Feb 26_99 La Fraternidad Mundial y Universal.

Mensaje de Dios Padre a J.V.

Habla Dios Padre,
Sobre: La Fraternidad Mundial y Universal.

Javier, hijito Mío, escribe. Te quiero dar un tema importantísimo que deberá ser, a Mis Ojos, vuestro futuro; la Fraternidad Universal, empezando con la Fraternidad Mundial.

Yo Soy vuestro Dios, Padre y Creador de TODO cuanto existe. Por Mí son todas las cosas y en Mí vive todo lo creado. Sin Mí no sois nada y Conmigo sois prolongación de Mi Vida. Yo Soy el Amor Increado y vosotros, los que en Mi confiáis y a Mi venís, pertenecéis al pueblo del Amor.

La humanidad entera debe darse cuenta de que todos sois hermanos, de que tenéis todos vosotros a un mismo Padre y que venís de un tronco común. Ha sido el pecado el que os ha separado, cayó primero con la mentira del maligno y luego con la envidia de Caín. Os habéis ido separando de Mí, vuestro Dios, por vuestra necedad y vuestro pecado. Tuve que destruir, prácticamente, toda la humanidad en el Diluvio, lo cuál Me dolió mucho e hice un pacto con Noé de no volver a destruir a la humanidad con un diluvio. Pero el pueblo de ése tiempo no confió en Mí, su Dios y Me retaron construyendo la Torre de Babel.

La desconfianza de ése pueblo Me molestó tanto que envié a Mi Santo Espíritu a separarlos, confundiéndolos con diferentes lenguas y así, por ésa desconfianza y pecado, sobrevino la separación de los pueblos. Todos llevaban las mismas raíces, todos llevaban Mi Ley en su corazón, algunos las acataron y otros no, cayendo nuevamente algunos pueblos en grandes pecados contra Mí, Su Dios y otros se mantuvieron más cerca de Mis Leyes, pero sin llegar a la perfección del amor que Yo deseo.

Los siglos se han venido sobre vuestro mundo y ¿qué ha pasado en el presente? ¿en qué habéis avanzado para lograr vuestra verdadera fraternidad? ¿Cómo os habéis purificado para que Yo, vuestro Dios, pueda habitar entre vosotros? Las lenguas siguen sin unirse, el pecado aumenta y Mi Vida en vosotros va disminuyendo. ¿Hasta dónde queréis llegar, hijitos Míos? ¿Queréis hacer una ley humana y apartar Mi Ley Divina de vuestras vidas? ¿Os creéis mejores que Yo, vuestro Dios? ¿Os creéis capaces de crear mejores cosas que las que Yo os he dado? ¿Acaso podéis crear una estrella o un planeta con todas sus leyes mejor que Yo?

Vuestra soberbia os ha llevado a la ceguera total. Os creéis mejores que vuestro Creador y no podéis siquiera hacer cano uno de vuestros cabellos. No podéis siquiera crear una pequeña hormiguita sacada de la nada, no podéis controlar, en lo absoluto, el frío ni el calor, la lluvia y la sequía y ¡os creéis mejores que Yo, vuestro Dios?

Hijitos Míos, el engañador os ha puesto una venda, no en vuestros ojos del cuerpo, sino en los de vuestra alma y así os dejáis llevar libremente, caminando en la vaciedad espiritual, en la ceguera de vuestras almas. Os va llevando a la ruina total, después de que Yo os creé como reyes de la creación y puse la Creación completa a vuestro cuidado, para que ella os diera de sus frutos y de sus delicias, como reciprocidad al cuidado que le debíais haber dado, para vuestra subsistencia eterna. Mis Leyes de Amor que os dí, eran para que pudiérais vivir como verdaderos hermanos, hijos de un mismo Padre y ¿qué ha logrado el maligno? ¡Separación, destrucción, muerte! Vivís en el caos espiritual y lo aceptáis, porque os conviene, porque le sacáis provecho, por que veis primero por vuestros propios intereses humanos, ya degradados por el pecado y no os importa Mi Vida en vosotros ni Mis Leyes perfectas de Amor.

Ya no hay fraternidad en vuestro mundo, ahora sois individuos egoístas que sólo buscáis el vivir con un bienestar efímero, que no lleva a la vida eterna, ya que aplastáis a vuestros semejantes con tal de obtener vuestro propio beneficio; ya cada quién ha hecho su propia ley moral. Ya no se respeta ninguna ley, ni Divina ni humana, todas las pisoteáis porque vuestra soberbia y vuestra bajeza no permiten que se os llame la atención a vuestro mal proceder. La muerte espiritual y los vicios os están llevando a una irrealidad de vida. Ya no vivís en el Mundo que Yo creé para consentiros, habéis destruido Mi Obra y ahora vivís en una pocilga, peor que Sodoma y Gomorra. Vuestra ciencia y tecnología, en lugar de estar llevándoos a un crecimiento espiritual y humano, os están apartando de Mí, porque con ellas vuestra soberbia os está haciendo creer que ya podéis prescindir de Mí, vuestro Dios.

Ya no deseáis ayudaros entre pueblos, ni aún entre hermanos del mismo pueblo ni del mismo hogar, vivís en el egoísmo total. Creéis que lo que a diario obtenéis es obra de vuestras mundanas capacidades y no de Mi Amor Providencial. Nuevamente os pregunto ¿hasta dónde queréis llegar, hijitos Míos? ¿Os habéis ya acostumbrado a vivir en el estiércol, vosotros, los reyes de la Creación? ¿Sois Mis hijos, hijos del Rey, que no merecen vivir envueltos en el fango en el cuál ahora vivís. El engañador ha sido tan sutil, que os ha llevado a la degradación, casi total, usando a la misma tecnología y a los mismos “avances científicos” para vuestra perdición. Habéis utilizado la inteligencia y la sabiduría que he puesto en algunos de Mis hijos para bien mundial, para iros levantando de la caída por el Pecado Original y en lugar de levantaros con orgullo y agradecimiento, con nobleza y humildad, cualidades de los hijos del Rey, vais en declive, arrastrándoos y muriendo poco a poco con lo que debiera daros vida, vida de amor, vida fraterna.

