Mzo 05_99 La Gracia de llegar a Ser Otros Cristos.

Mensaje de Dios Padre a J.V.

Habla Dios Padre,
Sobre: Llegar a Ser Otros Cristos.

Hijitos Míos, hoy os quiero hablar de la Gracia tan grande que debéis pedir y que para ella vinisteis a la Tierra a servirMe y es la Gracia de llegar a ser otros Cristos. Esta Gracia es la sublimación de cada alma que baja a la Tierra, es la misión y la vida, por excelencia, que debe tener cada alma, porque así se vive en el Cielo y Mi Reino Celestial se debe de vivir en la misma forma, transmitiendo a Mi Hijo en cualquiera de Sus facetas o virtudes, viviendo, realmente, el Amor Celestial como El se los manifestó en todas Sus Obras. La Vida de Mi Hijo se debe manifestar en cada una de las almas que bajan a la Tierra. Cada alma baja impregnada de Mi Amor, amor que se debe ir desarrollando, primero, con la ayuda y guía de los padres que os ha tocado tener y posteriormente, con la ayuda interna que cada uno de vosotros deberá escuchar en su interior, para que sea Mi Santo Espíritu el que os lleve a crecer y consumar el amor infinito que Yo puse en cada uno de vosotros para el crecimiento y redención del género humano.

Yo os conozco perfectamente a cada uno de vosotros. Yo os guío a cada uno de vosotros en forma particular. Ninguno es igual a otro y todos necesitáis unos de otros para vuestro buen desarrollo y desenvolvimiento humano y espiritual. Yo os creé limitado manteniendo esas necesidades en vosotros y en vuestro prójimo, para que así vivierais en santa humildad, apreciando con ella que sin la ayuda de vuestros hermanos, no podríais subsistir, ni humanamente ni espiritualmente, por las enseñanzas que transmito a algunos de vosotros.

He puesto Mi Conocimiento parcialmente en cada uno de vosotros para que, con necesidad humilde os acercarais los unos a los otros, pero en vez de aceptar con humildad vuestras limitaciones y así pedirlas, os ensoberbecéis con lo que tenéis, que es ilimitado, y no permitís que aflore de cada uno de vosotros vuestra humildad y preferís comprar y, a veces con altanería y desprecio, los bienes que vuestro prójimo os puede dar para completar lo que necesitáis. Sólo Mi Hijo ha bajado sin tener la limitación de las Gracias Divinas y teniéndolas todas, las puso a vuestra disposición para que de ellas os sirvierais para vuestro crecimiento espiritual, para vuestro crecimiento en el Amor. Se quiso humillar haciéndose pequeño y pobre y así enseñaros que hasta El mismo necesitaba de Su prójimo para subsistir humanamente. Aceptó la ayuda de ricos y pobres y así también, de los desprecios de ricos y pobres. Tuvo que trabajar de carpintero, para que con Su trabajo ayudara a otros y con la remuneración de Su trabajo ayudara a Su Familia para la subsistencia diaria. Quiso aceptar todos los acontecimientos que a diario se Le presentaron y que ahora se os presentan a cada uno de vosotros, tanto humanos como espirituales. Quiso tomar una a una todas las situaciones de la vida para así irlas purificando, santificando y que ellas así se volvieran ocasiones de vida, de crecimiento espiritual, de ocasión de sacrificio y para intercesión por todas las almas y de todos los tiempos. Os quiso dar ejemplo de aceptación a Mi Voluntad al permanecer oculto, llevando vida normal como de cualquier ciudadano, vida “aparentemente” sin importancia, haciendo cosas normales “sin importancia” para la sociedad pero fue una Vida Oculta obediente y vasta para la salvación de todos vosotros, porque El permanecía en Mi en todo momento. Quiso pasar desapercibido 30 años, como muchos de vosotros pasáis, quizá, toda vuestra vida, bien desapercibidos para el mundo, pero viviendo profundamente para Mi, haciendo Mi Voluntad. Quiso santificar cada trabajo, cada vida, ordinaria o importante, cada momento.

En Su Vida Pública trató a gente de todos niveles sociales y económicos y se hizo uno en cada uno de ellos, menos en los soberbios y en el pecado, pero sí comprendiendo a los pecadores y ayudándolos a salir del abismo, a veces tan profundo en el cuál habían caído por su pecado, que los mismos conciudadanos deploraban y castigaban, a veces, hasta mortalmente los que así procedían, como en el caso de la mujer adúltera que iba a ser lapidada.

Mi Hijo bajó a llevar salvación en la caridad y en la comprensión por conocer vuestra pequeñez y vuestra debilidad. Os mostró cómo El mismo fue tentado por el maligno y le hizo saber como Su tarea en la tierra dependía de Mi, Su Padre, y de ésta forma tomaba fuerza extraordinaria para vencerlo fácilmente en todas las ocasiones en las que se le presentó. Cuando arrojaba a los demonios, éstos Lo ponían en evidencia ante el pueblo dándoles a conocer que El era el Mesías, el Hijo de Dios Altísimo y El en lugar de envanecerse, los hacía callar. La Humildad ante todo, Mi Hijo, Dios en Mi Mismo, el Humilde por excelencia, el Verbo hecho carne, el Amor vivo entre vosotros.

