, porque los animales matan por comer, por necesidad pero, el hombre, causa dolor y hasta muerte, nada más por puro gusto, y eso es peor, Mis pequeños, porque es más doloroso. Yo sabía que satanás tomaba a estos verdugos y soldados contra Mí, porque, ciertamente, el haber sido corrido del Cielo y no poder tener nunca más esa posibilidad de regresar, le dolió muchísimo, pero no quiso recapacitar y pedir perdón y su soberbia le causó a él y a multitudes de ángeles ese dolor tan grande de haber sido apartados del Reino de los Cielos, por eso, su furia contra Mí fue tremenda. Solo Yo, como Dios podía padecer tanto dolor, tanta furia de satanás porque no sois dioses. Vosotros, ligeramente podéis entender esa problemática que hubo en el Cielo antes de que el hombre existiera, causado todo por soberbia.

Ciertamente, estáis viviendo momentos difíciles en vuestro mundo y se viven, también, en el Universo entero, donde, ahora, satanás, está descargando su ira contra vosotros, porque son tiempos, y él lo sabe, en que ya su poder va a quedar detenido por un tiempo, ya no os va a poder atacar por un tiempo, y él sabe que muchos de vosotros podréis regresar al Reino de los Cielos y atacará, y os atacará muy fuerte, Mis pequeños. Os lo he venido anticipando para que os prepararais pero, muchos, muchos, no queréis entender todo este problema espiritual que se está dando entre vosotros, y por eso, muchos no se han preparado y morirán en pecado y con ello, su condenación eterna.

Ese es uno de los grandes Dolores en el momento de la Oración en el Huerto, Mi Intercesión por cada uno de vosotros.

Como os he explicado, Mis Dolores no los podría soportar ningún ser humano, ciertamente, las personas que estaban a Mi alrededor, podían ver Mi Sufrimiento Humano, pero el Sufrimiento Espiritual, y, es más, el Divino, es muchísimo más fuerte del que podéis ver o del que pudieron ver en ese momento.

Vosotros podéis leer sobre Mi Pasión, sobre Mi Muerte, primeramente por los relatos de los Evangelistas y luego por algunos hermanos vuestros, a los cuales se les ha permitido conocer detalles de Mi Pasión, Muerte y Resurrección, pero en lo profundo, es muchísimo más doloroso que lo que conocéis.

Por eso os he pedido mucho vuestra oración, reparación de corazón de vuestros pecados y por todas las almas que podáis vosotros, ayudar para su salvación. Podríais pasar una vida, toda una vida reparando y no podríais, vosotros, entender por todo lo que Yo pasé ni quitarMe muchos de Mis Dolores.

Cuando Yo hablo de Mis Dolores van hacia lo Divino, van hacia Mi Persona como Dios y estos son Dolores tremendos, Dolores Espirituales tremendos y por eso no lo podéis entender, porque sois creaturas y vosotros no estáis capacitados para entender esos niveles espirituales, pero sí Me podéis ayudar a disminuir esos Dolores con vuestra donación. Como os dije, reparando y haciéndolo a través de Mí, ayudados por Mi Madre Santísima.

A lo que voy, Mis pequeños, es que quiero vuestra unión Conmigo, que no Me dejéis Solo en esos momentos, recordad que todo es un eterno presente. Podéis estar Conmigo orando en el Huerto. Podéis estar Conmigo, acompañándoMe cuando Me encadenaron y Me llevaron con el sumo sacerdote. Podéis estar Conmigo cuando Me estaban flagelando. Podéis estar Conmigo llevando la Cruz, sufriendo Conmigo los dolores, la sed, el cansancio pero sobre todo, escuchando los gritos blasfemos de los que, una semana antes Me querían proclamar rey y ahora pedían Mi Muerte.

Esos Dolores, esa falta de Amor, esa falta de sensibilidad en sus corazones, es lo que más Me dolía. El Dolor Espiritual, el Dolor íntimo, es muchísimo más grande que el Dolor externo. Ciertamente, en cada paso, llevando la Cruz, Me sentía morir, pero Yo os tenía en Mi Corazón y seguía adelante para terminar Mi Sacrificio por vuestra salvación. Pero ese dolor que Me causaban los gritos, blasfemias, pedradas y muchas otras cosas tremendas que Me hicieron, fueron muy dolorosas y no las merecía, puesto que toda Mi Vida fue de Amor hacia ellos. Y ahora, en esos momentos, Me pagaban a todos Mis favores y Milagros con su desprecio, con su grosería, con sus maldades, con un rechazo total hacia Mi Persona, cuando Yo nunca les hice algún mal.

Y sigo sufriendo, Mis pequeños, sigo sufriendo, porque ahorita, en vuestro presente, sigue pasando lo mismo, blasfemias, dolores, maldades hacia Mi Persona, que llegan a Mi Corazón Misericordioso. Me duele tanto el vivir esos momentos, que son eternos.

