Jun 11_98 La grandeza de la EUCARISTÍA.

Mensaje de Dios Padre a JV en la Fiesta de Corpus Christi.

Habla Dios Padre,
Sobre: La grandeza de la EUCARISTÍA.
Hijitos Míos, hoy se celebra una de las grandiosidades de Mi Corazón para con vosotros. Mi Hijo unigénito, antes de padecer por vosotros, se me ofreció a sí mismo en la Ultima Cena en la cual les dejaba, desde ese momento y para siempre, Su Cuerpo y Su Sangre como compañía y como ali­mento para vuestras almas hasta el fin del mundo.

Vuestras humanas capacidades no se dan cuenta de lo excelso de éste regalo. Lo excelso de esta donación es un grandísimo acto de humildad y de Amor hacia vosotros.

Los apóstoles y la gente de ése tiempo pudieron seguir y contemplar con sus sentidos humanos la vida de Mi Hijo sobre la Tierra, a vosotros os toca el premio de poder compartir y poderse saciar con el verdadero Cuerpo y la verdadera Sangre divinos de Mi Hijo Jesucristo.

Si vosotros os dierais plena cuenta de tan grandísimo don del Cielo, os postrarías con frente al suelo y agradeceríais en forma tal que os sentiríais indignos de tan grande favor.

Si pudiérais ver Mi Majestuosidad y Poder que existe en ése “pedacito de pan” y al que vosotros ya véis como algo simple, os turbaríais y es más, no os acercaríais a tomarlo, porque vuestra misma alma se sentiría indigna de recibir a Su Rey, a Su Creador en TODA su potencia y Majestad.

Por eso Mi Hijo quiso dejar en manos de vuestra Fe y de vuestro amor todo Nuestro Ser, en ése pequeñito pedacito de pan y que con la humildad de todo un Dios, se dona, a quién quiera recibirlo, día a día.

Nuevamente es Nuestro Amor el que se da a sus creaturas, pequeños Míos de Mi Corazón. Tanto es Nuestro Amor hacia vosotros, que recurrimos a in­ventar actos de amor -grandes milagros- pero los hacemos ver, a veces, pe­queños para no asustar a vuestra débil humanidad.

Tomad hijos Míos, tomad el Cuerpo Glorioso, Santísimo, de Mi Hijo Je­sucristo para fortaleceros en vuestras almas. Así como vuestro cuerpo ne­cesita alimento para crecer y dar fruto, así vuestra alma debe tomar el alimento, por excelencia, que es la Sagrada Eucaristía, para también cre­cer y dar fruto.

No desaprovechéis, hijos Míos, éste regalo TAN grande del Cielo, tan grande que hasta los mismos ángeles se quedaron estupefactos ante la Hu­mildad y poder de Mi Hijo, al crear la Sagrada Eucaristía. Ellos Me pueden ver directamente a los ojos puesto que ya viven en Mi Gloria, voso­tros podéis vernos con vuestros ojos del alma, al tomar éste Sacratísimo alimento del Cielo.

Hijitos, cuánto os amo. Permaneced en Mí Amor y vivid Mi Vida en vues­tra vida a través del Alimento Celestial, el Cuerpo y Sangre Divinos de Mi Hijo Jesucristo.