El os enseñó, a través de la vida con Sus discípulos, Mis necesidades de salvación, viviendo y enseñando Mi Sabiduría y a la vez acompañada con prodigios grandísimos venciendo, hasta lo humanamente imposible, la muerte. El os enseñó que viviendo Su Vida, Sus enseñanzas, siempre viéndoMe a Mi primero y a Mi Voluntad, podrían lograr todo. Así se lo confió a Sus discípulos y les dijo: “Id y predicad a todas las naciones y aquellos que Me sigan podrán hacer las mismas cosas que Me han visto hacer y las harán aún mayores. Este es un privilegio que Mi Hijo os ha dejado y es para todos aquellos que realmente quieran seguir la Vida Divina de Mi Ser Infinito.

Vosotros conocéis la vida de los discípulos cuando, bajando el Espíritu Santo en Pentecostés, los confirma como los verdaderos seguidores de Su Palabra y de Sus Obras. Vosotros conocéis la predicación de cada uno de ellos y los prodigios que realizaban porque se volvieron otros Cristos. Vosotros conocéis la vida de los santos de vuestra historia que, sin llegar muchos de ellos a tener una vida de tanto trabajo y tanta donación como la tuvo Mi Hijo y luego Sus discípulos, han podido también hacer prodigios grandísimos gracias al volverse otros Cristos en alguna de Sus Virtudes. Vosotros, Mis hijitos, sois limitados, no podéis tener todas las virtudes de Mi Hijo, pero cada uno de vosotros debe desarrollar la que Mi Santo Espíritu os ha otorgado, haciéndola crecer en humildad, en el servicio desinteresado para con vuestros hermanos, pero interesado en hacer Mi Voluntad. Esa virtud o virtudes os llevarán a vuestra santificación y ayudaréis a la santificación de muchos de los vuestros al lograr, como muchos lo han logrado, hacer de la virtud ó el don que poseen, por Mi Gracia, actos heroicos de amor.

Es una misión sublime a la que todos vosotros estáis llamados y que para ello bajasteis a servirMe, la de ser otros Cristos y poner todos vuestros dones y virtudes al servicio Mío y al de vuestros hermanos, para su salvación eterna. No bajasteis para hacer vida en lo material efímero y egoísta sino en los bienes espirituales, que os darán vida eterna y amor infinito por parte de vuestro Dios.

Podéis ser ama de casa ó renombrado cirujano, podéis ser uno de Mis hijos que limpia vuestras calles o encumbrado magnate, etc. ninguno de vosotros está completo en dones ni en virtudes, porque así lo he querido, para que os deis cuenta de que todos necesitáis de todos y todos necesitáis de Mi. NO lo he hecho por egoísmo, lo he hecho para bien vuestro, para que al daros cuenta de vuestras limitaciones, os cuidarais los unos a los otros, creciendo en amor y en servicio mutuo y para el buen desarrollo de vuestro Mundo.

Entended hijitos Míos, que hasta que no os deis perfecta cuenta de que si no vivís como Mi Hijo os enseñó, hasta que no os volváis otros Cristos según los dones obtenidos en cada uno de vosotros, MI Reino no se podrá dar sobre la Tierra. Vosotros deberéis daros cuenta de que debéis cambiar personalmente, aceptando vuestras limitaciones con humildad; al veros limitados y humildes Me pediréis que Yo venga a vivir libremente en vosotros y así es como se dará el cambio favorable, cambio que ya muchos ansían y así terminar con la maldad que ahora cubre a vuestro mundo. Dejad que la luz, Mi Luz, que habita en vosotros, aflore y empiece a encender corazones. Que vuestro trato de amor hacia los demás deje vivir a Mi Hijo en vuestros actos diarios y por consiguiente, se empiece a destruir el odio y la maldad que ahora vive entre vosotros.

Dad luz de amor, Mi Presencia viva en vosotros, a vuestros semejantes y ayudadme a hacer nacer nuevos Cristos, después de permitir que en vosotros sea El el que os habite.

TraedMe almas, levantad pecadores con vuestra comprensión y ayuda espiritual, como Mi Hijo lo hacía. Preparad Mi Reino entre vosotros apartando miedos y egoísmo personal.

¿Acaso le teméis a la luz del día? ¿Acaso le teméis al Amor sincero y verdadero? ¿Acaso no queréis caminar por vuestras calles con confianza y alegría al existir paz y amor entre vuestros semejantes? ¿Acaso no queréis tener trato directo con vuestro Dios y Señor? ¿Acaso no queréis vivir vida de amor fraternal desinteresado en bienes materiales e interesado en el crecimiento de las potencialidades espirituales que Yo os dí?

“Vosotros podréis lograr todo lo que Me visteis hacer y lo haréis mayor cuando, por fin, queráis venir en pos de Mi”, os dijo Mi Hijo Jesucristo y lo respaldo Yo, Su Padre y Dios vuestro.

Haced la prueba y Me veréis en los resultados. Actuad con amor verdadero y desinteresado para con vuestra persona, sólo viéndome a Mi y a los intereses de superación espiritual que deis a vuestros hermanos y os aseguro que podréis lograr todo.

Yo os bendigo en Mi Santísimo Nombre, en el del Amor Redentor de Mi Hijo y en el del Amor y Vivificador de Mi Santo Espíritu.

Acudid a la guía materna de vuestra Madre Santísima para que os lleve a alcanzar la plenitud del Amor y de Mi Hijo Amado.