Jul 12_2021 Vosotros también estáis obligados en el Amor, porque se os dio el don de la vida para ello, a hacer las cosas de Mi Padre.

Rosario matutino – Mensaje ÚNICO.

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Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

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Primer Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.

Hijitos Míos, recordaréis las Palabras que les dije a Mis Padres, cuando ellos Me reprendieron, después de encontrarMe en el templo hablando con los sumos sacerdotes: “Yo vine a hacer las cosas de Mi Padre”, ellos no lo entendieron en ese momento: “Vine a hacer las cosas de Mi Padre”, y ¿cuáles eran las cosas de Mi Padre? La salvación de todos vosotros, Mis pequeños.

El darMe Yo por todos vosotros, no fue nada más el tiempo que duró Mi Pasión, esos momentos de dolor, esos momentos de rechazo de la humanidad, que representaba ese pueblo en ese momento, no eran solamente esos momentos de Dolor.

El venir a hacer las cosas de Mi Padre, empieza desde Mi Nacimiento, al aparentar ser una Persona común y corriente ante el mundo. Yo crecí, como crecéis vosotros, Me fui desarrollando, aprendí de Mi Padre, José, a ser un carpintero, hasta ese momento, Yo era un Niño común y corriente, para todos los vecinos, para toda la gente a Mi alrededor; la diferencia estriba, en que vosotros os involucráis en el mundo, dejáis de hacer las cosas por las que vinisteis a la Tierra, a hacer las cosas de Mi Padre, que es la salvación de las almas. Sí, Mis pequeños, también vosotros vinisteis como Yo, a la salvación de las almas.

Ciertamente, Yo como Dios, sabía, perfectamente, lo que era Mi Misión TODO EL TIEMPO, no como aquellos que dicen que hubo un momento en Mi Infancia o en Mi Adolescencia, en que de repente sentí que Yo era Dios. ¡No!, Mis pequeños Soy Dios y siempre supe Quien era Yo, esas son falsedades, tened cuidado con ello, Mis pequeños, Soy Dios y Soy Hombre.

El hacer las cosas de Mi Padre, fue que desde el preciso momento en que entré en el Vientre de Mi Madre, empecé a trabajar en las cosas de Mi Padre. Primeramente, fue Mi Donación por vosotros, luego el hecho de Yo, Todo Poderoso, igual que Mi Padre,  al hacerMe Pequeño y entrar en el Vientre, Purísimo y Santísimo, ya era un sacrificio grande, de Todo un Dios, Inmenso. Entrar en un Vientre que Me aprisionaba, Me quitaba Mi libertad, Me volvía como vosotros. En cierta forma, padecía lo que sufre un bebé en el vientre materno y luego, en el Nacimiento, que fue otro Milagro inmenso, en el que no tuvo dolor Mi Madre, pero empecé a sentir lo que un bebé siente: las inclemencias del clima, el hambre, dolores, y todo eso era ofrecido a Mi Padre. Yo siempre estuve consciente, como Dios, de lo que Yo era y lo que estaba padeciendo. Todos esos momentos que para vosotros, podríais decir que un bebé no podría estar pensando y ofreciendo, como ahora os lo digo, es en Mí posible, porque Soy Dios y Mi Sacrificio, fue hacerMe Hombre, pero no dejé Mi situación Divina a un lado, en ningún momento.

Fui creciendo y seguí ofreciendo lo que era Mi Vida, por la salvación de todos vosotros. Seguía soportando la maldad del hombre, ya no simplemente las inclemencias del clima, el hambre, todo lo que sucede alrededor de vosotros, también Yo lo sufrí lo padecí, pero especialmente, la maldad del hombre. Todo lo iba ofreciendo por la salvación de todos vosotros y de todos los tiempos.

Seguí creciendo y llega Mi época de Evangelización, sigo siendo Dios y sigo siendo Hombre, y como Dios, con Mi Sabiduría Divina y con Poderes Divinos, comienzo a Evangelizar, pero a pesar de Mis Dones Divinos, de Mis capacidades como Dios, no los muestro en una forma que podría tomarse como soberbia, sino que siempre en Mí, todo fue Humildad, Sencillez y Amor por todos vosotros.

Empiezo a Evangelizar y os empiezo a dar una Evangelización Divina que a muchos dejaba pasmados, no entendían todo, pero les gustaba Mi Evangelización. Palabras nuevas, muy diferentes a las que escuchaban en el templo, nunca antes había habido algún profeta que hiciera Milagros como los que hice Yo. No ha habido nadie como profeta, que fuera el Mesías tan esperado, todo lo que Yo hacía era para la salvación de todos vosotros y siguiendo las Órdenes de Mi Padre, seguía Yo haciendo las cosas de Mi Padre.

Todos esto os lo digo, Mis pequeños, porque vosotros también estáis obligados en el Amor, porque se os dio el don de la vida para ello, a hacer las cosas de Mi Padre.

Yo os enseñé todo ello para que fuerais otros Cristos en los  tiempos, en los que vivisteis, y esto es ser otros Cristos, por fuera, viviendo vida humana, y por dentro, dedicados a la oración, para que el Espíritu Santo os guíe en palabras, en obras y en hechos. Ser otros Cristo es hacer lo que Mi Padre os pida.

Muchas almas esperan escuchar Mis Palabras en vuestras palabras, Mis Obras en vosotros y milagros, también a través vuestro. Sí, Mis pequeños, ya os lo he dicho, que vosotros estáis obligados a hacer milagros. Sobre todo cuando nacen de vuestro corazón para el bien de ellos, para su crecimiento espiritual y para su salvación eterna.

Estáis obligados a hacer las obras de Mi Padre y no necesariamente padeceréis una muerte ignominiosa y terrible, como la que padecí Yo. Ciertamente, cuando estáis Conmigo, aceptáis vuestra Cruz, la Cruz de cada día, los dolores de cada día, pero también los éxitos de cada día y todo ello ofrecido a Mi Padre, a través Mío, para la salvación de las almas, y por haber hecho las cosas de Mi Padre, tendréis, también, el regalo que Yo como Dios tengo: vivir eternamente en el Reino de los Cielos, porque los que hacéis las Obras de Mi Padre, sois Mis hermanos y Mis hermanos estarán Conmigo eternamente.

Os Bendigo, Mis pequeños y nuevamente os pido: “haced las obras de Mi Padre”.

Gracias, Mis pequeños.