AcompañadMe, Mis pequeños, en esos momentos tremendos, en los que más sufrí y dadMe palabras de amor, acompañándoMe, alegrándoMe, agradeciéndoMe con lo que Yo estaba dando por cada uno de vosotros y también, por aquellos que Me blasfemaban.

Mi Amor es tremendo por cada uno de vosotros pero, no todos, no todos aceptan Mi Amor. Me sigo dando día a día, cada Misa es un recuerdo de esos momentos.

Me tienen olvidado en las Iglesias, en las Misas, en la Oración. La humanidad ya no quiere saber de Mí, Me rechaza, la humanidad prefiere vivir en el mal, no quiere tener límites, quiere hacer su voluntad, y que a pesar que ella, los lleve a su destrucción espiritual.

Os hablo, os llamo, os grito, os persigo, para que Me escuchéis, para que os pueda hablar al oído, para que os pueda hablar al corazón, para que Me conozcáis, para que recordéis todo lo que he hecho por vosotros y sigo haciéndolo. Pero os dejáis llevar, más fácilmente, por el mundo.

Preferís lo irreal y pecaminoso, porque así os lo presenta satanás, todo irreal. La Verdad no existe en satanás, os presenta un espectáculo aparente de lo que debe ser vuestra vida, pero esconde la Verdad, Me esconde a Mí, que Soy la Verdad.

A la mayoría de la gente ya no le gusta hablar de Mí, ya no quiere orar, ya no quiere vivir en estado de Gracia, ya no quiere alimentarse del Alimento Divino que tenéis a vuestra mano en la Santa Misa; pero si sois como el pueblo que gritaba “crucifícaLe”. Me exigís que os ayude cuando tenéis necesidades y algunos, ni eso. Prefieren robar, matar, con tal de conseguir lo que ellos quieren.

Si vierais todo este espectáculo objetivamente, y lo que está sucediendo alrededor del mundo y tomarais Mi lugar como Dios, con todos Mis Dolores, sufrimientos, ¿qué haríais vosotros? La gran mayoría de vosotros os daríais cuenta de que lo real sería la destrucción de la humanidad, porque no hay otro camino ya. Estáis como Sodoma y Gomorra, que como os expliqué alguna vez, las tuve que destruir porque eran como un cáncer que podían afectar a otros pueblos y destruir su espiritualidad pero, ahora, ese cáncer de maldad satánica, ya cundió por todos los pueblos de la Tierra y son pocos, muy pocos, los que se pueden salvar.

Ciertamente, como os dije, como seres humanos, destruiríais, inmediatamente, a esta generación y ciertamente, sucederá en gran parte y, por eso, grito a vuestros corazones que regreséis a Mí, que regreséis a vuestro Dios.

La maldad ha cundido por todos lados, ha afectado a todas las almas y en todos los niveles de vuestra humanidad. Dejar que siga así, acabaría aún con aquellas almas a las que estoy protegiendo para que no las toque el mal. Por eso, ha de venirse, ya, la eliminación de la semilla mala, que traen aquellas almas, que no han querido reaccionar, que no han querido regresar a Mí.

Me duele, Mis pequeños, pero más Me duele que sean afectadas esas almas a las que he estado cuidando, con las que puedo empezar una nueva generación; las he de proteger contra todo, contra toda la maldad de satanás.

Preparaos, pues, Mis pequeños, los que estáis Conmigo, los que estáis atendiendo a Mis ruegos, los que estáis reparando por vuestros propios pecados y por los de los demás; por vosotros, los que os habéis dejado tocar en vuestro corazón por Mi Amor.

Confiad en Mí, vuestro Dios, que os voy a proteger, porque sois Mi Nuevo Pueblo, Mi Pueblo Escogido, Mi Pueblo Sensible que comprende Mi Dolor como Dios y como Hombre y que Me acompaña en Mis Dolores pero, también, en Mis Triunfos.

Esta Purificación va a ser vuestro triunfo, Mis pequeños. Habéis estado padeciendo, también, mucha maldad a vuestro alrededor, porque sois aquellas almas de las que se habla en las Escrituras: “aquellas que quieran venir en pos de Mí, que tomen su Cruz y Me sigan”. Habéis tomado una Cruz pesada, porque estos tiempos son tiempos difíciles, tiempos de persecución, tiempos de mucha maldad satánica y, a pesar de todo eso, seguís cargando vuestra Cruz y protegiendo Mi Santo Nombre entre los hombres.

El triunfo, también, será vuestro, preparaos, Mis pequeños y confiad, confiad en que Yo, vuestro Dios, estoy con vosotros, porque vosotros sois Míos.

Gracias, Mis pequeños.