Mensaje de Dios Padre a J.V.
Habla Dios Padre,
 
Sobre: La Santa Alegría. 
Hijitos Míos, hoy os quiero hablar sobre la santa alegría. 
La alegría es un don que Yo he puesto en las almas y que a través de  ella se reconforta el espíritu. Es, gracias a la alegría, el que vosotros  podéis, más fácilmente, hacer amistades, levantar almas tristes, jugar y hacer  vuestro paso por la Tierra, más placentero. La alegría, en un rostro, os dá  confianza para entablar una relación con la persona que la muestra. La alegría,  en una persona, denota un espíritu sencillo. Las almas que tienen problemas  emocionales ó no están en paz Conmigo, pocas veces ó difícilmente sonríen. Las  almas que no están cerca de Mí, que viven en el pecado, que viven para el  maligno atacando con palabras y obras a sus semejantes, difícilmente sonríen,  puesto que no pueden vivir ni sentirse alegres; quizá rían, con risa burlona ó  diabólica, pero no tendrán nunca la alegría santa, la alegría que muestra paz y  amor interno. La santa alegría nunca es burlona y si, por el contrario,  respetuosa. 
La alegría santa es una cualidad de todos aquellos que han permitido  que Yo viva en ellos. La santa alegría se muestra en las almas que Me han  buscado y Me han encontrado. La santa alegría se dá en todos aquellos que  confían plenamente en Mí y no les afectan los cambios adversos en su vida,  puesto que, al aceptar Mi Voluntad, están seguros que todo está guiado por Mí,  que Soy vuestro Dios y saben que todo lo que Yo permito, siempre se traduce en  un bien. 
La santa alegría ha sido, el distintivo de todos los grandes santos,  comenzando con Mi Hijo Jesucristo. A El nunca lo veían enojado ó abandonado a  sus pesares, Su seriedad de momentos, era causada por un incremento en Su  Oración para Conmigo, por vuestra salvación. El bromeaba, trataba siempre de  mantener un ambiente de paz y alegría entre los suyos. Cuando podía, se  acercaba a los niños a jugar con ellos, lo cuál no impedía que con ello,  prosiguiera su labor de apostolado. 
Se llega más fácilmente a los corazones a través de la alegría y de la  paz, que de ella se deriva, que a través de la imposición y el regaño rudo. La  alegría abre la propia alma y la de los demás a las mociones del Espíritu. La  alegría hace milagros entre la gente abatida ó enferma. La alegría rompe muchos  obstáculos en la comunicación que existe entre vosotros. Vosotros habéis  comprobado, alguna vez que estando en una situación tensa y molesta, una  pequeña broma que produzca alegría hace que la tensión desaparezca y todos los  que estáis reunidos “os aflojáis” y empezáis a convivir más  familiarmente. 
La alegría os lleva a la hermandad. Recordad cómo eran conocidos los  primeros cristianos en las primeras comunidades, era la santa alegría la que  los distinguía de entre los demás habitantes. Aún cuando caminaban hacia el  martirio, era la alegría la que predominaba, la santa alegría de saber que  pronto se reunirían Conmigo, Yo que Soy la Fuente de la Paz y del Amor. 
Cuando Mi Hijo Jesucristo os decía: “Dejad que los niños se  acerquen a Mí, porque de ellos es el Reino de los cielos”, os estaba dando  muchas lecciones a través de los niños. 
El niño, ante todo, es sencillo, confiado, muy intuitivo, sabe ver las  almas, antes que a los cuerpos. Se abandonan al amor de sus padres ó de las  personas de las cuáles reciben amor sincero, ellos fácilmente lo perciben. El  niño es alegre y travieso, el niño tiene un corazón abierto y se dá al que amor  le dá. El niño sabe perdonar rápidamente, aún a pesar de la  “nalgadita” que se le haya dado para corregirlo. Los niños tienen  “mirada de Dios”, porque en ellos Yo habito fácilmente. 
El niño no hace distinción de sexo, ni color, ni religión, para él, el  otro niño ó niña es un semejante con el que puede platicar, jugar, divertirse,  compartir sus secretitos, porque saben hablar el mismo idioma, el de la  sencillez y el del amor. 
