Abr 22_2021 Estáis esperando desastres mundiales, que ciertamente llegarán, pero el mayor desastre que tenéis a vuestro alrededor es la pérdida de la Fe, tanto en laicos como en consagrados.

Rosario matutino – Mensaje ÚNICO

.

===============================

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

===============================

.

Cuarto Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.

Visión: Me deja ver un tabernáculo de una iglesia semi destruida, vacío, arrumbado, y nos dice:

Así estoy Yo, Mis pequeños, arrumbado por el mundo. Teniendo vosotros el mayor Tesoro que este mundo pueda albergar, el mundo ha despreciado Mi Presencia entre vosotros. Ciertamente, todavía hay almas que Me buscan, que añoran estar Conmigo, que Me protegen, que se alimentan de Mí, pero son tan pocas las almas que así viven, deseándoMe, buscándoMe, porque más son las almas en las cuales Yo ya no vivo para ellas, ni para ayudarles, ni para alimentarlas, ni para tener una vida espiritual profunda y bella Conmigo, con vuestro Dios.

Satanás os ha separado de Mí, ha sabido hacer su parte, pero vosotros no, Mis pequeños. Cuando Me tomáis continuamente, Yo vivo en vosotros y os doy los Dones necesarios para saber distinguir en dónde o por dónde os está atacando satanás. Un alma que Me busca, que está enamorada de Mí, que Me desea, sabe que ese Alimento Divino, que es Mi Cuerpo, Mi Sangre, Mi Presencia en vosotros, os da algo más que a los demás, es más… ¡mucho más!, porque Yo estoy en las almas que Me buscan y Yo, vuestro Dios, el Creador del Universo, vuestro Redentor, el Amor Infinito, estoy en vosotros.

(Lenguas…) Cuánto dolor Me causa esta generación, por lo que estoy añorando ya lo que vosotros también añoráis: el cambio. Tomad la cruz como Yo la tomé, la abracé, porque con ella sabía Yo que os abriría nuevamente las Puertas del Cielo.

Los que estáis Conmigo, vosotros, los que Me amáis, los que queréis este cambio, estáis llevando una cruz también de dolor porque estáis viendo Mi sufrimiento por lo que está sucediendo a vuestro alrededor con estas almas vacías, frías. Estáis tomando la cruz, y os pido que la abracéis, que abracéis vosotros vuestra misión, que seréis también corredentores Conmigo en este tiempo.

Sois pocos los que habéis respondido a Mi llamado. Soy el Pastor que buscaba a sus ovejas y, si alguna se apartaba del rebaño, dejaba el rebaño y Me iba a buscar a la faltante; pero muchas veces, mientras iba a buscar a un alma, a una ovejita, llegaba el lobo y se llevaba otras más de mi rebaño. ¿Por qué os dejáis vosotros convencer tan fácilmente por las maldades de satanás? ¡Es tan débil vuestra Fe! Es tan débil vuestro amor por Mí, que llega satanás y os ofrece una vida sin preocupaciones, de gozo mundano, de mentiras, muchas mentiras a vuestro alrededor y lo aceptáis. ¿Cómo es posible, Mis pequeños, que os dejéis engañar tan fácilmente?

Y esto os lo digo también a vosotros, almas sacerdotales, que habéis tenido más cercanía a Mí durante todo vuestro tiempo de preparación para llegar a ser esos Cristos de este momento, pero no, también muchos, muchos de vosotros habéis caído en los errores a donde os ha llevado satanás y habéis aceptado sus errores como medio de vida, y vuestro sacerdocio ¿en dónde está? ¿Qué habéis hecho con esta parte tan grande y tan bella que os toca vivir? ¡Ser sacerdotes! No os imagináis la magnitud de esta frase, hasta en el Cielo se siente esa fuerza tan grande cuando entra un sacerdote al final de su existencia en la Tierra. Todo se detiene al ver un sacerdote santo que entra al Reino de los Cielos, un alma ejemplar, ¡es otro Cristo entrando y por eso todo se detiene!, porque dejó santidad a su paso en la Tierra.

No os imagináis la belleza de un alma sacerdotal que entra al Cielo, almas que realmente amaron su misión, almas que dejaron Mi Vida en el corazón de los hombres, almas sacerdotales que se dieron por vosotros, almas terrenas que os perdonaron vuestros pecados, que os alimentaron de Mí, vuestro Dios. Ya la gran mayoría de las almas sacerdotales de este tiempo no brillan, ya son sal insípida, dejan mucho que desear, ¡mucho!