La maldad os ha cegado tanto, que vuestra vida espiritual ya no os lleva por caminos de luz intelectual y divina, vida divina que lleváis en vuestro interior al llevar a Mi Santo Espíritu, sino que ahora camináis sin rumbo fijo, lleno de vicisitudes, e inseguros. Ya no confiáis en vuestro futuro, puesto que se ha vuelto incierto. Las luces de sabiduría que algunos alcanzan todavía a utilizar en su interior, os indican hacia donde vais y así vuestro futuro se hace menos prometedor. Sabéis que día a día las tinieblas cubren más vuestro ser, vuestras conciencias, vuestro mundo y lo peor de todo es que os habéis acobardado para poner un “hasta aquí” a vuestro mal proceder con vuestro Padre y con vuestros hermanos. Ya vuestra cobardía no os permite avanzar porque vuestros hermanos ahora están como vosotros. Confiáis en lo poco o casi nada que tenéis, lo atesoráis como si fueran riquezas grandísimas y no permitís que entre en vuestra conciencia y en vuestra vida Mi Tesoro Infinito.

Vuestras “riquezas materiales” y las pocas que os quedan de las espirituales, os hacen cobardes para enfrentaros al mal, que día a día toma más fuerza porque ya no os imponéis en tratar de buscar Mi Reino entre vosotros. Le habéis dado mucho poder al mal al disminuir vuestra confianza en Mi, Yo que Soy el Omnipotente y el Infinito. Vuestra dignidad real ha sido pisoteada por el maligno y él se burla de vosotros, de vuestra destrucción espiritual, ante Mi Presencia.

Vuestra falta de Fé os hace endebles a su fuerza. El mal os está venciendo porque Me habéis humanizado, creyéndome imperfecto como vosotros, Me habéis olvidado, Me habéis sacado de vuestras vidas. Vuestra vida espiritual es prácticamente nula. ¿Cómo os podéis defender de un ataque si no estáis entrenados para enfrentarlo? Los ataques que estáis sufriendo ahora y que sufriréis, si lo seguís permitiendo, son ataques espirituales que se traducen en actos humanos, sociales y mundiales. Vosotros esperáis ver guerras o invasiones o persecuciones palpables y no os dais cuenta de que todo eso se va desarrollando primero a nivel espiritual. Cuando el espíritu ya está acabado, cuando ya no hay fuerza interna para avanzar, el cuerpo, por más fuerza muscular que posea ya no responde, porque el interior, que manda al exterior, está acabado. Todos vosotros lo sabéis, una persona cargada de problemas internos, que no posea un buen soporte espiritual, se vuelve una piltrafa externamente, aún cuando haya juventud y fuerza en su cuerpo.

El alma, hijitos Míos, el alma apoyada en Mí Espíritu, es vuestra arma más poderosa. Con ella podréis vencer cualquier obstáculo que se os interponga.

El alma humilde que confía en su Dios, es poderosísima, Mi Hijo Jesucristo os lo dijo, la Fé puede mover montañas: “Si tuvierais Fé del tamaño de una semilla de mostaza, podríais decirle a una montaña que se lanzara al mar y lo haría”. Vuestra alma, que es parte de Mí, de Mi esencia divina, si la ponéis al servicio divino de Mi Espíritu Santo, adquirís poderes asombrosos, podréis hacer milagros de amor, podréis destruir fácilmente el mal, podréis hacer que por fin, Mi Reino venga a vosotros. La donación libre, voluntaria y confiada en vuestro Dios, cubierta de una gran humildad, podrá crear un ejército poderosísimo que acabará con las fuerzas del mal.

¿Queréis seguir viviendo peor que esclavos entre la inmundicia, el estiércol de la vida que ahora lleváis, entre la destrucción el terror con que el mal se pasea entre vosotros y entre la muerte? ¿O queréis ser dignos hijos del Rey, viviendo en un mundo de luz, de Amor de fraternidad, de pureza y santidad, de vida eterna, que sólo alcanzaréis al daros cuenta, en humildad sincera que sin Mí no sois nada y que Conmigo, uniendo vuestras vidas a la Mía, podréis lograr todo?

Así volveréis a vivir la verdadera vida que os dí al Principio de los Tiempos; viviréis como verdaderos hermanos en Mi Reino de Amor, en vuestro mundo y alcanzaréis, por fin, a vivir, ciertamente, en la Comunión de los Santos en el Universo Divino de Mi Corazón Amoroso.

Hijitos Míos, el tiempo es corto porque el mal ha tomado mucha fuerza, pero es suficiente para detenerlo y destruirlo si os acercáis a Mi, arrepentidos y deseosos de lograr un verdadero cambio de vida, tanto espiritual como humano, sabiendo firmemente que Yo, vuestro Creador, puedo lograrlo todo.

Regresad y confiad en Mí, hijitos Míos. Yo Soy el Alfa y la Omega y todo, todo, está sometido a Mi Voluntad, aún el mismo mal, pero necesito de vuestra libre donación, la cuál respeto, para lograr vuestro cambio y devolveros vuestra investidura real.

Yo os amo infinitamente y os deseo, nuevamente, consentir en el Reino que vendrá.

Yo os bendigo con Mi Santísimo Poder Paternal, con el de Mi Hijo Jesucristo y con el del Espíritu Vivificador.