Nov 17_2020 ¡Cuánto Dolor Me causáis, almas, almas muertas, os sentís vivos, pero estáis muertos para Mí, vuestro Dios! El mundo está lleno de almas muertas, Me duele tanto, llevo esperando de muchos su arrepentimiento; espero hasta el último segundo de vuestra existencia.

Rosario matutino – Mensaje ÚNICO.

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Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J. V.

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Primer Misterio. Habla Nuestro Señor Jesucristo.

Visión: Estoy viendo el Rostro de Nuestro Señor Jesucristo, ha caído con la Cruz, veo las espinas que trae, son muy grandes; Su Rostro Sangrante. Se acerca la Verónica, se Le queda viendo, se quedan viendo y pide que seamos como ella, que arriesgó su persona para acercarse a Él, para limpiarLe Su Rostro. Pensó en Él y no en ella, pensó en Su beneficio, en cuidarLo, en limpiarLe Su Rostro.

¡Cómo quisiera, Mis pequeños, que fuerais como ella, arriesgados y sí, a veces, hasta arriesgando vuestra vida, para darMe a Mí, vuestro Dios, vuestro Salvador, un momento de alegría, un momento de compartir estas miserias que tomé por vosotros!

¡Cómo quisiera, Mis pequeños, que cuando os acercarais a Mí y Me vierais a Mí, como Mi hijo Me está viendo ahora, Mi Rostro quedara estampado en vuestra alma y, de esta forma, vuestra vida cambiara y os entregarais, plenamente a Mí!

Ciertamente, ella se arrodilló para verMe, para limpiarMe el Rostro. Yo quisiera que todos os arrodillarais y Me pidierais perdón. Ya he tomado vuestros pecados, voy a terminar Mi Obra en la Cruz, y al hacerlo, después de tres días, Resucitaré, las Puertas del Cielo estarán abiertas para todos. Pero necesitáis arrodillaros, pedir perdón, venir a Mí, sabiendo que Soy vuestro Salvador, Me he dado plenamente por vosotros, Mis Dolores han sido infinitamente intensos, pero Me di por vosotros porque sois Mis hijos, sois Mis hermanos, Soy vuestro Amor, os amo, porque Mi Padre os ha creado y Él os ama, también, inmensamente. Pero cuántos, cuántos estáis distraídos en tantas cosas, no meditáis toda Mi Donación por vosotros, Mis Dolores, Mis Caídas y todo por vosotros.

¡Cuánto os cuesta venir a Mí y mostraros adoloridos!, porque esto que estoy cargando, que estoy sufriendo, es por causa de todos vuestros pecados de los pecados de cada uno de vosotros, porque os he dicho, que si solamente uno de vosotros hubiera nacido y no hubiera las muchedumbres que hay, hubiera bajado, nada más, por cada uno de vosotros y de hecho, así lo he hecho. Me di por vosotros, por vuestra salvación.

VedMe ahora, Mi pequeño, estoy en la Cruz y estoy Crucificado, si ya tenía Dolores, ahora estoy más adolorido por los clavos que han puesto en Mis Manos y en Mis Pies. Sufro, sufro inmensamente, pero internamente, gozo, porque sé que con esto, voy a salvar a muchas almas, que Yo quisiera que fueran todas, pero no respondéis, no hay amor en vuestro corazón, no hay arrepentimiento, no hay un deseo de nueva vida en vosotros, a pesar de que tenéis a la mano la forma de mejorar con todo lo que Yo os he dejado en Mis Palabras, en Mis Hechos, en Mis Milagros; todo lo he hecho por vosotros, Mi Padre Me lo ha pedido y he obedecido, pero ¿cuándo vais a obedecer vosotros?, ¿cuándo vais a cambiar?, ¿cuándo os vais a dar cuenta de vuestros errores y vendréis a pedirMe perdón, aquí, ante la Cruz, para que Yo os pueda bañar con Mi Sangre Divina y perdone vuestros pecados? Vuestra soberbia es muy grande, vuestro corazón se ha endurecido, por tanto pecado, por tanta maldad que habéis dejado entrar en él. Vuestro corazón es de piedra, ya Mi Donación no mueve vuestro corazón hacia el arrepentimiento.

¡Cuánto Me duele ver vuestros corazones endurecidos y que no queráis cambiar! La maldad que os rodea os ha enceguecido, ya no veis la realidad, ya no veis lo que está pasando, realmente, en lo espiritual, buscáis, nada más lo material, lo que os hace gozar. Pero gozar vuestra vida humana, que es efímera.

¿Qué haréis cuando os presentéis ante Mí, al final de vuestra existencia, cuando vengáis con vuestro corazón de piedra y llenos de pecados y, sobre todo, sin vuestro deseo de arrepentimiento? Pasará, como dicen las Escrituras, que querréis que los montes os aplasten, para que Yo no os vea, porque no soportaréis Mi Mirada, que os estará enjuiciando en ese momento, cuando estéis ante Mí. ¡Cuánta necedad vuestra de manteneros en tanta falta, en tantos pecados, en tanta maldad!, pero sobre todo, en esa ignorancia, la cual no habéis querido quitar de vosotros, creyendo que, al no saber las cosas, estáis exentos del Juicio y no es así, Mis pequeños, también seréis juzgados por no haber querido mejorar espiritualmente y darMe a Mí lo que Me merezco, que al menos, es el arrepentimiento de vuestras faltas y el dolor de vuestros pecados. Yo Soy vuestro Dios, Soy Justo y seréis juzgados en total Justicia de parte Mía.

No os quejéis, pues, de que vuestro futuro eterno, vosotros mismos os lo habéis ganado. Muchas oportunidades tuvisteis a lo largo de vuestra existencia para arrepentiros, pero preferisteis manteneros en esa vida de pecado, alejados de Mi Gracia. No quisisteis tomar vuestra responsabilidad espiritual, porque a eso vinisteis a la Tierra. Se os dio el Don de la vida, para que vivierais una vida espiritual alta y bella, pero preferisteis vivir como los puercos, y así seréis tratados, el Infierno os espera. Me duele mucho, Mis pequeños, porque morí especialmente, por vosotros, los pecadores y no habéis querido responder, la gran mayoría de vosotros.

Los justos tendrán su Premio en el Reino de los Cielos, supieron arrepentirse, pidieron perdón, se cubrieron de sayal y de cenizas, ayunaron, fueron gratos a Mis Ojos y fueron perdonados. Esas almas, se han ganado el Cielo por su arrepentimiento y por su deseo de agradarMe, Me han agradecido muchas veces Mi Donación por vosotros, y por eso, son premiadas.

¡Cuánto Dolor Me causáis, almas, almas muertas, os sentís vivas, pero estáis muertas para Mí, vuestro Dios! El mundo está lleno de almas muertas, Me duele tanto, llevo esperando de muchos su arrepentimiento; espero hasta el último segundo de vuestra existencia.

¡Cambiad, Mis pequeños! VedMe nuevamente, ved Mi Rostro ensangrentado, con esta Corona de Espinas, con largas espinas que atraviesan Mi Piel. Dejad que Mi Rostro quede impregnado en vuestra alma y así cambiéis. ¡Os amo, Mis pequeños, os amo, arrepentíos, os amo!

Gracias, Mis pequeños.