Ago 13_19 Le dais la espalda a Mis Leyes, Mandamientos y, sobre todo, a Mi Amor, y aun así queréis que se os consienta. No, Mis pequeños, ya no.

Rosario vespertino – Mensaje ÚNICO

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Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

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Primer Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.

Hijitos Míos, el tiempo de la cosecha ha llegado. Recordad la Parábola en donde el sembrador, el buen sembrador deposita el buen grano, pero luego llega satanás y, también, siembra cizaña alrededor del buen grano. Se le pregunta al sembrador, al dueño, que si arrancan la cizaña, dice él, esperen hasta que crezcan; ya, entonces, cuando se vea, realmente, cual es la cizaña, y en qué lugar está el buen grano, será más fácil de arrancar lo malo y dejar lo bueno.

Estáis ya en ese tiempo, en donde será tomada la cizaña arrancada de la tierra y echada al fuego eterno.

Mis pequeños, os he dado mucho tiempo para cambiar, muchas oportunidades para vivir en el Bien, pero la gran mayoría de vosotros no las quisisteis tomar, preferisteis seguir siendo cizaña, viviendo la maldad alrededor de vuestros hermanos; no quisisteis venceros a vosotros mismos, erradicando la maldad que traéis en vuestro interior, acercándoos a Mí, tomando Mi Palabra, tomando Mis Mandamientos, tomando Vida, Verdadera Vida en el Sacramento de la Eucaristía. No quisistéis vivir en la oración, no quisisteis dejar ese mal, al que, profetizado estaba que, si seguíais en él, moriríais eternamente en el fuego eterno. Y ¿qué pasó?, ¿qué paso con vuestra alma?, no quisisteis ayudarle a vuestra alma en su salvación. Preferisteis las cosas del mundo, el pecado del mundo, venido de satanás; no quisisteis dejar todo aquello que os llevaba hacia el mal, y no alimentabais a vuestra alma para vivir el Bien que Mi Hijo os enseñó.

¡Cuántas oportunidades tuvisteis a lo largo de vuestra existencia y no las tomasteis!, vuestra negligencia, vuestra maldad, os venció. Sabíais, perfectamente, que estáis rodeados de maldad, porque, también, avisado está en las Sagradas Escrituras, que estáis en el Mundo, pero no pertenecéis a él. Vinisteis para una misión espiritual, grande, bella, que era la de mover a las almas de vuestros hermanos hacia la salvación eterna, pero, empezando con la vuestra. Vosotros debisteis haber seguido lo que Mi Santo Espíritu os dictaba dentro de vuestro corazón, y Él os iba a llevar hacia la Verdad Absoluta, que solamente viene de Nosotros, de Nuestra Santísima Trinidad. Pero, no, la gran mayoría de vosotros habéis preferido los goces del Mundo, no quisisteis venceros a vosotros mismos, viviendo, primeramente, los Mandamientos que Mi Padre os dio en el pasado. No os dejasteis mover por la Palabra, por Mis Obras, que Yo os dejé cuando bajé y estuve entre los hombres. No se movió ni se conmovió vuestro corazón cuando Me di por vosotros para vuestra redención. No habéis meditado en Mis Dolores todo lo que Me dejé hacer por vosotros.

Imaginad Mi Cara ensangrentada, llena de escupitajos, inflamada por los golpes de los soldados y el pómulo roto. Después, Mi flagelación, una flagelación que se salió de lo normal, porque Me dieron muchísimos más golpes de flagelo de los que normalmente se debían dar. Mis Carnes desgarradas, sangrantes, dolientes. Mis huesos se podían ver por entre Mis Carnes, que desgarradas estaban; prácticamente, no había ningún lugar sano en todo Mi Cuerpo. Dolores extremos, que ningún ser humano hubiera soportado, pero lo que más Me dolía, era el saber que la gran mayoría de vosotros, en el futuro, no se iban a conmover ante todo esto, y no cambiarían de parecer y seguirían cometiendo faltas, y faltas graves, que dañarían, todavía más, todas las heridas de Mi Cuerpo, pero sobre todo, de Mi Alma.

¡Qué corazón tan duro tenéis, Mis pequeños, cuánto dolor Me causáis! Y todo por tener una vida disipada, pecaminosa y sin ni siquiera tener un deseo futuro de cambio.

Después de ello, habéis tenido la oportunidad de Mis Apariciones, de Mis Milagros a lo largo de la historia y los de Mi Madre, la Siempre Virgen María, ayudándoMe a convenceros para cambiar de vida, a arrepentiros y volver a Mí, pero no cambiáis. Y vuestros pecados, cada vez son peores, vuestro corazón es tan malo, que hasta Me reclamáis por lo que os sucede. Me blasfemáis, porque no podéis tener o no queréis hacer una vida buena, echándoMe la culpa a Mí por vuestras limitaciones, y a Mí, ni siquiera Me habéis buscado para cambiar de vida, apoyándoos en todas las Enseñanzas que Yo os dejé.

Queréis que se os consienta, cuando vosotros vivís en pecado grave, Me estáis dando la espalda en todo momento. Le dais la espalda a Mis Leyes, Mandamientos y, sobre todo, a Mi Amor, y aun así queréis que se os consienta. No, Mis pequeños, ya no.

Tuvisteis mucho tiempo para cambiar, para reflexionar, para que vuestro corazón se doliera al ver Mi Donación por vuestra salvación y ni eso aprovechasteis. El tiempo llegó. Los que entendieron, serán tomados, los que no quisieron entender, serán dejados.

Venid, benditos de Mi Padre, porque fuisteis misericordiosos Conmigo, vuestro Salvador, Me habéis acompañado en las buenas y en las malas, en Mis Dolores y en Mis bellos momentos, compartiendo Mi Palabra, Mis Milagros y Mi Amor.

Vosotros sois los que gozaréis el nuevo tiempo por venir, seréis buena semilla, iniciaréis un nuevo tiempo, en donde, al menos, al principio, todo será amor, armonía, vida plena, paz, infinidad de regalos que derramaré sobre vosotros en Nuestra Santísima Trinidad.

Seguid adelante, Mis pequeños, y seguid orando por las almas, para que algunas, todavía, puedan ser tocadas por Mi Gracia y pueda Yo salvarlas.

Os bendigo, Mis pequeños, y llevad Mi Bendición a todos aquellos que vosotros queráis y traédMelos a Mi Corazón. Gracias, Mis pequeños.