El niño es alegre por naturaleza y por ello se dice que un niño es la  bendición de un hogar porque su alegría y sus risitas contagian a todos los que  los rodean. La alegría es una bendición que Yo os doy y muchas veces es la gran  medicina que va a curar diversos males, tanto de cuerpo como de alma. 
Todos debéis buscarla y hacerla crecer en vuestro corazón. 
Sois Mis hijos y Yo no Soy un Dios triste y afligido que, a pesar de  vuestras necedades, olvidos, distracciones e ingratitudes, Yo os veo como a  niños pequeñitos que necesitan crecer y así, como os veo pequeñitos, Yo no os  pido lo que se le pide a un adulto ya formal y desarrollado. Sois pequeñitos y  comprendo perfectamente vuestras limitaciones. Lo único que quiero es que os  acerquéis a Mí, confiados en Mi Amor y en Mi Perdón y ello os debe bastar para  vivir en santa alegría. 
Debéis daros cuenta que vuestra fragilidad y vuestra falta de interés  por buscarMe y buscar Mis Intereses, os harán caer en faltas y en pecados, a  veces graves, pero vuestra Fé y confianza en Mí, os deben llevar al  arrepentimiento para recobrar la Gracia perdida y así recobrar Mi Vida en  vosotros y vivir, nuevamente en la santa alegría. 
No se le puede pedir o exigir lo mismo a un niño que a un adulto.  Vosotros estáis acostumbrados que cuando se os habla de niños o adultos,  inmediatamente pensáis en el desarrollo del cuerpo humano, Yo estoy hablando de  las almas. 
El alma madura, de las cuáles hay pocas, son las que han sido  escogidas ó ellas mismas, por méritos propios, han crecido para querer amarMe  más. Casi todos vosotros sois almas infantiles, ya por vuestra despreocupación,  ya por vuestra frialdad, ya por vuestra negligencia espiritual al no aceptar  las mociones del Espíritu Santo que habita en vosotros, ya por vuestra tibieza  y así todos estos defectos os impiden el crecimiento de vuestra alma y os  quedáis pequeñitos. Debéis buscar el crecimiento espiritual en la santidad de  alma y así vuestro gozo será tremendo. La santa alegría os ayudará a ello,  porque ella os dá la sencillez y la humildad. Debéis crecer, porque es Ley  Natural y Divina el hacerla, pero nunca os separéis de las cualidades del niño  y así llegaréis más fácilmente a Mi Reino. 
Poco a poco creceréis, gozaréis más. Vuestra responsabilidad os hará  madurar y ya no sólo llevaréis santa alegría a vuestros semejantes, sino le  daréis santa alegría a vuestro Dios y Señor. Ese será el mejor regalo que Me  podréis dar, porque un alma que Me ama, Me procura todo bien y así se vuelve  vuestra vida, una verdadera vida de familia, en donde ahora vosotros os daréis  perfecta cuenta de que sois Mis hijos y así entenderéis mejor la posición que  tengo hacia vosotros, la de Padre Amorosísimo, que sólo busca el crecimiento y  desarrollo espiritual de sus hijos, además de poderos llenar de regalos, tanto  en vuestra vida sobre la Tierra, como para toda la Eternidad, en el Cielo. 
BuscadMe y Me encontraréis y cuando hagáis un aposento perenne en  vuestro corazón, para vuestro Padre y Dios, entonces viviréis Mi Santo Amor, el  cuál os dará la santa alegría, que al poseerla la podréis transmitir más  fácilmente a vuestros hermanos y al dejar Mi Amor en el corazón de vuestros  semejantes, Mi Santa Alegría crecerá a niveles bellísimos en vuestro corazón. 
Hijitos Míos, Yo os bendigo en Mi Santo Nombre, en el de Mi Hijo  Jesucristo y en el del Amor del Espíritu Santo. Pedidle a vuestra Madre  Santísima os comunique su Santa Alegría, la Santa Alegría de  saberse Madre, Hija y Esposa de Su Dios.