Nov 20_00 ¡Jesús, Hijo de David, haz que vea!

Mensaje.

 

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J.V.

 

Habla Nuestro Señor Jesucristo,
El ciego Me gritó, “Jesús, hijo de David, haz que vea”. El, en su necesidad y viendo ya su impotencia, se dejó mover por Mi Santo Espíritu y con humildad Me buscó, buscó Mi ayuda, Mi Poder, Mi Amor, para ser curado de su ceguera.

Pero, ¿cuántos de vosotros, aún a pesar de contar con vuestros ojos físicos pero que estáis ciegos con los ojos del alma, pedís ayuda?
Estos son los tiempos en los que se os comunicó que las tinieblas os cubrirían. Ya, también, os había dicho que vivís deambulando por el Mundo sin rumbo fijo y esto es debido a vuestra ceguera espiritual.

El ciego se dejó mover por Mi Santo Espíritu, quién os habita y os indica lo que Me debéis pedir a Mí ó a Mi Padre. Aquél que aprende a escucharlo, avanza muy rápido en su vida espiritual, pero el problema que existe en la mayoría de vosotros, es que confiáis en lo que véis y tocáis y no tenéis la suficiente Fé como para buscar lo espiritual, que no se toca y que no se ve, si no se quiere ver.

MI Santo Espíritu siempre os está indicando lo que necesitaréis para poder cumplir la Voluntad de Mi Padre en la Tierra, pero ¿cuántos de vosotros aún tenéis presente a vuestro Dios en vuestro corazón, buscando cumplir lo que El os pidió que hicierais en la Tierra por vuestros hermanos?

Véis, pero no observáis, ó, si véis la necesidad material ó espiritual de un alma, os volteáis y seguís vuestro camino. Acalláis la Voz de Mi Santo Espíritu que os pide ayuda para vuestro hermano necesitado, pero ya no existe la caridad ni la docilidad, para ser movidos por vuestro Dios.

Hijitos Míos, deberíais estar como el ciego, gritando día y noche, iSeñor Hijo de David, haz que vea! Daos cuenta, Mis pequeños, que necesitáis crecer espiritualmente, ya que, las tinieblas del malo han cegado vuestros ojos del alma, los mismos ojos que un día Nos verán. Os tenéis que volver sencillos y humildes. Os tenéis que sentir necesitados de Mis Virtudes y de Mi Vida. Os tenéis que ver necesitados de Mi Alimento de Vida, para que podáis vivir y hacer vivir a vuestros hermanos. Ya no tenéis lo valioso que debiera vivir abundantemente en vuestro corazón y de lo que debierais hacer partícipes a los demás. La “Vida Divina”, Mi Vida en vosotros, es tan pobre que apenas alcanza, en la gran mayoría de vosotros, para que os acordéis de Mí, de vez en cuando y no habéis cultivado la suficiente como para compartirla. Por ello, cuando se os presentan problemas mayores, necesidades grandes y que es cuando deberíais dar ejemplo de vivirMe y de IlevarMe plenamente en vosotros, es cuando ya no aparezco, porque vuestros problemas os ahogan, os vencen, porque no alimentasteis Mi Gracia en vuestro corazón ni vuestra confianza en Mí. Son en los momentos difíciles, en los momentos en los que ya se salen de “vuestras propias fuerzas”, cuando se le prueba al alma su fidelidad y su abandono a su Dios.
Son en los momentos difíciles en donde al alma se le acrisola con el sufrimiento y con el dolor.

Las almas acostumbradas a confiar en su Dios, aquellas que han aprendido a decir, “Señor, haz que vea” al ver su pequeñez y su nulidad, son las almas que vencen, son las almas que triunfan, porque en su pequeñez alcanzaron a pedir la fuerza, la FUERZA que sólo os puede venir de lo alto. Sin humildad el alma no puede crecer. Sin humildad vuestro Dios no puede entrar a un alma. Sin humildad no podréis alcanzar a ver vuestras necesidades espirituales.

La humildad es un lente purísimo que hace ver las necesidades de vuestro interior y os ayuda a ver, también, la magnificencia de vuestro Dios, que se os ofrece abundantemente, a todo aquél que la pide.

Soltad vuestras ataduras y volad hacia Mí. Las cosas de la Tierra no pueden detener a un alma libre que vive en su Dios.

Los ojos físicos, llenos de mentira y de irrealidad, sólo ven lo material, lo mundano. Los ojos espirituales os enseñan a ver la Verdad que os rodea y por la que bajé a enseñaros.

Seguís buscando cubrir vuestras necesidades materiales y las de los demás, por conveniencia propia. Pero no buscáis cubrir las necesidades espirituales de vuestros hermanos, que son las Mías, porque ya requieren donación de lo que no poseéis. Dinero, quizá lo tenéis y en abundancia, pero la virtud para darlo a otros con amor, no y menos si es a alguien que no os va a redituar algún “provecho” posterior.

iJESÚS, HIJO DE DAVID, HAZ QUE VEA! Deberá ser vuestro grito angustioso desde ahora, antes de que la obscuridad os cubra por completo vuestro corazón y vuestros sentidos.