Habéis abierto más vuestras capacidades, vuestros gustos, a las cosas de satanás y ya no se ve en vosotros ese deseo de evitar el contacto satánico, es más, lo buscáis, estáis entretenidos en las cosas del mundo y os apartáis del verdadero Alimento del cual os debierais alimentar para poder ayudar a vuestros hermanos en el dolor, que viven entre vosotros.

Estáis esperando desastres mundiales, que ciertamente llegarán, pero el mayor desastre que tenéis a vuestro alrededor es la pérdida de la Fe, tanto en laicos como en consagrados, lafalta de amor hacia Mí, vuestra escasa dedicación para ser perfectos, como Mi Padre es Perfecto. ¡Cuánto dolor causáis en la Tierra y Me causáis a Mí, vuestro Dios! Da tristeza veros actuar de una manera tan superflua, tan mala entre vosotros.

Los sacerdotes, esas almas que debieran estar iluminadas con Sabiduría Divina, que debieran tener esa valentía Crística para enfrentarse a todos los ataques de satanás, corren cuando encuentran algún problema, que un alma santa sacerdotal podría resolver fácilmente. Almas sacerdotales que no saben ni hablar ni escribir, que dan pena, pero, sobre todo, porque no Me transmiten, ¡no transmiten Mi Vida! Llevan tantos errores sobre sí mismos y no les interesa mejorarse.

Ciertamente, una gran mayoría de las almas sacerdotales son escogidas entre la gente sencilla, pero cuando están enamoradas de Mí, se preparan a tal grado que dejan boquiabiertos a aquellos que se sienten sabios y entendidos, como lo digo en las Sagradas Escrituras, porque son tomados por Mi Santo Espíritu, porque Soy Yo en ellos cuando predican, cuando actúan, cuando producen milagros. Éstas son las verdaderas almas sacerdotales, las que Me dejan vivir plenamente en ellas.

Ciertamente, todavía tenéis algunas, algunas solamente, pero que serán plenamente renovadas y serán las almas sacerdotales de los Nuevos Tiempos, esas almas que supieron ser Cristos en las buenas y en las malas, en las dificultades, en los triunfos.

¡Cuánto amor le falta a la gran mayoría de almas, tanto sacerdotales como laicales! ¡Cuánto amor os falta hacia Mí! No Me buscáis, ¿cómo os queréis alimentar? ¿Cómo os queréis fortalecer contra los embates de satanás que se os avecinan?, que ciertamente los tenéis ya, pero que se van a venir a tal grado que, si no estáis preparados, os va a destrozar el mismísimo satanás.

¿No os dais cuenta que no estáis defendiendo, como os dije, el mayor Tesoro que tenéis entre vosotros? Mi Presencia Divina, Mi Presencia con la que os alimentáis, Mi Presencia en las Sagradas Escrituras, Mi Presencia en las almas santas, tanto sacerdotales como laicales. En cambio, las atacáis, atacáis a estas almas que son las que os van a salvar con su oración, con su predicación y, sobre todo, que os alimentan con la Sagrada Eucaristía, ¡Mi Presencia real entre vosotros!

Os pido que cuidéis a aquellas almitas que están impregnadas de Mí, que van en busca de esa ilusión grande de ser sacerdotes, apoyadles, ayudadles en lo que necesiten, son vuestros tesoros, pero también ayudadles a ser mansos y humildes, sencillos, sabios, que sean esas almas que os eleven hasta el Cielo con sus predicaciones, que sean esas almas que abran vuestro corazón con sus predicaciones de amor.

Sed santos como Yo lo Soy, sed humildes como Yo lo Soy. No despreciéis el dolor, las dificultades, porque Yo mismo las padecí. Almas sacerdotales: sed como Yo Soy, transmitidMe a vuestros hermanos y no os acobardéis ante los acontecimientos, porque si lo hacéis, lo pagaréis muy duramente cuando regreséis a Mí. Un alma acobardada no sirve para el Cielo porque no Me está transmitiendo a Mí. Sois otros Judas de este tiempo, cobardes, traidores.

Orad por vuestros sacerdotes buenos, santos, para que os sigan elevando a la santidad a la que todos vosotros debéis llegar.

Gracias, Mis pequeños.