Rosario –Mensaje ÚNICO
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Mensaje de La Santísima Virgen María a J. V.
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Habla La Santísima Virgen María.
Hijitos Míos, Soy vuestra Madre, La Siempre Virgen María, y os pido, Mis pequeños, que cuidéis mucho, pero mucho, vuestra espiritualidad y vuestra pureza de alma.
Mis pequeños, la gran mayoría habéis decaído mucho en la exigencia espiritual a la que estáis llamados, y lo digo así, “exigencia espiritual”, porque satanás se ha encargado de que vosotros no seáis exigentes con el estado de pureza de vuestra alma.
Ciertamente, muchos de vosotros habéis tratado de evitar ya las faltas graves, o sea, el pecado mortal, grave, y sobre todo, destructivo para vuestro estado espiritual, que os puede llevar al eterno delito, en el fuego eterno.
Mis pequeños, habláis de los pecados veniales, ciertamente, existen, pero, ningún alma llega al Cielo teniendo un pecado venial.
Imaginaos que estáis vestidos pulcramente, vuestros vestidos, vuestros trajes, son blancos como la nieve, estáis en una reunión, todos vestidos pulcramente, y alguien entra con una pequeña mancha, muy pequeña, pero es visible y todos se dan cuenta de ello. Vosotros podríais decir, “pero es que es muy pequeña, prácticamente, no tiene importancia”. Pero es visible, Mis pequeños, y acabáis saliendo de la reunión, con vergüenza, porque no cuidasteis de limpiar bien vuestro vestido, vuestro traje.
Así es en el Reino de los Cielos, hay exigencia, Mis pequeños, porque fuisteis creados para llegar a la Pureza, a la Santidad, como vuestro Padre que es Perfecto.
En la Tierra, no le dais mucha importancia, la gran mayoría de las veces, a esos pecados pequeños, y los dejáis pasar, y hasta la misma sociedad los perdona, no les dan importancia. En el Reino de los Cielos no es así, Mis pequeños, aquí, en la Tierra, un pequeño pecado, como vosotros decís, se va repitiendo y éstos se vuelven cada vez peores, porque ni vosotros mismos ni los que están a vuestro alrededor, les dan la importancia que realmente tienen, y el hecho es, que se va debilitando vuestra exigencia espiritual, y, eso, es perjudicial para vosotros mismos, porque ya no cuidáis, perfectamente, el actuar como se actúa en el Cielo y como Mi Hijo os enseñó.
Satanás os ha llevado a que no pongáis tanta atención a esos “pecadillos”, como vosotros decís, y que no les dais la importancia debida, pero, al tener un pecado, aunque sea leve, ya no os hace perfectos; en la Perfección, no hay cabida para algo que se sale de esa Perfección, porque os marca ante vuestros hermanos pero más, ante las almas del Cielo.
Sed perfectos, como Mi Padre, vuestro Padre, es Perfecto. Si vosotros mantuvierais estas Palabras en vuestra mente y en vuestro corazón, cuidaríais a diario y en todo momento, vuestras palabras, vuestros pensamientos, vuestras acciones, y entonces sí, vuestros ropajes serían blancos, perfectamente blancos y estaríais presentables ante vuestro Padre Dios para ser juzgados con mucho Amor, Benevolencia y sobre todo, os sentiríais triunfantes de haber vencido al Mundo y haber obedecido a Dios.
La Tierra, es un lugar de batalla, es una lucha constante contra el pecado, contra la maldad, tenéis que cuidar vuestra propia alma y la de los vuestros. Ahí es donde entra la Caridad, que también debéis cuidar arduamente.
Como os dijo Mi Hijo, los Diez Mandamientos se podrían resumir en dos: amad al prójimo como a vosotros mismos, pero primero, amar a vuestro Dios, el Perfecto, al Santo, el Bellísimo, el Pulcro, el Infinito. Debéis ser ejemplo de que vuestro Dios camina con vosotros, piensa con vosotros, actúa en vosotros para el bien propio y de vuestros hermanos. Al pensar en todo lo que Mi Hijo os dio, vosotros buscaríais, también, la perfección y ayudaríais a muchos de vuestros hermanos a encontrarla, pero satanás os lleva a minimizar esos pecados que manchan, realmente, vuestra alma.
Meditad lo que os dije, de que entrarais a un salón de fiesta y que tuvierais esa pequeña mancha, todos os voltearían a ver y dirán: ¿cómo es que ha entrado esta persona con esa mancha?, os daría vergüenza.
Os pido, pues, que busquéis la perfección, porque para eso estáis siendo preparados, para ser perfectos y llegar al Cielo, gozando, como os dije, de vuestro triunfo contra el mal aquí en la Tierra.
Ved vuestro interior, ¿cómo estáis?, sed honestos con vosotros mismos, pedidLe a Mi Esposo, el Santo Espíritu, que eduque vuestra mente, que eduque vuestro corazón, que os permita ver la realidad espiritual que lleváis dentro y que os sepáis ver y comparar con la Pureza de Mi Hijo, que es una tarea de todos los días, pero que os llevará al gozo eterno.
Gracias, Mis pequeños.