Hijitos, no seáis ciegos. Os pido nuevamente, ved, observad, entended lo que está sucediendo a vuestro alrededor y poned un, hasta aquí. Sin Amor el Mundo entero se va a derrumbar y Yo no podré hacer nada sino hasta que el grito HUMILDE y angustioso brote de vuestro corazón.
Yo os bendigo en el Nombre de Mi Padre, en Mi Nombre y en el del Espíritu de Amor.

Estáis ciegos, aunque véis las cosas del mundo. Véis lo que queréis ver y a los que queréis ver. No os interesa deteneros, como Yo lo hice, para escuchar la voz y ver las necesidades del ciego que Me llamaba, que Me imploraba. Su ceguera había durado ya mucho y ya no la soportaba. Vio luz en su corazón cuando Mi Santo Espíritu le indicó que su Dios iba pasando por ahí y que El era el único que le podría ayudar a recuperar la salud, de cuerpo y alma. El escuchó y actuó de inmediato y el milagro se obtuvo.

Yo sigo pasando, continuamente, junto a todos vosotros. De una u otra forma os trato de mover para que os deis cuenta de vuestras necesidades espirituales, las cuáles os las indica Mi Santo Espíritu y Yo sólo estoy esperando vuestro humilde grito angustioso que necesita de Mi intervención para que podáis ser curados, pero sigo esperándolo,

¿Qué acaso no véis cómo vuestro Mundo se va derrumbando poco a poco? ¿Acaso aún véis amor verdadero en la familia, en la sociedad ó entre los pueblos, como se debiera de dar? La más de las veces ése “amor” es sólo interés -yo doy para luego recibir-,

Ya no os podéis mover libremente ni aún dentro de vuestra propia colonia, por temor a los asaltos, raptos, asesinatos, ¿acaso eso es obra del amor? Veis por todas partes como todo se vuelve obscuro, material, sin vida, ¿acaso es eso lo que Yo os vine a enseñar? ¿Fueron acaso ésos Mi ejemplo y Mis Enseñanzas?

Se acerca, nuevamente, el tiempo del recuerdo de Mi Natividad y ¿qué habéis hecho de él? Lo habéis convertido en un tiempo de intercambio comercial de regalos que os conviene dar, para mantener el trabajo, a los “amigos”, a los empleados, a la familia, a todos, en paz, y pocos, muy pocos recuerdan lo que se debe realmente recordar y vivir, el Principio de Mi Gran Sacrificio de Amor, la Venida de vuestro Dios a la Tierra, para traeros la Verdad, la Luz y el Camino, para ayudaros a regresar a vuestro hogar eterno.

Es vuestro  Dios con vosotros nuevamente, que vuelve a pasar junto a vosotros, que espera que la humildad toque vuestro corazón y Me pida: iHazme ver!
Yo no os vine a enseñar a regalaras,  en éste tiempo, cosas materiales, sino todos Mis regalos espirituales, comenzando con el AMOR. Vuestra ceguera os lleva a actuar como aquél que se aferra a una bolsa muy pesada, porque está llena de monedas de oro y que, al caer al mar con ella, en vez de soltarla se aferra más a ella, hundiéndose cada vez más al fondo, en donde encontrará una muerte segura. No se dá cuenta que para vivir hay que soltarse de ése peso material, para poder respirar nuevamente y regresar a la vida.

Soltad vuestras ataduras y volad hacia Mí. Las cosas de la Tierra no pueden detener a un alma libre que vive en su Dios.

Los ojos físicos, llenos de mentira y de irrealidad, sólo ven lo material, lo mundano. Los ojos espirituales os enseñan a ver la Verdad que os rodea y por la que bajé a enseñaros.

Seguís buscando cubrir vuestras necesidades materiales y las de los demás, por conveniencia propia. Pero no buscáis cubrir las necesidades espirituales de vuestros hermanos, que son las Mías, porque ya requieren donación de lo que no poseéis. Dinero, quizá lo tenéis y en abundancia, pero la virtud para darlo a otros con amor, no y menos si es a alguien que no os va a redituar algún “provecho” posterior.

iJESÚS, HIJO DE DAVID, HAZ QUE VEA! Deberá ser vuestro grito angustioso desde ahora, antes de que la obscuridad os cubra por completo vuestro corazón y vuestros sentidos.

Hijitos, no seáis ciegos. Os pido nuevamente, ved, observad, entended lo que está sucediendo a vuestro alrededor y poned un, hasta aquí. Sin Amor el Mundo entero se va a derrumbar y Yo no podré hacer nada sino hasta que el grito HUMILDE y angustioso brote de vuestro corazón.
Yo os bendigo en el Nombre de Mi Padre, en Mi Nombre y en el del Espíritu de Amor.